El nombre oficial es “planeta circumbinario”, aquel que orbita alrededor de dos soles, y su origen no tiene nada que ver con el nuestro: los planetas migran. 

Literalmente estos planetas son vagabundos que acaban enlazados por la fuerza gravitatoria de ambas estrellas según un estudio de la Universidad de Bristol, que ha determinado por qué existe esta anomalía. En el imaginario colectivo están esos planetas donde en el horizonte aparecen otros planetas o lunas más grandes, y luego está esa rareza de Tatooine, el planeta hogar de Luke Skywalker en ‘Star Wars’, con una puesta de Sol extraña donde hay dos soles.

Según el estudio, publicado en Astrophysical Journal Letters, estos mundos se forman lejos de las estrellas y luego migran hasta formar el sistema. Concretamente han estudiado Kepler-34 (AB)b, recreando las primeras etapas de su formación a través de simulaciones por ordenador desarrolladas a partir de los datos sobre este punto concreto. Hay que combinar los efectos de la gravedad, las colisiones y una larga lista de condicionantes físicos para averiguar por qué existen planetas como Tatooine en el espacio.

tatooine

Fotograma de ‘Star Wars’ con el famoso ocaso doble de Tattoine

Porque un sistema binario es una extrañeza en un universo lleno de rarezas. Se trata de una situación extrema por las perturbaciones gravitacionales que provoca la existencia de dos estrellas activas en un “espacio” reducido. No sólo se trata de las alteraciones entre ambos soles, también los que provoca que haya un planeta y las que sufre éste por estar cerca de ambos. Las fuerzas son tan grandes que normalmente los planetas pueden terminar desgarrados, deformados o colisionando con otros cuerpos celestes.

El estudio a partir de la simulación demuestra que la mayoría de estos planetas circumbinarios se han formado mucho más lejos de las estrellas binarias centrales y luego han migrado a su ubicación actual. Es decir, serían el resultado de uno de esos planetas errantes sin sistema que existen en el universo, grandes planetas con su propio campo gravitatorio que, sumidos en la oscuridad del vacío, se asemejan al Holandés Errante en busca de un puerto. Pero el destino no es enlazarse con un sol salvador sino terminar en medio de una pelea entre dos estrellas, sus campos magnéticos y gravitatorios. Algo que el estudio etiqueta como “infierno”.

El modelo de Kepler-34 sirve también para todos los sistemas circumbinarios que se han encontrado hasta ahora. Es un modelo que explicaría por qué en ese sistema binario existe un planeta: las tensiones gravitatorios son tan fuertes que darían al traste con cualquier fase de formación de planetas rocosos, ya que el resultante podría ser destruido cuando todavía no ha nacido. Esta información es clave para seguir con la maratón que disputa la astronomía con el tiempo y el universo para encontrar más y más exoplanetas en busca de una nueva Tierra. Ahora sabemos que Tatooine, de existir, no sería tan habitable como en ‘Star Wars’.