Luke Cage es otro producto Marvel adaptado a su tiempo, los años 70, cuando el público afroamericano dejaba de ser un marginal económico y la lucha contra el racismo aumentaba con fuerza. Vuelve a la actualidad porque Netflix estrenó con éxito la primera temporada en todo el mundo en la misma línea que Jessica Jones: cómic en pantalla pequeña pero con factura grande y, sobre todo, con una ambientación muy distinta.
IMÁGENES: Marvel / Netflix
Ha sido el mayor golpe de efecto de la plataforma de TV en mucho tiempo, pero que bebe de una creación pionera de los 70: un superhéroe negro. Cuando Netflix comunicó que la avalancha de peticiones de descarga de la primera temporada de ‘Luke Cage’ había roto su sistema informático de almacenamiento daba a entender el grado de éxito de la apuesta. Frases como “Creo que la sociedad está preparada para ver un héroe negro inmune a las balas” en pleno síndrome de bajas civiles negras a manos de la policía en EEUU también mandaba un poderoso mensaje: la sociedad cambia, los gustos también, y ver a un chico negro de Harlem ser inmune a puñetazos, balas y cuchillos y con una fuerza sobrehumana ya no es una supuesta conspiración contra los blancos. O puede que sí, porque las pocas críticas negativas que ha recibido han venido incluso por una supuesta discriminación de los blancos en la serie. Si tenemos en cuenta el dominio absoluto de la población blanca en la generación de contenidos en cómic, cine y TV quizás se puedan ver las cosas como un reajuste positivo. No todos los clientes de Netflix son afroamericanos, y menos en el resto del mundo, por lo que es de entender que el producto es bueno independientemente de los colores de la piel.
En realidad el héroe de Harlem, su guardián contra el crimen es producto de tres puntos clave de Marvel. El primero, la necesidad, a principios de los 70, de darle una vuelta de tuerca a su línea de producción después de que en los 50 y 60 naciera el eje central de su catálogo con Stan Lee y compañía. La segunda, que Marvel quería diversificar esos contenidos para atrapar a lectores afroamericanos y no quedarse atrás en los cambios sociales que vivía el país. Y el tercero, la avaricia de la compañía, que necesitaba mantener el ritmo de beneficios en su competición con otras editoriales. Así fue cómo apareció ‘Luke Cage, Hero for Hire’ en junio de 1972 con una estética muy de la época: un afroamericano de camiseta amarilla ajustada, cinta en el pelo, estética del blaxpoitation y siniestras referencias al esclavismo (cadena alrededor de la cintura y lo que parecen grilletes en las muñecas). Los creadores eran Archie Goodwin, John Romita y George Tuska.
Evolución de las portadas de Luke Cage desde los 70 a la actualidad
Fue un bombazo pionero: el primer cómic por y para un héroe negro, en solitario, no como aliado o muleta de un superhombre blanco que salvaba el mundo. Él solo. Antes de él había aparecido Pantera Negra, pero siempre ligado a otros personajes blancos. No sería hasta después del éxito de Luke Cage cuando Pantera Negra tuvo su primer número en solitario, en 1973. El argumento central era sencillo: Carl Lucas era un macarra pandillero de Harlem, carne de gueto, que era acusado injustamente de un crimen que no había cometido. En la prisión le engañan con ayudarle a cambio de que se someta a una serie de experimentos con humanos para crear un superhombre. Pero algo sale mal, en principio: creen que ha muerto, y entonces logra escapar para regresar a Nueva York con otro nombre, Luke Cage. Su obsesión será encontrar a los que le incriminaron para ajustar cuentas, además de ganarse la vida como mercenario al servicio de la gente. De ahí lo de “Héroe por alquiler”. Su mayor problema era que sus poderes no permitían grandes alegrías visuales: simplemente era una fuerza física brutal, piel impenetrable y curación rápida. No alcanzaba el supuesto glamour mutante del resto de personajes de la editorial.
