Finalmente funcionó: 31 meses después la sonda Rosetta envió la señal convenida para la fase final de la misión de acoplarse a un cometa. 

Su futuro destino es el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, más o menos en agosto. Pero la sonda de la Agencia Espacial Europea (ESA) tenía antes que sobrevivir a su apagado. Con apenas un hilo de energía el ordenador tenía órdenes de apagarse durante 31 meses para ahorrar energía a unos 800 millones de km de distancia de la Tierra. La nave, con una masa de casi tres toneladas, mide 2,8 x 2,1 x 2 metros, con dos paneles solares de 14 metros de largo cada uno, lleva 21 aparatos científicos para su labor.Después de surcar el espacio durante nueve años y trabajar para la ESA sin parar se ahorró combustible y energía para su misión final: acoplarse al cometa y poder trabajar en su superficie y enviar datos a la Tierra. Para eso faltan 9 millones de km, apenas un suspiro comparado con todo lo que ha hecho en estos años.

En total en casi una década Rosetta ha hecho varias aproximaciones para otros cometas, como el Wirtanen, pero se descartó para poder llegar al nuevo. En su periplo por el sistema ha recorrido casi 6.000 millones de km y ha pasado tres veces cerca de la Tierra (en 2005, 2007 y 2009), cerca de Marte en 2007 y pudo cruzarse con dos asteroides “vigilados” por las agencias espaciales, el Steins en 2008 y el Lutetia en 2010.

Una vez más la ESA se pone en vanguardia y prepara una misión casi suicida que recuerda mucho a varias escenas de la película ‘Armaggedon’, pero con un fin bien diferente. La idea es que la sonda se convierta en un “parásito” del cometa y poder saber más de unos elementos del universo que pueden haber tenido una importancia vital en la formación de la vida en la Tierra e incluso en la existencia de agua. Para lograr el proceso de reactivación la ESA ha tenido que contar con la ayuda del gobierno australiano y de la NASA y su potente sistema de antenas de localización, así como toda la potencia de la sede central de control en Alemania (en la ciudad de Darmstadt).

No será hasta la primavera cuando en su acercamiento inicie la fase de observación del cometa, lo que supondrá una gran cantidad de información visual en forma de fotografías. El siguiente, ya a punto de contacto, será el análisis del núcleo, gravedad, masa y aura del cometa. Luego tendrá que esperar a que los científicos determinen cuál es el punto más adecuado para que Rosetta aterrice y ponga en marcha la fase final. No será la propia Rosetta sino su “hija”, la sonda menor Philae, la que con ayuda de arpones se agarre a la superficie del cometa. Una vez allí se podrá estudiar a fondo el cometa, una gran bola de materia helada y hielo sucio que es un superviviente de los tiempos de la formación del Sistema Solar y que será de gran ayuda para entender mejor cómo se formó y por qué tiene la distribución actual.

Recreación de la sonda Philae que lanzará Rosetta para acoplarse al cometa