Escogemos un libro para abordar un país como Corea del Norte, y ninguno mejor que ‘El huérfano’ de Adam Johnson, Premio Pulitzer en 2013.

IMÁGENES EDITORIALES: Seix Barral

¿Se puede definir un país a través de un libro? Una pregunta surgida durante una conversación que se convirtió en una tarea de trabajo. Elegimos un país, el más raro y que es la esencia misma de ‘1984’ de George Orwell, Corea del Norte, y una novela que no hemos seleccionado al azar: ‘El huérfano’ de Adam Johnson, una visión demoledora y de sinceridad brutal sobre la peor dictadura del mundo, con permiso de lo que posee ISIS en el norte de Irak. El libro vio la luz en español con Seix Barral en junio de este mismo año, y es lo suficientemente reciente como para poder abordar desde el prisma literario la dictadura que haría palidecer a algunos nazis, si no fuera por el genocidio, el imperialismo y el racismo exasperante. Por lo menos el país “dirigido” por Kim Jong-un no intenta invadir a otros, si no fuera por las bravatas constantes contra Corea del Sur.

Johnson utiliza el personaje de un huérfano, Jun Do, para estructura su historia, la de un ser desvalido y falto de amor que vive en un orfanato y se considera un buen  y humilde ciudadano “del mejor país del mundo”. A los catorce años es reclutado por el ejército norcoreano como soldado de túneles, y asciende al servicio del Gobierno, primero como secuestrador y asesino profesional, luego como oficial de  inteligencia militar. Guiado por un sentido extremo de la lealtad y el sacrificio, Jun Do es capaz de cometer los actos más atroces sin pestañear, pero es, también, aquel niño abandonado que busca desesperadamente el amor. Se trata de un thriller trepidante y surrealista de lo que habita de verdad bajo el telón de hormigón y acero casi impenetrable; también es una bella historia de amor que transporta al lector en un viaje a las profundidades de Corea del Norte y al rincón más íntimo del corazón humano.

En realidad la novela resultante tiene un efecto tan rotundo que se ha convertido en una de las últimas y mejores obras distópicas que existen, pero vuelta del revés, como un remedo actual de la mencionada ‘1984’ o ‘Un mundo feliz’, o cualquiera de las novelas y relatos que han creado ese futuro dictatorial que más tarde o más temprano termina por llegar en toda sociedad civilizada que teme por su presente y a la que le da escalofríos su futuro si algo se tuerce. Por ejemplo ‘V de Vendetta’, la película, lo deja bien claro: la dictadura llega con el miedo. Pero lo de Corea del Norte lo supera todo, ya que fue un régimen impuesto por la violencia y el control sin que hubiera antes nada parecido salvo un régimen colonialista japonés. Y como en todas las novelas de este tipo, el personaje principal termina por rebelarse contra el propio Estado por las contradicciones internas y por esa necesidad de amor que le marca para siempre.

‘El huérfano’ hace converger tres líneas en sus páginas: la descripción del estado totalitario comunista que es Corea del Norte, podrido por dentro y tan burocratizado y alienado que no hay forma de destruirlo; la intriga de cómo asciende y se mueve Jun Do por el interior de esa misma estructura; y el romance y la parte emotivo de un personaje marcado por su origen solitario. Va siempre un poco más allá. Por ejemplo no se sabe si es cierto que se le prohíba a la gente mirar hacia el cielo estrellado de noche, algo fácil porque apenas hay suministro eléctrico nocturno, en parte por la falta de capacidad de generar energía pero también para no dar pistas de infraestructuras a los satélites enemigos. Sin embargo la fantasía resulta ser terriblemente realista, una estructura caduca que se sostiene por el miedo y la burocracia represiva, por la delación continua y la aquiescencia distante de China, que ya ha mostrado signos de estar “harta” de su vecina, que pasa de protegida a lastre. Por ejemplo la ansiedad que describe Johnson porque el gobierno sabe que lentamente el resto del mundo se filtra por las rendijas que no puede sellar el sistema.

Johnson usa varias voces y tonos, desde la ironía con aspiraciones de ser sátira al drama profundo. Resuenan historias increíbles, como que muchos norteamericanos huyen a Corea del Norte para refugiarse de su país en ruinas, o que los amados líderes son seres divinizados que escribían un libro al día. Pero sobre todo hay realismo, sin cortes, ni pegas, ni censuras. Lo que cuenta deriva de su contacto con periodistas, agentes, exiliados y ONG que saben mejor que nadie que el país ha sufrido ya tres hambrunas desde los años 60 en las que han muerto millones de personas, que casi un tercio de la población espía a los otros dos tercios, que cientos de miles son internados en campos de concentración que se vacían “misteriosamente”… el individuo no existe. Es alimento para el Estado, así de claro. Una novela única y arriesgada que sirve para responder la pregunta del principio: “¿Puede definirse un país por un libro?”. Pues sí, y por eso es Premio Pulitzer.

