El Bierzo, una gran señal de un puño que marcó para siempre el noroeste, lleva siglos dándole al mundo lo que más ansía: oro y vino.

Tierra de grandes minas de pizarra, vinculada además al mundo de la minería del carbón, el Bierzo se ha redefinido con éxito: ha dejado atrás la vieja industria por otro tipo de Parnaso inmenso, de color tinto o blanco, en función del gusto y de lo que la vid haga. Aquello de que las crisis son épocas de grandes oportunidades es tan cierto como que una región, además de industria (que la conserva), puede vivir de lo que da la tierra. Esas pequeñas uvas de un fuerte color malva, tan denso y oscuro que casi se ennegrecen. Son la otra mina de oro del sur del Bierzo, el mismo lugar de donde hace miles de años los romanos extrajeron el metal precioso y dejaron tras de sí el espectáculo de Las Médulas. Es la otra Rioja, en realidad el Bierzo es una pequeña región riojana con su propia idiosincrasia y tipo de vid (la famosa uva mencía) que han dado una proyección nueva a la comarca que sirve de nexo entre Galicia y León, perteneciente a esta última pero que habla con el denso acento gallego.

 

Con sede en Cacabelos, la Denominación de Origen del Bierzo se estableció en 1989, con una zona de cultivo en el valle del río Sil (y cercanías). Las únicas variedades permitidas son la mencía, la garnacha tinta y entre las blancas, la Doña Blanca y la Godello. Pueblos como Cacabelos, Canedo, Villafranca del Bierzo, Villadecanes, Toral de los Vados, Carracedelo o Camponaraya son sinónimo de buenos vinos. También está presente, en el Palacio de Canedo, en la localidad del mismo nombre, y en La Moncloa de Cacabelos, el mito de ‘Prada a tope’, un pequeño negocio de un berciano que empezó con botes de ciruelas en aguardiente y que ahora se ha convertido en un emporio concentrado en la producción vinitícola, de la que salen, entre otros licores, el ‘Aguatranquila’ que hace que medio Bierzo peregrine hasta los viñedos y granjas de Canedo. El paisaje es un gran valle abierto, mejor dicho, una hondonada gigantesca labrada por el río Sil que los sedimentos arcillosos y el microclima convirtieron en un mar de colinas verdes: donde no hay viñedos hay bosque.

Los sedimentos de las grandes obras con el agua abrieron y crearon nuevos valles que luego pueden ser recorridos en dirección norte, hacia pueblos donde se percibe que el hundimiento industrial se ha solventado a golpe de azada y mucho gusto para los vinos blancos. Trazando un gran círculo, se asciende hacia los Vados, a Carredelo, a Villadecanes, se deja Villafranca al oeste y se cierra el tramo en Cacabelos para luego subir a Canedo. Planicies inmensas, onduladas como si soplara el viento, donde los viñedos de las pequeñas pero potentes bodegas (como la de Tilenus) se intercalan con campos de pimientos rojos y bosques de pinares y cipreses. El momento ideal para visitar la zona es precisamente ahora, la época donde menos posibilidades hay de que llueva en una región con microclima en la que el sol no castiga en exceso y el frío invernal no suele hacer grandes estragos (salvo en las zonas de montaña de acceso y salida al Bierzo). Mochila y kilómetros.