Una exposición pensada para reflexionar sobre la pintura de cara al público, que podrá verla hasta el próximo 19 de febrero en el Museo del Prado y que ofrece la oportunidad de ver las obras articuladas en un nuevo contexto para darle un nuevo significado, integral y renovado.

Cuadro de portada: ‘Huyendo de la crítica’ (Pere Borrell y del Caso – 1874)

‘Metapintura’ forma parte de una serie de exposiciones que arrancó en 2010 con ‘Rubens’ y siguió con ‘Belleza encerrada’ (2013) y ‘Goya en Madrid (2014) que invitan a reflexionar sobre la propia colección y contemplar las obras articuladas en un contexto inédito abierto a nuevas lecturas. Es en realidad un viaje que comienza con los relatos mitológicos y religiosos sobre los orígenes de la actividad artística en los albores de la Edad Moderna y finaliza en 1819, año de la creación del Museo del Prado, para celebrar así, también, el 197 aniversario de esta institución concebida como templo de las artes, y que supuso, a comienzos del siglo XIX, la entronización de éstas como material útil a la sociedad.

La muestra se hilvana para destacar dos detalles de cara al espectador. Por un lado, el hecho de que durante los siglos XVI, XVII y XVIII no existía una concepción de la historia en términos nacionales sino un concepto mucho más amplio de la idea del arte, un lenguaje universal que no conocía fronteras. Prueba de ello son las obras de pintores españoles, italianos y flamencos en las que se rinde tributo explícito a Tiziano y que pueden verse en la exposición. Por otro lado, a través de la presencia de Jovellanos y de los primeros escritos españoles modernos sobre Historia del Arte en la muestra, el visitante podrá entender cómo a finales del siglo XVIII nace una concepción moderna de la historia del arte ligada a la historia nacional.

El recorrido planteado en esta exposición se contextualiza en dos de los pilares más ligados al Prado y que constituyen su columna vertebral: las Colecciones Reales y el arte español, dos términos inseparables ya que el desarrollo del arte en el país estuvo íntimamente condicionado por la existencia de las colecciones reales. Un itinerario muy variado desde el punto de vista material, ya que incluye pinturas, dibujos, estampas, libros, medallas, piezas de artes decorativas y esculturas, 137 obras que hacen alusión al arte o las imágenes porque representan a artistas como los autorretratos de Tiziano, Murillo, Bernini o Goya; porque incluyen otras pinturas o esculturas como ‘San Benito destruyendo los ídolos’ de Rizi o ‘Palas y Aracne’ de Rubens; o porque abordan alguna cuestión relacionada con la definición del arte y su historia como el libro de José García Hidalgo, ‘Principios para estudiar el nobilissimo, y real arte de la pintura…’ o el retrato de Jovellanos, obra de Goya.

La exposición se divide en quince etapas que hablan de la relación entre el arte, el artista y la sociedad, y cada una de las cuales aborda un asunto específico: los poderes atribuidos a la imagen religiosa, el papel desempeñado por la variante del “cuadro dentro del cuadro” (un buen ejemplo son ‘Las Meninas’), el intento de los artistas por romper el espacio pictórico y prorrogarlo hacia el del espectador, los orígenes y el funcionamiento de la idea de tradición artística, los retratos y autorretratos de artistas, los lugares de la creación o del coleccionismo artístico, el origen del concepto moderno de la historia del arte, la subjetividad que irrumpe en los autorretratos desde la Ilustración o la importancia que en el debate artístico moderno tuvieron los conceptos de amor, muerte y fama.

Además, en esta exposición el Museo del Prado rinde homenaje a Cervantes en el IV centenario de su fallecimiento ya que reserva un espacio al Quijote, como hito universal de la literatura autorreferencial, poniéndolo en relación con ‘Las meninas’. Así como la obra de Cervantes es una novela sobre la novela, la de Velázquez es una pintura sobre la pintura, en la que el autor no solo se representa pintando, sino que aborda varias cuestiones importantes sobre las posibilidades del arte de la pintura y el papel del pintor. El cuadro permanecerá en la sala 12 del edificio Villanueva, donde se expone habitualmente, pero está presente en la exposición a través de una reproducción actual de un fragmento del grafoscopio de Laurent frente a primeras ediciones de las dos partes del Quijote,  para recordar al visitante que dos de las obras maestras del Siglo de Oro en España son puntos de referencia para la historia de la metaficción.

El catálogo, la gran aportación de la exposición

En paralelo a la muestra el museo publica el catálogo homónimo, que recoge y estudia el material visual vinculado al arte en España, a través del cual sus autores han realizado una reflexión explícita sobre sí mismos, sus inquietudes, las reglas que rigen su arte, los usos vinculados a su actividad, o la vida de las imágenes. Se trata, en la (incierta) medida en la que esto es posible, de hacer una historia del arte o de las imágenes en primera persona, una historia en la que los propios cuadros, estampas o esculturas nos informan sobre ellos mismos. El texto está escrito por Javier Portús, Jefe del conservación de Pintura Española (hasta 1700) del Museo Nacional del Prado, que lleva buena parte de su carrera profesional reflexionando sobre estos temas.