Christopher Nolan, uno de los directores con más caché en Hollywood, autor del pedestal cinematográfico relacionado con el cómic (‘El Caballero Oscuro’), y que cosecha premios y alabanzas como cualquiera flores del campo, ha decidido abrazar uno de los pocos géneros que le quedaban: el bélico.

Y más concretamente el de la Segunda Guerra Mundial, todo un género en sí mismo por la enorme cantidad de filmografía acumulada. Su proyecto es retratar en pantalla grande una de las mayores huidas, derrotas y fallos estratégicos de los Aliados durante la guerra, cuando cientos de miles de soldados británicos y franceses quedaron embolsados en la zona costera de Dunquerque (Dunkirk) al principio del conflicto, en pleno hundimiento militar francés. Tuvieron que ser evacuados a toda prisa en una operación tan heróica como humillante. Se llegaron a usar incluso barcas de pescadores y yates de recreo para trasladar al Cuerpo Expedicionario Británico de vuelta a Inglaterra, y con ellos a una buena parte de los soldados franceses que todavía luchaban.

Sobre este tema, del que se han escrito cientos de libros pero apenas hay adaptaciones en pantalla, Nolan ha creado un proyecto con Warner Bros y una lista de actores envidiable: Mark Rylance, Cillian Murphy, Kenneth Branagh y Tom Hardy. Los casting para más actores ya se realizaron (y han incluido al cantante Harry Styles) y Nolan ha ejercido además de coproductor del filme, para tener todo el control. La fotografía corre a cargo de Hoyte Van Hoytema y Hans Zimmer vuelve a ser el compositor de la banda sonora. El elenco también incluye a Aneurin Barnard James D’Arcy, Jack Lowden, Barry Keoghan y Tom Glynn-Carney. Tras la filmación en Francia, el rodaje de la película fue el localizaciones de Países Bajos, Reino Unido y Los Ángeles.

 

‘Dunkirk’ (su décimo filme) no tiene más simplificación que la gran evacuación de tropas británicas y francesas en un momento muy oscuro, y el primer trailer de aperitivo para el estreno del año que viene (en verano muy probablemente) deja muy claro el momento psicológico y anímico: “En el momento de la crisis. En el momento de la aniquilación. Sobrevivir es la victoria”. Es la frase que surge entre imágenes de playas frías de mareas bajas donde se amontonan soldados ateridos de frío, atrapados entre el enemigo y el mar, donde se entierra a los muertos en la arena. La escena final es un largo grupo de soldados británicos con sus característicos cascos de plato, de espaldas, pero que lentamente giran la cabeza mientras se oye el característico ulular de los bombarderos alemanes cayendo sobre ellos. Justo cuando parece que los aviones (que no se ven en ningún momento, la cámara centrada en los rostros de los soldados) están a punto de atacar se corta el trailer.

Su título es tan escueto como contundente, ‘Dunkirk’. Churchill y los británicos, que luchaban ya en solitario contra la Alemania nazi, convirtieron un momento tan oneroso en una victoria del espíritu inglés. Traducción: nadie sabe convertir un desastre militar en una demostración de valentía, ingenio y fuerza como los ingleses, acostumbrados a disfrazar sus chapuzas en forma de grandes gestas (basta recordar la Carga de la Brigada Ligera durante la Guerra de Crimea, quizás la mayor tontería militar nunca hecha por ejército alguno, directos contra una línea de artillería completa con sables y fusiles). La propaganda transformó una victoria alemana en toda regla en un poco de orgullo para el país.

Aquello ocurrió entre mayo y junio de 1940, en la fase de expansión alemana. Al fracasar la resistencia inicial contra la blitzkrieg alemana en el oeste, en la que los nazis conquistaron Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia en apenas unas semanas. Cuentan los historiadores que Alemania pudo haber masacrado con la aviación y sus divisiones blindadas la bolsa franco-británica, pero que Hitler decidió no hacerlo. Las razones teóricas eran tan múltiples como contradictorias, pero no en la lógica del nazismo: Hitler consideraba a los ingleses el único pueblo a la altura de los alemanes y sus prejuicios racistas quizás le contuvieron; también se piensa que decidió “perdonar” a los británicos para no arruinar una hipotética paz con ellos que le dejara manos libres en el continente. Y la tercera es más bien logística: las tropas alemanas habían hecho un sobreesfuerzo enorme para derrotar a Francia y los generales temieron que otro ataque terminara en derrota alemana. Fuera como fuese lo cierto es que aquella operación desesperada se convirtió en la primera de las pocas buenas noticias inglesas en la guerra, y quizás el principio de un plan más largo que culminaría con la caída de Alemania cinco años después.

Dunkirk