Termina una etapa en el DA2, puede que algo más; más de cinco años de exposiciones, una imagen reconocible en el mundo del arte, un trabajo hecho con lo mínimo y una sombra en el futuro
Por Luis Cadenas Borges
FOTOS: David Arranz (propiedad del DA2)
Voy a permitirme el lujo de recuperar uno de los post de nuestro blog, Corso Expresso (en corsoexpresso.blogspot.com el pasado 4 de julio), para definir lo que puede ser el presente y el futuro del DA2, un centro de arte que pasó de ser cárcel a oasis cultural en medio del páramo característico del intelecto de una comunidad como Castilla y León. Un lugar complicado de entender al primer vistazo, pero que con el tiempo se convirtió en uno de los pocos faros que le quedaban a una ciudad que en apenas un año ha perdido casi todo lo construido afanosamente, con mucho dinero y esfuerzo, en la década anterior. Lo voy a entrecomillar para ser justos, porque hay ideas de otras personas en el texto: “¿Recuerdan la escena final de ‘Indiana Jones y el Arca Perdida’, cuando unos funcionarios americanos de los años 30 llevan el Arca embalada camino de un estante más de un gran almacén de cosas raras en medio del desierto de Arizona? Es una escena realmente mítica, de esas que alimentan la imaginación y sirven para hacer referencias transversales con la realidad […]. A nosotros se nos ha ocurrido una: el DA2 es como el Arca de la Alianza, embalada en una caja simplona de listones de madera camino de algún lugar perdido en un gran almacén llamado Ayuntamiento de Salamanca, antaño rebosante marmita llena de poción mágica (llámese dinero) y hoy vacía y con costra en el fondo […]. El DA2, como el Arca perdida, era un arma poderosísima que durante unos años estuvo en manos de gente que supo darle algo de sentido, de contenido, de cierto dinamismo, hasta hacerse algo muy difícil en este negocio: un nombre. Ahora la embalan y la suben a una carretilla para llevarla al fondo del almacén”.
El DA2 pasó de vieja cárcel abandonada a oasis del arte, un recinto alejado del centro, al que muchos dieron la espalda, pero que ahora ya puede presumir de haber ayudado algo. Más que una historia del DA2, este reportaje es casi una despedida, un adiós o un hasta luego. Sobre todo porque el futuro del centro está sostenido con alfileres, colgados de un convenio con la Fundación Coca-Cola, que depositó su colección de arte en el centro, que comprendió que debía dársele vida para que ambas instituciones salieran ganando; fue un asunto que el propio Javier Panera puso sobre la mesa desde el principio, ya que un centro de arte que se limita a exponer una colección sin darle vida es poco menos que un arcón de viejo sin más uso que la primera vez. Idea, por cierto, que podría ser el horizonte que le espera al DA2 de persistir determinados nombres al frente de las fundaciones. Un centro de arte contemporáneo y museo a un tiempo, colgado del futuro que le quiera dar un gobierno municipal acuciado por una deuda inmensa y que parece recortar siempre en perjuicio del sector más débil, como si la cultura fuera un lujo y no, como se ve en el mundo civilizado, una parte más de la educación de los ciudadanos.
No hay mejor forma de bajar un telón que recordar las grandes frases: si con Shakespeare, Cervantes o Lope de Vega quedan los monólogos y los momentos que dejan huella en la memoria del lector, con el arte pasa lo mismo: quedan las huellas de la memoria, que van desde lo individual a lo colectivo. En el primer tramo quedan nombres como Julian Rosfeldt, Marc Bijl, Erwin Olaf, Tony Oursler o Gregory Crewdson, y en las colectivas, exposiciones que marcaron el tempo y la línea de trabajo en la vieja cárcel como ‘Barrocos y Neobarrocos’, ‘Idilio’ o ‘Rock my religion’. Fuera quedan muchas que quizás hayan sido más impactantes para algunos, pero con estas se puede hacer un arco de estilo y tiempo en el DA2. En la lista aparecen también ‘Merrie Melodies’, sobre las relaciones entre dibujo y arte contemporáneo, ‘Arctic Hysteria’, la mirada de la vanguardia finlandesa sobre su propio país y el mito de la estabilidad nórdica.
