Marte 2020: nueva misión con nuevo robot rover de cualidades renovadas, como por ejemplo instrumental que pueda saber si se puede convertir CO2 en oxígeno.
Lo de la exploración marciana empieza a tomar un cariz muy familiar para los lectores de la ciencia-ficción. No es una broma literaria la idea de la terraformación, si bien todavía está en mantillas. Pero la exploración de Marte lleva aparejada la transformación del planeta rojo en un lugar más familiar y “terrestre” si el ser humano pretende poner los pies allí. Algo que es cuestión de tiempo. De momento la próxima misión a Marte de la NASA, para 2020, llevará como gran eje central un nuevo robot rover con siete instrumentos nuevos, entre los que figura uno que puede testar la posibilidad de transformar el CO2 en oxígeno por el proceso químico similar al de una planta. Entre ellos también hay un proyecto español sobre polvo marciano.
Ingenieros y científicos de todo el planeta acudieron a la llamada sencilla de la NASA (nada como picar el intelecto ajeno para ahorrarse costes propios…): ¿cómo podríamos transformar el CO2 en oxígeno mediante máquinas? Quien haya visto, por poner un simple ejemplo, la segunda parte de la saga ‘Alien’, sabe de qué hablamos, de generadores gigantes capaces de procesar químicamente la atmósfera de un planeta para generar una nueva (lentamente) que permite respirar a los seres humanos y otras formas de vida animal. Finalmente se eligieron, de las decenas de propuestas viables, siete proyectos que irán acoplados al rover de la misión Marte 2020, que se basa en el modelo del Curiosity que lleva casi dos años recorriendo la superficie marciana. El principal es el ISRU, que experimentará la posibilidad de convertir el CO2 marciano en O2.
El nuevo rover será una versión mucho más sofisticada de su antecesor, con instrumental nuevo para analizar el suelo, la atmósfera y el entorno inmediato, pero sobre todo de cómo es el medio ambiente (por llamarlo de alguna forma) de la superficie marciana de cara a una misión tripulada. Y por supuesto, lo de siempre: buscar rastro de posible vida marciana, pasada o presente. Una de las novedades es que guardará restos marcianos para poder ser enviados a la Tierra en caso de que se pudiera recuperar el rover parcial o totalmente. Hasta ahora eso no era posible: todos los robots y sondas enviadas sólo tenían billete de ida, no de vuelta.
Gracias a la investigación atmosférica se podrá evaluar las posibilidades de que se pudiera regenerar la atmósfera marciana (mucho más débil que la terrestre, sin ozono e incapaz de frenar las radiaciones solares) y concretar qué hacer una vez allí para poder entender mejor la futura colonización. Porque van a enviar seres humanos, eso desde luego, pero el trabajo previo es fundamental. Entre los problemas, además de la radiación, figura el “aire” marciano, tóxico y cargado de dióxido de carbono, en un estado que recuerda al aire primitivo que tenía la Tierra antes de la formación del oxígeno masivo por actividad bacteriana y vegetal. Igualmente peligroso es el polvo marciano, una arenilla en suspensión que puede formar tormentas de arena como las de la Tierra pero que, como el polvo lunar, puede corroer máquinas y superficies o colarse dentro de los sistemas de respiración de los trajes de los astronautas y ahogarlos.
El rover de la Marte 2020 en el laboratorio en su fase inicial
Los instrumentos que se acoplarán al robot son:
- Experimento ISRU de Oxígeno en Marte (MOXIE): tecnología que permite imitar el proceso químico que transformar el dióxido de carbono en oxígeno de manera limitada con vistas a un método futuro que sea más grande. En realidad es un instrumental en fase de ensayo y error para futuros generadores de oxígeno. El investigador principal es Michael Hecht, Institute of Technology, Cambridge, Massachusetts.
- Analizador de Dinámicas Ambientales en Marte (MEDA): grupo de sensores que permitirán mediciones atmosféricas de manera similar a los que se usan en meteorología terrestre. Su misión es evaluar, temperatura, velocidad y dirección del viento, presión, humedad relativa y todo lo relacionado con el polvo marciano (tamaño, forma, comportamiento frente a los agentes externos como el viento). El investigador principal es José Rodríguez-Manfredi, del Centro de Astrobiología, Instituto Nacional de Tecnica Aeroespacial, España.
- Radar de Imagen para la Exploración del Subsuelo de Marte (RIMFAX): radar de penetración en el subsuelo que amplía el espectro de medición geológica al centímetro cuadrado y que permitirá analizar la composición y formación del subsuelo bajo el rover. Es en realidad una versión mucho más avanzada de los instrumentos de los que dispone ya el Curiosity en Marte. El investigador principal es Svein-Erik Hamran, del Forsvarets forskning Institute, Noruega.
- MastCam-Z: cámara estereoscópica que imita el ojo humano para captar imágenes panorámicas y con capacidad de zoom. Permite también analizar la mineralogía marciana y será uno de los muchos ojos del rover en la superficie. El investigador principal es James Bell, de la Universidad Estatal de Arizona en Tempe.
- SuperCam: otro de los ojos mecánicos, una cámara que proporciona imágenes, análisis de composición y reconocimiento mineral. Pero va un poco más allá, ya que puede detectar restos orgánicos en las rocas a cierta distancia, lo que facilitará mucho el trabajo del rover. El investigador principal es Roger Wiens, del Laboratorio Nacional de Los Alamos, Nuevo México.
- Instrumento Planetario para Litoquímica en Rayos X (PIXL): espectrómetro de fluorescencia de rayos X que al igual que las anteriores cámaras tiene una función paralela, la de determinar la composición de materiales de superficie. PIXL proporciona la detección y análisis de elementos químicos a una escala que nunca antes se había logrado. La investigadora principal es Abigail Allwood, el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL) en Pasadena, California.
- Escaneo de Entornos Habitables con Raman y Luminiscencia para Productos Orgánicos y Químicos (SHERLOC): con nombre de personaje literario, al menos lo han intentado, figura estén espectrómetro capaz de crear imágenes a gran resolución de detalles mínimos; usa además un visor de rayos ultravioleta que permite analizar compuestos y buscar vida orgánica. El investigador principal es Luther Beegle, también del JPL de Pasadena.