Adam Johnson

Hijo de Dakota del Sur, un estado literario sólo en el cine (‘Con la muerte en los talones’, por ejemplo), que vio la luz en 1967 para convertirse en periodista y escritor de éxito con un Pulitzer en 2013 que le abrió las puertas de la traducción a muchas lenguas planetarias. Sin embargo creció en la otra punta del país y del clima: del congelador de Dakota a la brasa incesante de Arizona, donde creció. Actualmente es profesor de Escritura Creativa en la Universidad de Stanford y ha colaborado con medios como Esquire, Harper’s, Tin House o The Paris Review. Fue alumno de Neil Connelly en los 90 y de la Florida State University, con lo que continuaba con su peregrinación. Antes de ‘El huérfano’ (publicada en 2012), publicó la novela ‘Parasites like us’ (2003) y el libro de relatos ‘Emporium’ (2002). Ha publicado numerosos relatos en medios de comunicación y está considerado como uno de los mejores profesores universitarios de EEUU.

Corea del Norte en letras y cómics

Una dictadura que parece sacada de la novela ‘1984’ de Orwell con todos los tonos cutres de la pobreza y la falta de moral absoluta. Una dictadura que haría palidecer al nazismo si éste no estuviera asociado al racismo, el asesinato de masas y el imperialismo. Porque los campos de concentración existen, aunque son más del estilo de China, “campos de reeducación”. Es el horror convertido en realidad. Tan extremo que no podía sino terminar como escenario de novelas, ensayos e incluso de cómics. Escogemos, aparte de ‘El huérfano’, otras dos obras que nos ayudan a acercarnos a un régimen tan opaco y extraño: ‘Querido líder. Vivir en Corea del Norte’ (Tusquets), de Barbara Demick, y la novela gráfica ‘Pyongyang’, de Guy Delisle. La primera es un relato triste y directo, desde un punto de vista personal, de las vidas de seis exiliados que lograron huir.

 

La periodista norteamericana que vivió en Corea del Sur durante años, hizo varios viajes y logró contactar con ellos. Comprendió el lavado de cerebro completo al estilo soviético mezclado con el fascismo que impera en esa parte donde apenas hay energía eléctrica y las vidas de los ciudadanos son dirigidas por el poder. Reflejan la pobreza, la sumisión ciega al líder, cómo se delatan unos a otros y todo es una prisión inmensa. Demick retrata el país desde dentro y explica por qué viven al margen del resto del planeta. Barbara Demick ha dedicado varios años de su vida a entrevistar a exiliados, desertores y disidentes norcoreanos. Sus reportajes sobre Corea del Norte la hicieron merecedora del premio que concede el Overseas Press Club sobre periodismo y derechos humanos, el Premio Osborne Eliott de la Asia Society y el Premio Arthur Ross de la American Academy of Diplomacy.

Guy Delisle (1966), autor de cómic canadiense, tipo concienciado y autor muy peculiar, capaz de meter el dedo en el ojo desde la humanidad, el humor y la acidez que se desprende de la vida cotidiana de un occidental de visita en una dictadura como Corea del Norte. Con humor y fina ironía desvela el interior del horror. Delisle no parece ser un furibundo anticomunista, más bien un personaje prototípico de la fauna y flora humana de Occidente: se ríe de las tiranías, sean rojas, azules o multicolores. Su novela gráfica ‘Pyongyang’ es demoledora por su impacto, por los premios recibidos y por el éxito comercial. ‘Pyongyang’ se resume así: narra en primera persona las andanzas de un profesional canadiense de la animación en la ciudad del país más hermético del mundo: Corea del Norte.

Absurdos, surrealismo puro y duro, una sensación de que el protagonista está dentro de una película de los Monty Phyton más que en una sociedad real, un contraste continuo entre lo que se supone que es una sociedad habitual y la forma de vida orwelliana de Corea del Norte. Un ejemplo: el personaje lleva en el equipaje un ejemplar de ‘1984’, de Orwell, y casi se muere del susto cuando el soldado en la aduana le pregunta qué es sin darse cuenta de la ironía. Las visitas a los monumentos del país, la comida, la luz por las noches, el campo, los voluntarios, las películas, los hoteles, los “guías” que son en realidad miembros del servicio de contraespionaje y que intentan ser simpáticos pero en realidad son auténticos chistes andantes; la música en la obras, los delatores… Una obra imprescindible para conocer el horror, porque a veces sólo la risa puede desvelar la verdad.

Portada de Pyongyang