Nunca termina, el cine siempre vuelve, una y otra vez, sobre un conflicto que terminó hace 72 años pero que en realidad siempre está ahí; la obsesión occidental, rusa e incluso asiática por la Segunda Guerra Mundial es cíclica y perenne. Este año tendremos obra vuelta de tuerca con ‘HHhH’, estrenada este fin de semana, la próxima ‘Dunkerque’ y ‘Churchill’.

Casi tres cuartos de siglo sirven para mucho: para olvidar, para recordar, para enaltecer el sacrificio de millones de seres humanos para librar a la civilización de la barbarie, para cimentar también, de paso, una de las peores dictaduras de la Historia (la URSS) como el precio a pagar por la victoria, para arrollar una civilización milenaria apoyando el comunismo (China), y para reconvertir a dos naciones militaristas y tremendamente agresivas, Alemania y Japón, en dos corderitos mercantiles. Al menos por ahora. Pero sobre todo da para regodearse, y mucho, en el “Sangre, sudor y lágrimas” que prometió Winston Churchill a los británicos como única manera de vencer al enemigo.

El revisionismo histórico es igual de peligroso que la ignorancia, la apatía ante sucesos que parecen muy lejanos. Al gremio del cine, y más concretamente a Hollywood, siempre se le ha echado en cara que ha reescrito la Historia de la guerra que cambió el mundo para siempre (salvo catástrofe absoluta es muy probable que no vuelva a existir un conflicto semejante, sobre todo porque el poder de destrucción actual es mucho más grande y determinante). Ha dado siempre la versión épica y patriótica de un conflicto que parece que ganó EEUU en solitario, cuando fue un trabajo conjunto que exprimió todos los recursos de Gran Bretaña (perdió su Imperio de siglos en el esfuerzo), que arruinó y dividió Francia durante décadas, y que le costó la inabarcable cifra de 12 millones de muertos a la Unión Soviética y casi 17 a China.

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Pero no es sólo Hollywood: todos los países que estuvieron involucrados han contado sus versiones (desde Polonia a Rusia, pasando por Grecia, Alemania, Francia, Italia, incluso Países Bajos y la espléndida ‘El libro negro’), siempre con la victoria de la libertad frente al fascismo como vara de medir, aunque fuera para caer en las garras del comunismo ruso y chino. Aquella guerra supuso la convergencia de todo lo malo posible, pero también un triunfo, al menos entre los occidentales, de un modelo de vida que es fundamental para nuestra civilización: libertad, derechos civiles, imperio de la ley, tolerancia, diversidad. Todo intento en contra de esos valores ha sido siempre tildado con el adjetivo “fascista” o “nazi” con mucha ligereza. Pero, bien lo sabían los romanos, la Historia la escriben los vencedores, y los Aliados llevan décadas regodeándose en el sufrimiento y esfuerzo de aquella guerra.

En 2017 han convergido, bien por casualidad o por un nuevo renacer del tema, varios filmes de muy diferente tipo que van a ahondar en el recuerdo, heroico, trágico, dramático o humano. Este mismo fin de semana se ha estrenado ‘HHhH’, el relato de cómo un grupo de resistentes checos, con ayuda británica, eliminó a uno de los peores psicópatas que trabajó para el Tercer Reich, Reinhard Heidrych, mano derecha de Hitler, casi su “sucesor” y uno de los artífices de la Solución Final en combinación con las SS y el aparato de seguridad del régimen. La película, francesa, dirigida por Cédric Jimenez e interpretada por un reparto heterogéneo, con Jason Clarke y Rosamund Pike a la cabeza, aborda lo que entonces fue llamado “acto terrorista” y que hoy es descrito como un acto de valentía, sacrificio y sobre todo utilidad: asesinaron al posible heredero hitleriano y a uno de los líderes nazis más sobresalientes por su instinto homicida.

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Todo arrancó en 1942, antes de Stalingrado, cuando el poder nazi estaba en su apogeo en el continente. La resistencia checa en Londres decide planear la operación militar más ambiciosa de la Segunda Guerra Mundial: Antropoide. Dos jóvenes reclutas, Jozef Gabcik (Jack Reynor) y Jan Kubis (Jack O’Connell) son enviados a Praga para intentar asesinar al líder nazi más cruel de todos, Reinhard Heidrych (Jason Clarke), uno de los jefes temibles de las SS y que, de haber sobrevivido, bien podría haber relevado a Himmler de su puesto para convertir a la doble runa en una máquina de matar. No sólo fue un golpe propagandístico tremendo contra el nazismo, sino que desbarató buena parte del entramado de poder que había mantenido al Reich en pie. Después de su muerte Hitler se encerró mucho más en sí mismo y sobre todo fomentó las rencillas internas como forma de controlar al monstruo que había creado.

