Segunda entrega de las exposiciones del Museo Nacional Reina Sofía para este verano.
Fechas: 25 de mayo – 3 de octubre de 2011
Lugar: Edificio Sabatini, Planta 4
La obra de Lygia Pape (Nova Friburgo, 1927 — Río de Janeiro, 2004) se caracteriza por su singularidad y constante mutación, buscando integrar las esferas ética, estética y política. Su abandono de la geometría concreta y fundación del neoconcretismo en 1959 se considera el inicio del arte contemporáneo brasileño. Guiada por la idea de la escritura de un libro imposible, esta exposición recoge los intentos de la artista por buscar un lenguaje que recoja un nuevo orden sensible.
Fechas: 11 de mayo – 12 de septiembre de 2011
Lugar: Edificio Sabatini, Planta 1
La artista japonesa Yayoi Kusama (Matsumoto, 1929) desempeña un rol crucial en el arte de posguerra desde una posición excéntrica. De un lado, se aproxima al pop, a los nuevos realismos y al feminismo en sus instalaciones y faceta pública; de otro, su empleo de la repetición, del monocromo y de la retícula tienen que ver a la vez con la obsesión y la enfermedad mental. Esta exposición muestra a Kusama como una artista irreductible y esencial en las nuevas narraciones globales del arte contemporáneo.
Fechas: 6 de mayo – 12 de septiembre de 2011
Lugar: Palacio de Velázquez, Parque del Retiro
Frente al predominio de la pintura como medio autónomo y puramente visual en la posguerra, Leon Golub (Chicago, 1922-2004) implica un movimiento a contracorriente en Estados Unidos. Esta retrospectiva incluye dibujos y pinturas que demuestran el valor de lo pictórico como expresión narrativa y simbólica de las relaciones sociopolíticas y los efectos del poder en la sociedad contemporánea. La pintura de Golub, entre lo figurativo y lo grotesco, explora la violencia y la opresión usando el cuerpo como signo de identidad.
Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939
Fechas: 6 de abril – 22 de agosto de 2011
Lugar: Edificio Sabatini, Planta 3
El movimiento de la fotografía obrera constituye un capítulo difícil y pendiente en la historia de la fotografía, un “eslabón perdido” en la articulación de la modernidad fotográfica del siglo XX. Esta exposición pretende subsanar tal carencia, reclamando la centralidad del movimiento en los debates fotográficos de entreguerras, así como en las prácticas documentales que inauguran la cultura visual moderna y, en especial, incidiendo en su importancia en la constitución de la noción moderna de documento fotográfico.