Nada ponía más a Hollywood que la Biblia: para ser el lugar menos religioso de todo EEUU se pusieron las botas haciendo cine religioso, pero con su prisma. Uno de sus mayores éxitos fue ‘Los Diez Mandamientos’, la nueva víctima de la fiebre remake.
Aquella película lo tenía todo para gustar a todo el mundo: mensaje religioso para los judíos (que en gran medida financiaban el proyecto), bíblico para los cristianos, grandes actores y divertimento aventurero y épico para todos los demás. Fue otro de los muchos peldaños de la fiebre por el péplum y el cine religioso que vivió Hollywood durante los años 40, 50 y principios de los 60, en paralelo al western pero con mucho menos recorridos. Seguro que muchos recuerdan, además de ‘Los Diez Mandamientos’ (1956), filmes largos y ambiciosos como ‘Ben-Hur’, ‘Quo vadis?’, ‘La túnica sagrada’, ‘Sansón y Dalila’… y muchas más. Casi siempre había un mismo productor-director-lo que fuera como Cecil B. DeMille. Cómo sería su éxito que uno de los mayores premios del gremio lleva su nombre.
Pero eso fue el pasado. Luego llegaron otras épocas, pero la fiebre del remake que domina actualmente un Hollywood estéril de nuevas ideas (y ávido de taquillazos) ya ha puesto los colmillos en uno de los grandes clásicos. Ya no está la cara de cartón piedra de Charlton Heston para hacer de Moisés, pero alguien habrá. De hecho ahora mismo el remake no cuenta ni con guionistas, ni director ni elenco confirmado. Eso sí, Paramount (la productora interesada) busca a un equipo creativo que pueda darle la vuelta a lo clásico de siempre: Egipto, esclavos judíos, las tablas, el Mar Rojo, el Sinaí… Y eso que hace apenas un año Ridley Scott ya estrenó su propia versión de esta historia con Christian Bale como el profeta hebreo. Demasiado reciente quizás, pero el proyecto está pensado para un año mínimo o más.
Yul Brinner, el antagonista de Heston en la película
La web Tracking Board el estudio Paramount cree que tiene terreno para explotar y que se fijará, sobre todo, en el modelo de ‘Los Diez Mandamientos’ creado por Cecil B. DeMille, a su vez un remake de otra anterior del propio director en los años 20. De momento ya cuenta con Mary Parent y Cale Boyter, cuyo último trabajo ha sido antagónico a éste: ‘Bob Esponja’, la película. Parent ya estuvo detrás del ‘Noé’ de Darren Aronofsky, que ganó más de 360 millones de euros pero no fue suficiente. Pero la fiebre por el nuevo péplum no es nueva: el éxito demoledor de ‘300’ y ‘Gladiator’ un poco antes demostró a la industria que volver a las sandalias, corazas y cascos de cepillo bien podría valer una fortuna en los bolsillos.
El péplum: éxito a la manera antigua
El peplum es un género peculiar: nacido en los años 50 al calor de películas que normalmente eran de presupuesto modesto salvo las que hacía De Mille, que adaptó media Biblia al cine para reventar la taquilla. El término nació de la mente de Jacques Siclier, un crítico de cine francés que en 1962 fusionó la idea del atuendo grecorromano llamado péplum con la versión latinizada. Bautizó así su tiempo como “la era del peplum” por la cantidad de películas que se hacían con esta temática tanto en Europa (principalmente Italia) como en EEUU. El gusto por el cine épico de la época en Hollywood hizo el resto. En España, más castiza y común ella, se rebautizó como “una de romanos” que llegó incluso a las canciones de Sabina.
‘Gladiator’, la película que revitalizó el género
Luego entraría en decadencia a finales de los 60 y quedó para la televisión en series como ‘Hércules’ o ‘Xena’. Pura serie B adaptada a la pequeña pantalla. Entonces llegó ‘Gladiator’ y cambió todo: taquilla, premios, fama. El verdadero peplum tenía, más allá de la época histórica en la Antigüedad (Grecia, Roma, la Biblia), tenía sus propias características de género: un déspota criminal tiraniza un territorio y es desafiado por un héroe solitario, ya sea un guerrero hipermusculado (Hércules) o un profeta (Moisés). Muchas veces se trata de un forastero que, de forma errática, llega al reino, ciudad-estado o pueblo y decide luchar contra el sátrapa en cuestión. Casi siempre había un desenlace en forma de batalla final donde el tirano, muy al estilo Ricardo III, termina muerto a manos del héroe. nobleza. Por supuesto la exactitud histórica es despreciada por completo, con ridículos abundantes como usar decoración romana en plena época arcaica griega o viceversa.
Los estudios de Cinecittá fueron el hogar natural de este género, que en Italia tuvo gran éxito; se hacían de seguido varias películas, incluso con el mismo actor, y eran facturadas mes a mes. Más calidad tuvo el género cuando llegó a Hollywood, donde podríamos encuadrar clásicos como ‘Ben-Hur’, ‘La túnica sagrada’, ‘Quo vadis?’, ‘Espartaco’, la excesiva ‘Cleopatra’ y la menos ambiciosa ‘La caída del Imperio Romano’. Y por supuesto la moralizante ‘Los diez mandamientos’ con Charlton Heston omnipresente. Curiosamente el género que relevó en el entretenimiento barato al péplum fue el spaguetti western, también italiano y exportado a EEUU con éxito.