Marte es una diana gigante para todos, especialmente para la NASA, que tiene previsto lanzar hoy la misión MAVEN.

Esta nueva misión de exploración robótica es explorar la atmósfera marciana y saber las razones por las que se secó la superficie. Es obvio que en Marte hubo agua, que la debe haber en algún lugar (quizás bajo la superficie, acoplada en las capas superficiales de los polos) y que en el pasado modeló o al menos ayudó a modelar la orografía del planeta. MAVEN ha salido hoy desde Florida y tardará diez meses en llegar a Marte.

Sobre cómo se secó hay muchas teorías (calentamiento excesivo, pérdida de atmósfera por falta de gravedad suficiente, efectos colaterales de meteoritos) pero no pruebas concretas. Según los jefes de sección de la NASA, como Jim Green, el planeta fue “azul” hace millones de años, con una atmósfera concreta y una diversidad de elementos en su superficie que se asemejaría al nuestro. Pero algo salió mal, como si hubiera sido un experimento fallido frente al éxito de la Tierra.

 

Recreación artística de MAVEN cuando esté en órbita marciana

Las consecuencias de algo que no funcionó y que aquí sí podría ser una clave para entender cómo funciona el planeta, o parecidos a éste. Serviría, por ejemplo, para entender por qué Marte y Venus parecen dos laboratorios que salieron mal y justo el alumno de en medio funcionó. No hay que olvidar que la Tierra se encuentra en la llamada “zona segura” del sistema: no está lo tan lejos del Sol como para que el calor no sea suficiente y las variaciones térmicas maten la vida (como Marte) ni tan cerca como para convertirse en un horno atmosférico de clima imposible (como Venus).

Precisamente para averiguar qué ocurrió y concretar mejor las teorías marcianas (hasta ahora más ciencia-ficción que ciencia astronómica real) acerca de su pasado. Serviría incluso para saber si Marte es el resultado de un efecto invernadero prolongado (aviso para la Tierra y su deriva climática) o bien el destino final de un planeta que está fuera de esa zona segura y al que el Sol maltrató hasta el punto, según la NASA, de destruir gradualmente la atmósfera imprescindible para que haya vida. Otro problema es el campo magnético de protección: los planetas rocosos del cinturón interior (como la Tierra) generan un fuerte campo magnético que repele la radiación solar y cósmica y evita que la vida sea destruida. En Marte se campo “se apagó” y dejó expuesta la atmósfera y la superficie a ese efecto dañino. Nadie sabe todavía por qué se desactivó ese campo.

MAVEN orbitará sobre la superficie a un mínimo de 125 km de altura y recolectará información durante el tiempo suficiente. Servirá para complementar los hallazgos del rover robótico Curiosity, que ya ha descubierto lo suficiente como para mandar al traste en un año casi todas las teorías previas sobre el clima marciano y su superficie, modulado durante millones de años hacia la actual situación de congelación y sequedad extrema. MAVEN averiguará cómo se moduló la atmósfera y qué cantidad de contenido perdió (y pierde) y cómo varió su temperatura hasta la helada capa actual donde el agua se congelaría al instante.

 

La sonda antes de ser montada en el cohete en Cabo Cañaveral

La sonda de la misión MAVEN