Libros del Zorro Rojo reedita una monumental declaración de amor al cine desde el arte de la ilustración y con los pies anclados en el género negro. Una delicia para los amantes de la novela negra y del cómic, ya que esta obra.

En 1915 Dashiell Hammett entró a trabajar en la Pinkerton’s National Detective Agency de Baltimore como detective privado, experiencia fundamental para alimentar la gran maquinaria mental que le convertiría en el maestro del género negro, fundamental para la literatura norteamericana y occidental. No sólo le acercó al submundo del crimen, sino que le dio una cantera inagotable, y realista, de perfiles humanos. Lo hizo a través de aquel Agente de la Continental (sin nombre, narrador anónimo, como un guía del submundo). En octubre de 1923 se publicó la primera historia de Hammett en que aparece el personaje, que protagonizó más de una treintena de relatos, la inmensa mayoría publicada en la revista Black Mask.

Uno de esos relatos fue ‘Fly Paper’ (la traducción real sería “papel cazamoscas”), ‘Matamoscas’ para el público español, publicada en agosto de 1929 en la revista, el antepenúltimo de la serie. Es, además, una síntesis de lo que representó literariamente Hammett: acción, realismo duro, thriller, concisión sin extras ni lastres. Corta y al pie, que dirían los futboleros. Una perla de las muchas que dejó tras de sí en una corta pero fulgurante carrera literaria que le transformó en un tótem del género negro, tan apegado a la cultura norteamericana. Pero fue mucho más que eso: varias décadas después el ilustrador Hans Hillman aprovechó el arquetipo formal que es ‘Matamoscas’ para hacer un homenaje múltiple: a Hammett, al cine negro, a la novela negra, y al cómic, al que catapultó con esta obra pionera. Porque ‘Matamoscas’ tiene truco.

Sue Hambleton, una muchacha rebelde de familia acomodada, se había fugado. Harta de la ostentación de la Quinta Avenida de Nueva York, redirigió su vida hacia los callejones oscuros de una San Francisco vista desde abajo, repleta de gánsters, prostitutas e impostores. Tras su repentina desaparición, y contratado por el padre de la muchacha, el agente de la Continental (detective privado duro e implacable, arquetipo del subgénero hard boiled, creado por el propio Hammett) deberá resolver el caso. La obra es una adaptación ilustrada de uno de los múltiples relatos de Dashiell Hammett en sus primeros tiempos. Lo que publica Libros del Zorro y que ilustró Hillman no es el relato completo, sino una parte del mismo que permite seguir el argumento sin problema. Según el propio Hillman, eligió uno de los cuentos de Hammett en el temprano 1975, aquel ‘Fly Paper’ porque “quería desarrollar un proyecto de libro que secuenciara la historia a la manera del cine. Lo que más me gusta de ‘Matamoscas’ es que todo luce un poco desgastado, miserable, casi como la vida real de aquella época. No hay gente demasiado pobre o rica, no hay detectives superhombres, ni nada excepcional del lado de los criminales”.

Durante siete años, el ilustrador y cartelista Hans Hillman elaboró para el relato ‘Matamoscas’ más de doscientas cincuenta acuarelas en una extensa gama de grises. Con sus sorprendentes planos de cámara (zoom, corte, plano general, corte, primer plano), colocó literalmente a Hollywood a la sombra del deslumbrante sol de una áspera California, abarrotada de criminales de poca monta. Un acercamiento al cine desde el arte, que parece casi un plano secuencia de cine. El resultado es una adaptación ilustrada que en su momento fue precursora de la propia novela gráfica. No hay que olvidar que Hillman recreó este trabajo en paralelo a los primeros volúmenes de Eisner como ‘Contrato con Dios’. La misma necesidad de desbordar el cómic y la ilustración hacia nuevas cotas, la fusión de literatura y arte en un nuevo campo que hoy es una de las mejores formas de expresión que existen. Eso es lo que publica la editorial Libros del Zorro Rojo, una joya.

Dashiell Hammett (Maryland, 1894 – Nueva York, 1961)

Hijo de una familia de granjeros, a la temprana edad de trece años abandonó la escuela y ocupó diversos empleos hasta incorporarse en la Agencia de Detectives Pinkerton. Tras alistarse como voluntario en la Primera Guerra Mundial, su salud se vio afectada por la tuberculosis, suceso que lastró su carrera como investigador privado; empero, aquella experiencia inspiró todo su posterior derrotero literario. ‘El camino a casa’, su primer relato escrito en 1922, apareció en la revista Black Mask, icono del pulp, donde publicó con asiduidad, compartiendo galeras con novelistas de la talla de Ray Bradbury o H. P. Lovecraft. Autor de ‘Cosecha roja’ (1929) y ‘El halcón maltés’ (1930). Padre del subgénero hard boiled (versión más violenta de la novela negra) creó el arquetipo de detective solitario e inquebrantable, siendo Sam Spade y el agente de la Continental sus más célebres creaciones.

La caza de brujas emprendida por el senador McCarthy acabó con su incipiente trayectoria en Hollywood. Desde 1934 Hammett había arrinconado su actividad literaria para dedicarse plenamente a la militancia política, compromiso que le valió seis meses en prisión al negarse a delatar a sus compañeros del Partido Comunista. “Me parecería poco viable si la mayoría no lo quisiese”, fue su escueta pero lúcida respuesta a la pregunta del Comité de Actividades Antiamericanas sobre si apoyaría la implantación de un sistema comunista en los Estados Unidos. Halló su más eximio sucesor en Raymond Chandler. Ahogado en deudas, falleció a los sesenta y siete años, en Nueva York, por un cáncer de pulmón.

Hans Hillmann (Silesia, 1925 – Fráncfort, 2014)

Admirado como uno de los grandes referentes del diseño gráfico alemán, la figura de Hans Hillmann es, sin embargo, poco conocida fuera de las fronteras de su país natal. Inició su carrera como diseñador de revistas, diarios y carátulas de películas de alquiler, pero fue con su trabajo como cartelista para la distribuidora Neue Filmkunst cuando sus creaciones alcanzaron una verdadera dimensión artística. Entre 1953 y 1974 firmó más de ciento treinta carteles de películas, entre los que destacan ‘Los siete samuráis’ de Akira Kurosawa, ‘Pickpocket’ de Robert Bresson o ‘El ángel exterminador’ de Luis Buñuel. Fue, junto a Saul Bass e Isolde Baumgart, uno de los máximos exponentes de la moderna cartelería cinematográfica. Su prestigio creciente lo fue volviendo cada vez más selectivo, hasta el punto de aceptar únicamente encargos de los directores que más admiraba, como Michelangelo Antonioni o Federico Fellini. Su lenguaje visual, eminentemente metafórico, atravesó el estilo pictórico, el fervor experimental y el minimalismo más puro y esencial. Icono del New Wave francés y el Nuevo Cine Alemán, su obra ha sido galardonada con el Premio Toulouse-Lautrec en 1962 y exhibida en el MoMA de Nueva York.