No es cuestión de contar el final, pero ya es sabido: el coste humano del golpe fue tremendo, incluyendo un asalto a una iglesia en la que se el heroísmo se confundió con un instinto suicida con tal de no quedar en manos de los nazis. Para los que no conozcan el suceso será una forma diferente de afrontar las miserias detrás de las fronteras del Reich, un estado asesino sin compasión que alcanzó con “El Hombre con el corazón de Hierro” unas cotas de miseria casi infinita. Fue una victoria parcial, pero que, con la perspectiva histórica, resulto ser uno de los grandes golpes estratégicos para los Aliados. Y se trata de cantar las victorias, de recordar. Lo dicho, la guerra sin fin.

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Con mucho más presupuesto y esfuerzo “político” detrás llegará el 21 de julio próximo ‘Dunkerque’. Christopher Nolan ha dado un paso al frente con un proyecto muy ambicioso que, antes incluso de ser estrenado este verano, ya cuenta con papeletas para los próximos Oscar. Porque junta tres cosas esenciales: la Segunda Guerra Mundial, que siempre da réditos artísticos y de taquilla, un episodio de orgullo nacional que fue como una venda ante los desastres de la guerra, y sobre todo porque quien se pone detrás de la cámara es Nolan, que también construyó el guión a partir de los relatos personales de soldados, la prensa de la época y los archivos militares.

Nolan, londinense con pedigrí (nació en Westminster), ha optado por reflejar en pantalla el principio de todo, antes incluso de que la Luftwaffe empezara el Blitz (bombardeo indiscriminado) sobre Inglaterra, antes incluso de la Batalla de Inglaterra. Dunkerque (Dunkirk en su nombre original y que da título a la película) fue un episodio clave por muchas razones, por motivos militares, humanos, políticos e incluso para algo tan fugaz como el ánimo de un antiguo imperio que se veía en el filo, empujado por una máquina de la guerra como era el ejército alemán de la Blitzkrieg, la guerra relámpago que demostró en apenas un par de meses que todos los planteamientos británicos y franceses eran anticuados, erróneos y condenados al desastre. Fue entre mayo y junio de 1940.

Christopher Nolan construyó un guión propio y eligió a viejos conocidos para poder construir el reparto y el equipo técnico: Tom Hardy (“su” Bane en ‘El Caballero Oscuro’), Mark Rylance (un veterano actor de teatro inglés con premios bajo el brazo), Kenneth Branagh (todo un veterano con más experiencia y tablas que el propio Nolan) y el polivalente Cillian Murphy (con el que ya trabajó en ‘Inception’). Y para los “chicos de las playas” un grupo de debutantes o secundarios con tablas como Fionn Whitehead, Aneurin Barnard, Jack Lowden, James D’Arcy, Barry Keoghan y Tom Glynn-Carney. Y un invitado desconocido a medias, Harry Styles, el ex de One Direction que debuta en el cine con su papel de soldado raso atrapado entre la tenaza alemana y el Canal de la Mancha.

El 4 de agosto llegará un ejemplo de cómo otros países afectados también reconstruyen su memoria colectiva con el cine: ‘La decisión del Rey’, una película noruega sobre cómo el rey Haakon VII se resiste a los nazis y decide marchar al exilio con sus jefes políticos y militares para poder seguir con la lucha. La película narra tres días extremadamente dramáticos vividos en Noruega en Abril de 1940. Tras la llegada del ejército alemán a Oslo, el rey noruego Haakon VII recibe un ultimátum impensable por parte de los alemanes: rendirse o morir. Ante esta situación, el rey deberá tomar una decisión que cambiará para siempre la historia de su país. Erik Poppe dirige este drama protagonizado por Jesper Christensen y Anders Baasmo Christiansen.

Y el 8 de septiembre ‘Churchill’, una nueva incursión biográfica en pantalla grande sobre uno de los héroes, con todas sus dobleces y esquinas en sombra, de la guerra. El “viejo león” conservador, liberal, o lo que hiciera falta, que lideró a Gran Bretaña en la guerra para poder vencer. Churchill tuvo que tomar una importante decisión en las tensas 48 horas previas al desembarco de Normandía en 1944. Durante la delicada situación se vio obligado a enfrentarse con sus generales y los aliados norteamericanos antes del momento que se convertiría en el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial. Porque si la campaña del Día D fallara, teme ser recordado como el arquitecto de una carnicería.

Jonathan Teplitzky construye un thriller entre la política y la guerra escrito por el historiador Alex von Tunzelmann. Brian Cox es el encargado de interpretar a Churchill, mientras que Miranda Richardson será su mujer Clementine, John Slattery el General Eisenhower y James Purefoy el Rey Jorge VI. Más que guerra es un intento de esclarecer lo que ocurrió en las horas previas, y cómo una decisión trascendental se convirtió en un pulso entre líderes aterrados por las consecuencias. Churchill se temió lo peor, y Eisenhower, incluso, escribió una carta “B” asumiendo la responsabilidad del hipotético desastre y de paso dimitir.

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