La NASA tocó la trompeta de alarma a nivel mundial: tenía algo que decir. Una pena que se filtrara un poco antes, pero ya es oficial: a 40 años luz (cerca en términos cósmicos) hay una estrella más pequeña que el Sol a la que orbitan siete “Tierras” en su zona habitable. Siete mundos nuevos.

Recreación artística de cómo sería el planeta TRAPPIST-1 f (NASA).

La caza y captura de los exoplanetas es una fiebre inmensa que arrancó a principios de los 90 y que ya es casi un oficio dentro de la astronomía. La enana roja fría TRAPPIST-1, a 40 años luz de la Tierra (constelación de Acuario), tiene a su alrededor siete pequeños planetas, etiquetados con las letras de la b a la h en orden creciente de distancia de la estrella, tienen tamaños similares a la Tierra. La NASA llevaba algún tiempo estudiando este sector cercano a través de la cooperación internacional con el telescopio TRAPPIST-Sur del Observatorio La Silla que pertenece al European Southern Observatory, el telescopio VLT del Observatorio Paranal y el telescopio espacial Spitzer de la propia NASA, que arrastró consigo además a varios observatorios secundarios más, entre ellos los de La Palma (Canarias).

Como una de las principales instituciones científicas del mundo, la NASA ha sido la encargada de darle mayor empaque a un descubrimiento muy importante. Por varias razones: primero porque demuestra que los exoplanetas no son sombras teóricas, segundo porque incluso estrellas cercanas pequeñas tienen sus propios sistemas planetarios, y tercero porque al menos seis de ellos son comparables en tamaño y temperatura a la Tierra. El sistema de detección es bastante conocido: los tránsitos. Cuando los cuerpos que orbitan una estrella pasan por delante del foco de luz emitida (los denominados “tránsitos”) los observadores pueden inferir datos como tamaño, temperatura atmosférica y composición (si los astrónomos utilizan instrumentos diseñados para ello). Ventajas del nuevo sistema: las órbitas son lineales (como en el Sistema Solar

23

Representación artística de cómo el el Sistema TRAPPIST-1 (NASA / JPL-Caltech / EPV)

El autor y coordinador del estudio colectivo es Michaël Gillon, del Instituto Star de la Universidad de Lieja (Bélgica) destacó principalmente un detalle, que todos son similares a la Tierra. No hablamos de planetas gaseosos en los que sería imposible vivir, ni siquiera rocas heladas sin atmósfera, son planetas con atmósfera y de dimensiones parecidas a nuestra bola azul. Y sin embargo las condiciones de ese sistema planetario son muy diferentes al nuestro. Para empezar TRAPPIST-1 es una estrella “pequeña” para la escala solar, ya que apenas tiene el tamaño de Júpiter, y su brillo es débil. En comparación con nuestro “vecindario” es un punto central pequeño y frágil, aunque este tipo de estrellas son para los astrónomos los lugares perfectos para encontrar planetas que cumplan con el modelo terrestre. Y el sistema TRAPPIST-1 es el primero en el que hacen diana.

La debilidad estelar significa que las órbitas planetarias son mucho más cerradas y cercanas: por cálculos, siempre en comparativas con el Sistema Solar, los cuerpos orbitales están a la misma distancia que las lunas de Júpiter de éste. Esto implica a su vez que la zona habitable (donde la temperatura permite que haya agua líquida) es mucho más restringida que en el Sistema Solar, y que los tamaños son también variables. El estudio determina que son bastante similares entre sí, con escalas que, por comparación, equivaldrían a Venus y la Tierra, y que por su densidad es muy probable que los más cercanos a la estrella sean rocosos.

Lo que seguro es que en esas distancias es muy probable que reciban la misma cantidad de luz que el circuito interior del Sistema Solar, en el que están Marte, la Tierra, Venus y Mercurio. Los más cercanos son TRAPPIST-1 b, c y d, y quizás demasiado cálidos, mientras que TRAPPIST-1 e, f y g sí que están en la zona perfecta. El último, h, está demasiado lejos y su órbita aún está por confirmar definitivamente. Para completar los estudios, a partir de ahora la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) van a utilizar el telescopio espacial Hubble para enfocar este sistema, principalmente para confirmar si estos planetas tienen atmósfera.

Representación, a escala, de cómo serían los siete planetas respecto al circuito interior del Sistema Solar, con la Tierra, Venus, Marte y Mercurio (NASA)