Igualmente ‘Mixed emotions’, sobre la colección de la Fundación Coca-Cola o ‘Tiempo suspendido’, que ahondaba en una de las facetas de los últimos años, la fotografía teatralizada, de la que también aparecen nombre como el de Olaf o Crewdson en algunos aspectos de su obra. Uno por uno, arrancando con los individuales, empezamos por Erwin Olaf (2009-2010), holandés, una suerte de mago de la imagen fotográfica capaz de crear auténticas películas en apenas un fotograma, siempre tratado, con un gusto cercano al barroquismo y todo cargado de la acidez justa y necesaria para que el arte sea algo más que una satisfacción. En su retrospectiva ‘Darts of pleasure’, que abarcaba su obra desde 1984 a 2009, y que era única en España, el sexo y la ironía se mezclan con la crítica al síndrome de Peter Pan infantil que caracteriza a parte de la sociedad actual. Pese a que sus trabajos suponen, en ocasiones, una feroz crítica del capitalismo, Erwin Olaf ha trabajado en campañas de prestigiosas marcas como Diesel, Levi’s, Lavazza o Heineken, lo que ha contribuido a alimentar aun más su fama de artista provocador. A lo largo de su trayectoria también ha dedicado series fotográficas a la moda y sus vicios (como ‘Fashion victims’), o como reacción al infantilismo de la eternal juventud, ‘Mature’.
Fue una de las que más miradas especializadas y de público atrajo, tantas como Marc Bijl con ‘Arrested development’ (mayo a septiembre de 2009), en la que se expuso lo mejor del compatriota de Olaf, otro resistente holandés que plantó en la entrada del DA2 a Lara Croft fumando y recubierta de alquitrán, Batman en plan heavy a punto de empezar un concierto, guitarra en ristre. Otra vez la Croft, pero con burka. Tres estrellas que conforman la bandera palestina. Pintadas denunciado el terrorismo y la crisis. Todo eso era Bijl, que le valió una nominación de Notodo.com al DA2 como mejo exposición del año, alguien capaz de usar la política y los símbolos de la modernidad a su antojo para ser transgresor sin ser diletante, capaz de poner de los nervios a más de uno pero que confesó “buscar respuestas más que hacer preguntas. Me cuesta elegir bando, prefiero la búsqueda más que el maniqueísmo de elegir. No quiero dejarme llevar por la política”.
Mucho más tranquilos, pero con la misma marejada crítica de fondo, se presentaron Gregory Crewdson (abril – mayo de 2007), el otro gran maestro de la fotografía escenificada, con un toque de cinematografía que dejó una profunda huella en muchos espectadores, enganchados desde entonces a esta variante del arte. Las fotografías de Crewdson reflejan las esquinas en sombra de la América profunda y rural que tantas veces ha aparecido en el cine: justo la palabra mágica, cine, que hace de fondo de significado para toda la obra de Crewdson. Julian Rosfeldt ocupó su lugar en un cambio de década (octubre de 2010 a enero de 2011), una retrospectiva única en España, como muchas otras que han pasado por el DA2 (nada mejor que ese título para honrar el trabajo realizado), y que puso en perspectiva el trabajo de uno de los grandes creadores audiovisuales occidentales, con seis videoinstalaciones y más de cuarenta fotografías. Titulada ‘Making of’, se convirtió en un recorrido por el trabajo de cine, vídeo y fotografía realizado entre 2004 y 2010, un trabajo muy concienzudo de producción para que se asemeje a una gran película colectiva, obras con un argumento narrativo donde lo extraño se convierte en la forma de la realidad. A eso jugaba Rosefeldt, a tergiversar la realidad para hacerla extraña y nueva a la vez. Y finalmente Tony Oursler, que tuvo en 2005 la mayor retrospectiva que se le había hecho nunca en España, y que abrió la veda del videocreador en el DA2 que luego seguirían muchos otros nombres acumulados en la nómina del centro. Una muestra donde el vídeo es usado como una herramienta de expresión en la que ya no valen las dos dimensiones de una pantalla: sus creaciones salían de las paredes para dar vida a otros seres con volumen, fondo, forma y expresión de ideas.
Dirección:
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Horario
Martes a Viernes de 12.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00
Sábados, Domingos y Festivos de 12.00 a 15.00 y de 17.00 a 21.00
Lunes cerrado (excepto Festivos)
La entrada al Museo es gratuita