Lo llaman techo de cristal porque legalmente no existe, políticamente tampoco, pero económica, social y sociológicamente sí hay un techo que frena a las mujeres. Existe, pero es translúcido, y eso dificulta todavía más el ascenso. Sin embargo, la investigadora Karen Uhlenbeck lo ha roto por primera vez al ganar el Premio Abel de 2019, vinculado a los Nobel y que de hecho se considera “el Nobel” de las matemáticas.
Si hay una disciplina con futuro ésa es las matemática, cada vez más insertada en el todo científico y tecnológico. Pero ha sido tierra de hombres durante siglos. Es más, se llegaron a teorizar patrones neuronales que condenaban a la mujer a no poder tener el mismo nivel de cálculo que un hombre. Algo parecido le ocurrió a Uhlenbeck después de dar clase en el MIT y la Universidad de Berkeley. No encontraba trabajo porque, como mucho, las condenaban a dar clase en colegios e institutos. Con 76 años y después de una larga carrera como docente e investigadora que la ha convertido incluso en profesora emérita en la Universidad de Texas y docente invitada en Princeton, obtiene el mayor premio posible.
Uhlenbeck ha dedicado su vida al estudio de las ecuaciones en derivadas parciales que se usan para analizar el electromagnetismo, y que tienen multitud de aplicaciones, incluyendo el campo de investigación sobre las formas de la materia en el espacio en varias dimensiones. Es, por así decirlo, una pionera de un campo conocido pero que ha tenido un desarrollo inmenso en los últimos años. Existe incluso un vocablo para ese trabajo: geómetra. Ese trabajo recibe ahora el galardón en honor a Niel Henrik Abel, y es la vigésima ganadora desde que la Academia del Nobel lo creara en 2002 (hubo premios repartidos en más de una edición) y que premia, sobre todo, su capacidad para crear técnicas y herramientas matemáticas para que otros sigan investigando.
El gran mérito de Uhlenbeck es precisamente servir de “llave maestra”, como un gran mazo de llaves que abre diferentes puertas, desde la física teórica a la geometría, pero a un nivel superior. Un ejemplo: su trabajo es usado por los seguidores de la Teoría de Cuerdas para explicar la estructura interna del Universo. También se ha utilizado para estudiar las llamadas “superficies mínimas”, ejemplificadas en una simple pompa de jabón insertada en cuatro dimensiones, donde todas las teorías tradicionales ya no son capaces de llegar.