Hacía tiempo que la Tierra no vibraba como lo ha hecho durante el pasado mes de abril: en total han sido 13 terremotos en menos de un mes que han superado la barrera del nivel 5. 

Ha sido el gobierno de EEUU, con sus agencias científicas a la cabeza, la que ha compilado y dado la voz de alarma geológica sobre algo que empieza a ser un rumor insistente: la tectónica de placas terrestre se está acelerando. Que en menos de un mes se concentren cerca de 13 terremotos de gran magnitud, junto con cientos de réplicas menores, es un récord mundial y un aviso de que el suelo bajo nuestros pies se mueve más de lo que nos pensamos. La Agencia Nacional Atmosférica y Oceánica de EEUU (más conocida por sus siglas, NOAA), es la que ha alertado que incluso cinco de ellos provocaron alerta de tsunami.

La NOAA empieza a acostumbrarse a ser el gran vigilante mundial: sus alertas abarcan todo el planeta y han servido a muchos gobiernos de Asia y América Latina para prepararse en caso de tsunami. La agencia monitoriza el territorio norteamericano, y de paso casi todo el globo. Ellos son los que han compilado y concretado en un mapa que adjuntamos esa gran concentración de terremotos. El peor de todos fue el 1 de abril, una bestialidad de 8,2 grados en la escala Richter que sacudió Chile. Los siguientes no superaron los 6,5 grados pero también sacudieron medio planeta, desde el Atlántico Sur hasta México, Canadá, Nicaragua o el Cinturón de Fuego del Pacífico. 

Detrás del temor creciente están esas tres palabras malditas: Cinturón, Fuego, Pacífico. Es decir, Japón, Sumatra, Chile, Perú, sudeste asiático, Alaska, California… cerca de una cuarta parte de la Humanidad vive en o cerca de esta zona. Esta zona, un gran arco tectónico donde chocan entre sí varias placas gigantes, es la zona más caliente del planeta y está asociada a una larga lista de volcanes activos o latentes que, de entrar en erupción conjunta, podrían provocar un pequeño (gran) Apocalípsis geológico en todo el planeta. Hay que recordar que un solo volcán, el Krakatoa, dentro de esa zona (en Indonesia) provocó un enfriamiento parcial del mundo durante una década por la cantidad de ceniza expulsada a la atmósfera. Eso sin contar con la destrucción sobre la superficie.

Mapa del NOAA: los círculos rojos y naranjas son los terremotos de gran magnitud; casi todos en los frentes tectónicos del Pacífico y del Atlántico

El peligro de que la tectónica de placas entre en una fase agitada es muy grande para nuestra civilización: el volcanismo está latente pero de entrar en una fase activa podría modificar como no podemos imaginarnos el aspecto del planeta. Supondría, además, que una buena parte de la población del mundo entraría en peligro. Es el gran temor desde hace años de muchos científicos, tanto como el aviso del Big One sobre California o la costa del Pacífico. Porque todo está conectado: la falla de San Andrés que atraviesa California sólo es una parte de una larga cadena de bombas de tiempo que van desde Alaska hasta la Patagonia, y desde la península de Kamachatka en el este de Siberia hasta Papúa-Nueva Guinea.

Hay un detalle que quizás haya alterado las cifras: muchos geólogos opinan, como en el último informe del Servicio Geológico de EEUU, que el gran terremoto de Chile es el responsable de que haya “vibrado” el resto de la cadena, como fichas de dominó. Según ellos, el terremoto de Chile disparó al alza el registro, generó réplicas a lo largo de varios frentes y quizás haya influido en esa generación y liberación de energía colosal. No hay que olvidar que siempre hay terremotos, a todas horas, en todos los sitios. Pocas zonas del mundo están libres de esos movimientos, y en España las zonas sensibles abarcan las Islas Canarias, Andalucía, la costa levantina (especialmente Murcia y Alicante), el interior manchego e incluso Galicia y Portugal.