Dos sucesos de astronomía que han modelado la pasada semana, muy diferentes pero donde las dos tienen como eje una estrella: la nuestra, exhibida en HD por primera vez por la NASA, y la lejana KIC 8462852, a la que orbitaban extraños objetos que muchos creyeron eran megaestructuras alienígenas.
Empecemos por esa lejana estrella de nombre clave impronunciable, KIC 8462852, que pasó al primer plano cuando los encargados de la misión del telescopio espacial Kepler detectaron un extraño comportamiento, nada habitual en ninguna estrella. Había algo desconocido que orbitaba a su alrededor que no parecían planetas, ni otros cuerpos estelares tradicionales. Kepler monitoriza muchas estrellas y a partir de las variaciones de su brillo y cómo se comportan los cuerpo que las orbitan, determinar su tamaño, masa, y si hay exoplanetas.
¿Cuál es la diferencia con esa estrella en concreto? Si tenemos en cuenta una medida cercana, como la de nuestro Sistema Solar, Júpiter (el mayor cuerpo del sistema después del Sol) le resta un 1% del brillo al Sol, con lo que desde fuera se podría determinar su tamaño. El problema es que ese mismo método aplicado a esa estrella da como resultado una porcentaje de brillo simplemente descomunal, nada menos que un 20%. Es decir, que eso que orbita KIC 8462852 es veinte veces más grande que Júpiter, y lo que es más enigmático: son asimétricas, es decir, no hay una regularidad como la de un planeta orbitando una estrella. Simplemente se salía de los patrones establecidos. Sea lo que sea no era un planeta.
La estrella de KIC no es joven, más bien es un sol viejo, con lo que lleva mucho tiempo activo. De su juventud habría partido una primera explicación plausible: nubes de gas compactadas por la presión gravitatoria que oscurecerían el brillo irregularmente. Otra explicación sería que se trata de una nube de cometas que mantiene una órbita respecto a esa estrella, de tal forma que cuando el cúmulo pasa cerca algunos cometas son atraídos hacia ella y engullidos, algo que habría captado Kepler. El problema es que no hay en el universo (mejor dicho, todavía no se ha encontrado) un cúmulo capaz de restar un 20% del brillo de una estrella. Queda pues una nueva opción, que es lo que ha vuelto loco a medio mundo: es una construcción alienígena.
Opción más extrema: lo que ha visto Kepler son construcciones de dimensiones absolutamente inabarcables técnicamente para el ser humano que orbitarían KIC 8462852. Es decir: una civilización alienígena evidentemente más inteligente y avanzada que la nuestra habría construido gigantescas máquinas alrededor de esa estrella para formar algo parecido a lo que aparece en la literatura de ciencia-ficción: la esfera de Dyson. Esta hipótesis supondría que los extraterrestres habrían construido estaciones orbitales que captarían toda la fuerza de la estrella, como acumuladores de energía. Como argumento para una película o un libro es muy original, pero a día de hoy entra en el terreno de la especulación con menos base que lo anterior. Además no se han captado frecuencias no naturales cerca de la estrella o provenientes de ella, algo que sí ocurriría si hubiera algún tipo de construcción o civilización. Simplemente no saben qué puede estar pasando en esa estrella.
La NASA nos regala el vídeo del SDO sobre el Sol
Pero de la estrella que sí conocemos mucho es nuestro Sol, mucho más desde que la NASA creó el Observatorio de Dinámica Solar (SDO), el sistema orbital de observación continua que registrar el más mínimo cambio en el astro que propició la vida pero que también la puede pulverizar. No olviden que además de luz y calor el Sol expele inmensas nubes de partículas incandescentes de cientos de miles de km de diámetro que podrían carbonizar la Tierra sin problema. Y las tormentas magnéticas solares, que simplemente apagarían nuestra civilización y toda su tecnología si exceden determinado nivel. Eso por no hablar de la continua radiación solar que nos bombardea y que podría matar toda forma de vida si no fuera por la atmósfera con ozono y el campo magnético terrestre. Por eso es tan importante vigilarlo.
Como resultado divulgativo la NASA publicó hace un par de días un vídeo con imágenes seleccionados en definición ultra HD o 4K, el doble que la acostumbrada, para que el mundo pueda ver cómo se comporta la estrella cuando se le aplican los filtros adecuados que eliminan el brillo y permiten ver su superficie y cómo es casi al segundo. En total se trata de un vídeo en diez longitudes de onda diferente, ninguna de ellas visibles al ojo humano, que se cegaría si mirara fijamente al Sol. El SDO recoge las imágenes y les aplica los filtros de luz para poder ver la atmósfera del Sol, su superficie y variaciones.
Así se pueden ver el nacimiento de las tormentas solares, las manchas solares y los campos magnéticos (que en el Sol son visibles gracias a que arrastran partículas que permiten ver su fuerza y forman esos arcos que puede usted ver en el vídeo). Las famosas llamaradas (eyecciones de masa coronal) son en realidad producto de estos campos: cuando el campo magnético que emerge a la superficie se encuentra con otro se produce un choque que libera gas al espacio a velocidades cercanas a la luz. Lo positivo para nosotros es que duran poco y rara vez alcanzan zonas cercanas.