Imaginad que alguien mezcla ‘El Conde de Montecristo’, al mejor Joseph Conrad y la virulencia del cine moderno. Pues esto es ‘Taboo’, la miniserie que estrena hoy HBO en Gran Bretaña y España a la vez, con Tom Hardy como principal actor y Oona Chaplin a su lado.

‘Taboo’ tiene tres ventajas: Ridley Scott de productor ejecutivo, una cuidada ambientación que incluye el tono de la fotografía y a Tom Hardy. El resto es la vida misma: violenta, ambiciosa, una historia de caída, auge y humanismo de apretar los dientes. James Delaney es el nombre de ese personaje encarnado por Hardy, creado por el guionista Steven Knight y con un arranque demoledor en 1813, cuando el Imperio Británico daba el salto de fuerza futura después de perder las Trece Colonias y tumbar a la Francia napoleónica. Knight dibuja un reino-imperio que funciona como una corporación comercial a nivel planetario, tan oscura y siniestra como uno pueda imaginarse, con tendencia a quitar de en medio incluso a sus propios ciudadanos.

Uno de sus componentes es Delaney, que mutará de víctima a dominador en un enfrentamiento con la Compañía de las Indias Orientales, una de las herramientas imperiales. Sin embargo no lo va a pasar bien por el camino. En total serán ocho capítulos con escenario y ambientación de época pero en las antípodas de ‘Downton Abbey’: es una narración muy oscura, sin concesiones, llena de esos rincones del alma donde no llega la luz de las que habló durante toda su vida el escritor Joseph Conrad (1857-1924), autor de ‘Viaje al corazón de las tinieblas’ y que bien podría haber firmado parte del guión, en el que también está involucrado Edward Hardy, padre de Tom y socio del mencionado Steven Knight. Su James Delaney es un ser complicado: violento, servil para la misma gente a la que jurará devolver cada golpe recibido.

 

Durante un viaje al otro lado del mundo es dado por muerto, pero regresará a ese Londres que incuba el mayor imperio conocido, en los cinco continentes y con una orientación mercantilista tan fuerte que incluso ha permitido a Gran Bretaña vivir otros 60 años con comodidad después de perderlo. Diez años en África, en lo más profundo de las selvas y del comportamiento tribal de pura supervivencia (de nuevo asoman Conrad y su descripción del envilecimiento del alma humana), convierten a Delaney en otro tipo de ser. Al morir su padre regresa a Londres con los bolsillos llenos de diamantes. Es inmune al sufrimiento posible, y tiene un objetivo muy claro: levantar el negocio familiar de transportes del padre muerto y vengarse de los enemigos propios y heredados del padre.

Aquí se junta Conrad con Dumas y su ‘Conde de Montecristo’, porque eso mismo encarnará Delaney. Si les gusta la literatura del siglo XIX ésta es su serie. Y entre medias riadas de poder audiovisual donde la violencia no es escatimada, una marca de la casa (Scott) y de la propia lógica interna de la serie, que han hecho levantar las cejas de más de uno. La misión de Hardy es fusionar en un solo personaje grandes clásicos de la literatura inglesa, pero también del cine y el imaginario colectivo (la cultura anglosajona es única creando estereotipos y símbolos para su exportación), todos los malvados y siniestros ingleses posibles juntos en un tipo que, a fin de cuentas, es un simple ser humano furibundo y embravecido por su paso por las tinieblas conradianas. No estará sólo: en el reparto destacan también Oona Chaplin, la alemana Franka Potente, Jonathan Pryce, Michael Kelly y Stephen Graham.

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