En pleno debate del Brexit varios estudios genéticos determinan el origen étnico de los británicos y los irlandeses: son totalmente mestizos, rompen la tradición nacional anglosajona. Y la irlandesa también: los isleños provienen en gran medida de poblaciones del Mar Negro.

Gran Bretaña fue una de las naciones pioneras en estudios genéticos, y también de las primeras en usarlos para determinar el origen de la población. Para un país con una altísima tasa de ciudadanos descendientes de emigrantes de las colonias, el hecho de saber que su población europea es una mezcla total de pueblos bien podría ayudar a mitigar las sinrazones del racismo y la xenofobia. Y no sólo en Gran Bretaña, también en Irlanda, donde estudios paralelos han permitido saber dos detalles fundamentales: primero, que el origen de los ingleses no es tan anglosajón como se cree (apenas el 38%), y que los irlandeses derivan parcialmente de una gran migración humana de la Edad del Bronce originada en… el Mar Negro.

Europa es mestiza. Quien lo niegue es un mentiroso o un ignorante mayúsculo. Cada pueblo invasor se solapaba con el anterior y luego con el posterior. En algunos países, como España, Francia o Italia la mezcla supone miles de años de ciclos de invasión y asimilación. Si escarbamos en nuestro ADN encontraríamos celtas, romanos, latinos, germanos, árabes, judíos, griegos, fenicios, norteafricanos… Somos producto de esas mezclas, que no sólo hacían más rica la herencia genética (y con ellos diluían la separación genética humana sino que formaban generaciones más completas y resistentes que las anteriores), sino que conformaban lo que hoy comúnmente llamamos “europeo”. Inglaterra es un buen ejemplo: a la base preindoeuropea hay que añadir la masiva migración celta, luego la colonización romana (mucho más pequeña en lo étnico, decisiva en lo cultural), las migraciones germánicas (anglos, sajones, jutos) y las posteriores invasiones nórdicas (especialmente determinante fue la migración danesa).

Las invasiones germánicas cambiaron la base genética de Gran Bretaña, aunque no son el origen definitorio

Inglaterra es bastante menos anglosajona de lo que piensa. Investigadores del Sanger Institute del Wellcome Trust y del Instituto Max Planck de Alemania estudiaron durante años los esqueletos de un enterramiento cercano a Cambridge, originado a finales de la Edad del Hierro y usado masivamente durante las invasiones anglosajonas. Secuenciaron los ADN de esos individuos puramente pre-germánicos y de esos primeros anglos y sajones, y al compararlos con los actuales descubrieron que ser inglés tiene menos que ver con el prefijo “anglo” de lo que ellos mismos creían. Es la primera vez que un estudio genético permite determinar el origen real de la población blanca actual. Se realizó a principios de año y demuestra que el mestizaje ha sido la constante en Europa.

Y desde el principio hubo mestizaje: el enterramiento demuestra que anglosajones y britanos (mezcla de celtas indoeuropeos y población pre-indoeuropea) se mezclaron para conformar una nueva población. Con el ADN británico más antiguo en las manos se pueden hacer todo tipo de comparaciones y extrapolaciones que permiten algunas conclusiones. La primera es que el 38% de la herencia genética del inglés europeo actual es anglosajona, bastante más bajo de lo que la tradición haría suponer. Esa herencia llegó durante las migraciones/invasiones entre los siglos V y VI d.C. El resto sería una mezcla difusa de marcadores genéticos de origen escandinavo (principalmente de Dinamarca y Noruega), celtas britanos (que proliferaron y crearon una cultura muy bien definida y amplia antes y durante la dominación romana) y añadidos posteriores normandos y de otros pueblos, pero ya en un rango mucho más bajo.

Los irlandeses: desde las estepas del Mar Negro a la verde Irlanda

El caso del origen irlandés es todavía más rocambolesco, una muestra de cómo el planeta no tiene fronteras reales, mucho menos hace miles de años, cuando el concepto país, patria, nación o pueblo era mucho más difuso. Un equipo de investigadores y genetistas del Trinity College de Dublín, junto con arqueólogos de la Universidad de Queen en Belfast secuenciaron los primeros genomas humanos de los primeros pobladores de la isla, en paralelo a los esfuerzos británicos, y obtuvieron datos que a más de un nacionalista irlandés le podrían sentar mal: su origen está en poblaciones que migraron desde el Mar Negro en la Edad del Bronce, en un viaje de miles de km cuando no existía nada parecido a fronteras o sendas fijas.

Cráneo de uno de los individuos estudiados

El estudio se centró en una mujer hallada en las inmediaciones de Belfast y que data de hace 5.200 años, y luego en tres hombres más “jóvenes”, con 4.000 años de antigüedad, cuando ya existía metalurgia y la cultura humana había dado un gran salto adelante. El ADN de la mujer indica que proviene de Oriente Medio, pero el de los hombres, posterior, indica que sus orígenes indirectos están relacionados con poblaciones de la llanura póntica (es decir, las tierras al norte del Mar Negro, actuales Ucrania, Crimea y Rusia). La mujer tenía rasgos mediterráneos claros (cabellos negros, ojos castaños) mientras que los hombres tenían ojos azules y algunos rasgos muy concretos que conectan con las peculiaridades genéticas del irlandés actual: tolerancia a la lactosa, enfermedades genéticas como la hemocromatosis y algunos detalles ligados al cromosoma Y, la mutación C282Y. Esas particularidades podrían tener explicación por esa aportación foránea que crearon la base diferenciadora irlandesa.

Hay que pensar que después del poblamiento de Irlanda la isla estuvo relativamente aislada de otras influencias durante siglos, conformando la base humana sobre la que se construye la actual población. Esa mezcla sólo podría darse en paralelo a la aparición de la agricultura en la isla y guardarían coherencia con las oleadas de migraciones masivas que hubo durante la Edad del Bronce, en parte por la expansión de la agricultura y la metalurgia primitiva, que generó a su vez mejores armas y más guerras, con migraciones como consecuencia directa. Se desconoce el grado de influencia que estas poblaciones tuvieron incluso en las culturas célticas, pero si hace 4.000 años ya estaba conformada la base genética isleña es lógico pensar que no sólo trajeron sus genes, también su cultura, que estaría insertada dentro de lo que hoy consideramos típicamente gaélico.