Desde el pasado 1 de febrero (en realidad el 31 de enero, al día siguiente para el público) Sevilla disfruta de algo muy especial: Ai Weiwei, el más mediático, iconoclasta, rompedor e irreverente de los artistas de la China contemporánea, y como todos los que piensan por su cuenta en ese país, perseguido y vigilado por el régimen comunista.
‘Resistencia y tradición’ (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Sevilla, hasta junio) son dos palabras que resumen muy bien a Weiwei, a medio camino entre el artista y el disidente, un dolor de muelas para la China comunista y quizás un producto más de los mass media, especialmente de los anglosajones, que saben detectar un imán simbólico con mucha facilidad. En su obra fusiona la estética de la resistencia con otras muchas variantes. Su arte es su forma de resistir y disentir.
Ai Weiwei piensa políticamente las cuestiones referidas al lenguaje y a la representación. De esta forma, su trabajo parte de la tradición formal y lingüística del arte minimal y conceptual para ascender hacia algo más interesante. Para situarse ante su obra, es necesario ser conscientes del tiempo y del espacio en los que se produce: el tiempo del capitalismo de Estado en el profundo cambio geopolítico en China durante las últimas décadas, las mismas en las que Ai Weiwei realiza su obra. Sus circunstancias son sus normas artísticas, pero criticándolas desde el conceptualismo que vertebra su estilo.
La otra característica es que utiliza y “pervierte” la tradición cultural china y la artística occidental como actos de resistencia política, para los que se vale de todas aquellas herramientas que le son útiles, ya provengan de una u otra tradición, a las que une como singularidad la rapidez en el empleo de las redes sociales para difundir su mensaje. En el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo se fusionan también tradición y perversión: un monasterio cartujo que ahora es el continente de arte moderno y que Weiwei utiliza también para crear: en el siglo XIX se transformó en fábrica de loza y porcelana china. Por este motivo, esta muestra tiene como protagonistas los trabajos cerámicos, en un intento de comprender lo que Roger Buergel denominó en Documenta12 (la misma en la que participó activamente Ai Weiwei) como “migración de las formas”.
Ai Weiwei con las pipas que conforman una de sus instalaciones
Ai Weiwei (1957). Nacido en Pekín, es uno de los artistas con más renombre de China y toca todos los palos, desde la arquitectura al diseño pasando por el activismo político y social; fue el asesor artístico en la construcción del ‘Nido de Pájaro’ (Estadio Nacional de Pekín) donde se celebraron los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008. Es hijo del gran escritor chino Ai Qing. Fue especialmente conocido por sus críticas sobre la mala calidad de construcción de escuelas destruidas durante el terremoto de Sichuan de 2008. En noviembre de 2010 fue arrestado en su domicilio después de anunciar la organización de una cena de camaradería para el 7 de noviembre en Shanghái, con la que pretendía denunciar la demolición de su estudio en esa ciudad. Actualmente apenas puede moverse por su país y es sistemáticamente perseguido y retenido por las autoridades chinas.