A partir de ese instante el personaje evolucionó sin parar: no había terminado la primera serie de entregas cuando cambió a Power Man, uno de sus muños apelativos. Pero lo que pronto empieza, igual de pronto se esfuma. Luke Cage era producto de un fenómeno cultural muy concreto, el de la Blaixpoitation, es decir, la moda setentera de hacer películas, novelas, series y cómics de afroamericanos sólo para afroamericanos, a sabiendas de que gente de otros sectores también los comprarían. Cuando el fenómeno se esfumó a finales de la década él cayó con ella. Marvel entonces decidió reorganizar su catálogo y empezó a fusionar historias paralelas de muchos de estos personajes. A Cage le tocó juntarse con Iron Fist (Puño de Hierro, que por cierto también va a tener adaptación en formato de serie de TV) para crear ‘Héroes de Alquiler’, que les valió una segunda vida de éxito como pareja mixta a puñetazo limpio hasta los años 80, cuando de nuevo, ante el empuje de la revolución de la novela gráfica y el nuevo cómic más psicológico y literario, volvió a pasar a la sombra.
La representación clásica del personaje: reminiscencias de la esclavitud (las cadenas y los grilletes de las muñecas), hipermusculado y la característica camisa amarilla, que luego pasó a ser camiseta
Sin embargo una parte del público no se olvidó de ellos y permitió a la Marvel seguir facturando contenidos con el rostro de Luke Cage, que también evolucionó en el tiempo, siempre en función de las modas estéticas. El final del héroe fue planeado en los 90: dejaba más de 20 años de trabajo como héroe para montar un bar y retirarse, cansado de ser la diana de todos los golpes. Pero si algo está muy claro en la Marvel es que no hay cadáver exquisito que no merezca una resurrección más, una explotación más. Bien lo saben en la editorial: exprime o muere. Su particular recuperación empezó en el año 2000. Con el nuevo siglo y las opciones de abrazar a Hollywood hasta asfixiarlo, no dudaron en empezar a generar nuevos contenidos a cargo de nuevos guionistas y dibujantes.
Brian Michael Bendis empezó ese año como parte del crescendo que culminaría en ‘Civil War’, para luego quedar ligado a Jessica Jones en la serie de ésta, ‘Alias’ (de la que ya hemos hablado en El Corso, número 54), con la que llegaría a establecer una sólida relación sentimental que incluiría incluso una hija (Danielle Cage). Luego incluso quedaría vinculado a Los Vengadores primero, y luego con la saga ‘Los Nuevos Vengadores’ como líder. Pero no duraría mucho. Curiosamente en paralelo a la serie de TV Marvel le ha dado una nueva oportunidad junto a Puño de Hierro, volviendo al mismo punto de partida que a finales de los 70.
Cage según Netflix
Netflix sumó, en Harlem, afroamericanos, hip-hop, algo de R&B, el escenario urbano, un poco de género negro, crimen organizado, mensaje de civismo neoyorquino y un planteamiento que se distancia, y mucho, del cómic en pantalla habitual. Nadie va a encontrar capas, mallas, un despliegue apabullante de efectos especiales… ni rastro del estilo “Vengadores”. Más bien todo lo contrario: el tono es más cinematográfico y pegado al thriller urbano. Toda la serie es además un elaborado spin-off de ‘Jessica Jones’ (donde Mike Colter, que da vida a Cage, ya aparecía de forma esporádica), y que culmina la “tetralogía” de adaptaciones (por ahora) de Netflix, que empezó con ‘Daredevil’, siguió con ‘Jessica Jones’ y ahora con ‘Luke Cage’, y dentro de poco ‘Puño de Hierro (Iron Fist)’ (para 2017). A Colter le acompañan en el reparto Mahershala Ali (Cornell ‘Cottonmouth’ Stokes), Rosario Dawson (Claire Temple), Simone Missick (Misty Knight), Theo Rossi (Álvarez) y Alfred Woodward (Mariah Dillard).
La banda sonora es de gran calidad, con un toque retro en la presentación que recuerda de fondo al cine ochentero, a la vida del gueto… y al cómic. Las referencias encubiertas (los famosos “easter eggs”) al origen Marvel son continuos, desde la camiseta amarilla a la estética de algunos personajes secundarios (Misty Knight, por ejemplo), incluso los grilletes y la cinta metálica de la cabeza cuando Cage sale del experimento fallido. Su origen se narra en el primer episodio: era un antiguo policía acusado injustamente de un crimen que termina en la prisión de Seagate, donde es maltratado por otros presos bajo órdenes de policías que quieren acabar con él. Tras una de las palizas termina en un experimento a cargo de la doctora Reva Connors para intentar salvarle, que sale muy mal porque uno de los policías intenta matarle. El resultado es el nacimiento del héroe, que volverá a Nueva York para vengarse y reconstruir su vida.