Siruela amplía la colección Biblioteca Clarice Lispector con el volumen número 13, ‘Aprendiendo a vivir’ (traducción de Elena Losada, 224 páginas), una selección de las crónicas publicadas en el Jornal do Brasil entre septiembre de 1967 y diciembre de 1973.

Es una de las autoras que más seguidores ha ganado en los últimos años, una pequeña expansión de su bien labrada carrera literaria en un Brasil convulso que ella conocía muy bien. Fue la pionera femenina de un país que todavía hoy adolece de una rampante misoginia que en demasiadas ocasiones se vuelve violenta. En ese ambiente sociológico de fondo creció y ejerció de escritora, cronista y periodista Clarice Lispector, una firma más que recomendable por su profundidad de observadora de la vida.

Clarice Lispector (Tchetchelnik, Ucrania, 1920-Río de Janeiro, 1977) sorprendió a la intelectualidad brasileña con la publicación en 1944 de su primer libro, ‘Cerca del corazón salvaje’, en el que desarrollaba el tema del despertar de una adolescente, y por el que recibió el premio de la Fundación Graça Aranha 1945. Lo que entonces se consideró una joven promesa de tan sólo 19 años, se convirtió en una de las más singulares representantes de las letras brasileñas, a cuya renovación contribuyó con títulos tan significativos como ‘La hora de la estrella’, ‘Aprendizaje o el libro de los placeres’ o su obra póstuma ‘Un soplo de vida’.

La Clarice de esas crónicas periodísticas es el ama de casa que se enfrenta a los problemas domésticos: el presupuesto familiar, la sopera que hay que devolver, la mudez crónica del teléfono, la educación de los hijos… Dos décadas y media después de la aparición de su primer libro, cuando ya figuraba en las enciclopedias como uno de los grandes nombres de la literatura universal, aparece una persona distinta que huye de lo literario para volverse común, mundana y al mismo tiempo tremendamente humana por la empatía que siente por los problemas de la vida diaria de sus conciudadanos. Todo un desafío para una colaboración que era semanal.

Siruela reunió su propia colección Lispector, donde ya hemos dado cuenta de libros como ‘Un soplo de vida’. Poco antes de morir, Clarice Lispector escribió un texto en el que recogía gran parte de sus reflexiones sobre la literatura y sobre la vida. Podríamos decir que ‘Un soplo de vida’ es la última indagación literaria de la escritora brasileña, y posiblemente su meditación más exhaustiva sobre el acto de escribir y sus ramificaciones. Escrita en forma de diálogo casi místico entre un autor (trasunto de la propia Lispector) y su creación, una mujer llamada Ángela Pralini, la obra refleja la fascinación que supone crear personajes y mundos. Cuando Clarice Lispector falleció, su secretaria y gran amiga Olga Borelli dotó de estructura a los fragmentos que conforman este texto metaliterario, una obra póstuma que arroja luz sobre la trayectoria de Lispector.

También aparece en la colección ‘La lámpara’ (1946), un texto reducido a lo esencial que cuenta la historia de un probable incesto (el de los hermanos Virginia y Daniel) y de una soledad segura, la de ella, que con su aislamiento distorsiona todas las formas de lo real, enfrentándose y enfrentándonos a la evidencia de la fragilidad de nuestra manera de relacionarnos con los demás y con el mundo. Porque la mirada de Virgínia no hace concesiones y penetra hasta esos rincones del yo que los adultos convenimos desde siempre en ocultar. Por eso, cuando llega el sorprendente y rápido desenlace de la trama, todos asentimos al unísono, comprendiendo de inmediato que era el único final posible.