Otro pasito más, y ya van muchos, hacia la clonación terapéutica no traumática que permita al ser humano recomponerse como un mecano biológico completo.
En realidad han sido dos “pasitos” más. Uno desde Japón y otro desde Suecia. Este último puede tener repercusiones a varios niveles, porque finalmente deja sin argumentos a los opositores a la investigación con células madre que pueden ayudar a curar muchas enfermedades y hacer del transplante de órganos una técnica fácil y sencilla al “crear” en laboratorio órganos del propio paciente sin necesidad de donantes.
Empecemos por Suecia: científicos del Instituto Karolinska de Suecia han conseguido fijar la relación entre citrulinación (proceso biológico que podría asociarse con el comportamiento de las células madre en el desarrollo del cáncer o de enfermedades autoinmunes, tales como la artritis reumatoide) y las células madre. Se trata del empaquetamiento del genoma celular y en el que intervienen dos características importantes: por un lado la carga negativa del ADN y la carga positiva de las histonas. El empaquetamiento determinará cómo se comporten esas células a la hora de desarrollarse en células especializadas y los cambios genéticos consecuentes.
Su investigación, publicada en Nature, ha servido para asociar por primera vez la citrulinación con las células madre, aspecto vital a la hora de determinar qué ocurre para que se desarrolle el cáncer o enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide. También es un avance vital porque supone un conocimiento más exhaustivo del proceso de transformación y que permitiría, en el futuro, avanzar mucho más en la creación de órganos humanos para transplantes, desde riñones a córneas, por poner ejemplos prácticos.
Sin embargo el proceso va mucho más allá: los científicos del Instituto Karolinska han logrado utilizar una sola célula de las ocho que componen un embrión temprano para derivar los cultivos de células madre y así no destruir el embrión, porque las otras siete bastan para que sea viable e incluso pudiera ser implantado en una mujer que quisiera tener hijos. De esta forma se barre de un golpe cualquier oposición ética que se pueda plantear ya que el embrión no es alterado. La técnica sueca permitirá, incluso en los países con leyes contra la investigación embrionaria, recuperar los estudios en células madre en lugar de trabajar con las células iPS derivadas de tejido ya formado y que en estos años se han convertido en la otra gran vía de investigación. Para ellos han propuesto crear bancos de células madre de cada ser humano nacido y así poder tener un stock de investigación adaptado a cada persona.
Japón crea células que imitan a las células madre
En el otro lado está Japón, que sigue precisamente la vía de las células iPS que tan buenos resultados ha dado a través del mecanismo de retrasar el reloj evolutivo de las células de la piel para convertirlas en células madre falsas. La investigación publicada en Nature la ha desarrollado el RIKEN Center for Development Biology de Kobe (Japón). Este equipo ha “estresado” las células cutáneas bañándolas en ácido y así poder operar con ellas. No son células madre sino adultas que todos tenemos y que también, con un rodeo de laboratorio, logra saltarse las críticas religiosas o éticas. Han sido bautizadas como células STAP.
Si bien las iPS no eran tan maleables como las originales células madre, ahora el nuevo proceso desarrollado por el RIKEN es más sencillo y da como resultado células más cercanas a las originales madre. La autora es Haruko Obokata, que tardó cinco años en convencer a su departamento para que se testara el proceso. Finalmente ha salido bien: transformó un linfocito T (célula especializada) en una célula similar a una célula madre. A las nuevas células STAP se las ha sometido a varios test posteriores más prácticos en ratones. Los resultados demuestran que son capaces de desarrollar nuevos tejidos.