Pocas décadas han sido tan productivas en cuanto a legado estético como los años 80, quizás como los 60 y 70, una época de posguerra plena que ya atisbaba el final del siglo XX y el paso al XXI con sus dos mayores saltos: la informática y el dominio absoluto del ocio escapista de la realidad. Esos dos elementos, más la recreación de la estética de los 80 (una mezcla de cyberpunk, arte pop y fantasía de neón), se resumen en la nueva película de Steven Spielberg, ‘Ready Player One’, que es con diferencia el mayor ejercicio de nostalgia mercantil en mucho tiempo.