Queda una opción, aunque el gran volumen demográfico humano bien podría perpetuar la especie sin problemas, de salir de lo que se nos echa encima. A fin de cuentas la Cultura del Indo ya lo logró hace 5.000 años, cuando Europa era un erial y China una simple promesa.
Hace cinco milenios, cuando la inmensa mayoría de la Humanidad vivía en un estado parecido al de la Edad de Piedra, cuando se podían contar con los dedos de una mano los lugares donde el ser humano había dado un pequeño salto cultural (Egipto, Mesopotamia, India, algunas partes de China), una de ella logró asentarse hasta el punto de superar un cambio climático que pudo haber sido definitivo. Hoy la tecnología humana puede permitirnos, como especie, aspirar a superar muchas pruebas. Nuestro conocimiento es muy avanzado en comparación con el de aquella gente del Valle del Indo, por eso es tan significativo que tuvieran la habilidad para salir adelante.
La cultura del Valle del Indo arrancó en torno al 3000 a. C. y se prolongó hasta el 1300 a. C. en la región actual del río Indo, entonces una gran unidad geográfica cultural y hoy la frontera entre India y Pakistán (de hecho la mayor parte del río que da nombre al subcontinente discurre por su vecino y rival musulmán). Los patrones climáticos creados hoy sobre aquella época nos permiten conocer mejor la evolución de aquella civilización a lo largo de mucho tiempo. Estamos hablando de más de 1.500 años, mucho más tiempo que la inmensa mayoría de las naciones de la Tierra. Una horquilla suficiente como para poder observar el avance cultural material y, sobre todo, cómo pudieron lidiar con los grandes climáticos que se produjeron en ese tiempo.
El caso del Indo es muy paradigmático sobre la capacidad para adaptarse. El estudio que lo exhibe se publica este mes en la revista ‘Current Anthropology’, producto de la colaboración entre la Universidad de Cambridge y la Universidad Hindu de Banaras (India), y de un trabajo de casi siete años en el noroeste del país. La clave de todo estaba en el acceso al agua potable: era un factor crítico que lo determinaba todo, razón por la cual esta civilización desarrolló complejas técnicas hidráulicas destinadas a asegurarse su uso sin problemas. Fue, por así decirlo, una respuesta al desafío: a mayores sequías, más ingenio técnico para mantener el abastecimiento. Además eran una forma de adaptación a un clima muy concreto: fases de lluvias estacionales, tormentosas y por saturación (la influencia de los Monzones) en invierno y verano, un ciclo hídrico que obligó a esta cultura a adaptar incluso sus cultivos.
En torno al 2400 a. C. se hizo patente en la región que el clima cambió y obligó, en plena fase de “apogeo” cultural de la misma a tener que acometer cambios. El centro cultural de la civilización, en torno al III Milenio a. C., estuvo cerca de un lago interior, Kotla Dahar, que era irrigado por lluvias y corrientes de agua que compensaban la evaporación derivada de la estación seca. Sin embargo ese lago, que daba de beber al territorio y permitía los cultivos, se desecó de forma casi total al menos en un par de momentos en coincidencia con una caída pronunciada de las precipitaciones monzónicas, debidas, a su vez, a un cambio en las condiciones climáticas.
Reconstrucción artística de cómo debió ser Mohenjo-Daro, la ciudad principal del Indo
Y luego, a partir del 2200 a. C., el lago se secó casi por completo. Los monzones disminuyeron notablemente en la zona, una certeza gracias a los registros de espeleotemas, minerales en cuevas que permiten saber el volumen de lluvias por filtración. Esto llevó a una decadencia urbana, esto es, un proceso de abandono de las ciudades (donde era más difícil gestionar los recursos hídricos) y la marcha hacia las zonas de campo donde había más agua. Y lo que es más importante: su dieta varió en busca de alimentos diversificados que no produjeran una caída crítica de la agricultura. Así es como aparecieron el mijo, las legumbres y el arroz. Se adaptaron a esa variación climática con astucia: cultivos diversificados, abandono de estructuras demasiado complejas.
Sin embargo el final de esta civilización fue de raíces múltiples: se calcula que el clima varió tanto en una nueva fase final, en torno al 1400 a. C., que no hubo forma de arreglarlo. También contribuyó el cambio del curso de los ríos, inundaciones y la llegada de pueblos extranjeros que alteraron el equilibrio social y político. No hay que olvidar que la cultural del Valle del Indo ya se había derrumbado cuando las tribus arias invadieron la India por el norte.