El Intermediate eXperimental Vehicle (IXV) será lanzado el 11 de febrero desde Kourou en la Guayana Francesa, acoplado a un cohete Vega para averiguar si este émulo del mismo tipo de vehículo norteamericano SpaceX cumple con sus tecnología de reingreso atmosférico.

La Agencia Espacial Europea (ESA) pondrá a prueba el IXV para saber si finalmente puede ser un vehículo retornable y poder usarlo como piedra de toque para su futuro programa espacial que incluiría no tripulados. Será lanzado en una trayectoria suborbital (fuera de la atmósfera pero sin entrar en órbita con la Tierra, lo que podríamos llamar “lamer el espacio” castizamente) de 320 km de altura para testar los sistemas y tecnologías que lleva consigo y así saber si puede ser utilizado o no. Se trata de una nave automatizada, un primer paso en la nueva era de la exploración espacial, menos dependiente de los seres humanos y mucho más mecanizado. Servirá además de base para otros transportes automáticos del futuro, avances aplicables a nuestro mundo terrestre. La misión tendrá una duración de 100 minutos y el barco de recuperación Aries partió ayer domingo rumbo al punto de recuperación, al oeste de Panamá.

El objetivo de la ESA es el mismo de la NASA: después de la era de los viajes espaciales tripulados donde el ser humano iba dentro, y por lo tanto los protocolos y la construcción eran distintos, llega la era de las máquinas automatizadas que sigue el mismo camino de las sondas enviadas al espacio distante. Allí donde la biología no nos permite llegar lo harán nuestras máquinas. Ese es el mismo espíritu de los vehículos de SpaceX y la NASA, que, sin embargo, también pueden ser usados para viajes tripulados. Aquí se trata de auténticos drones que, en el futuro, podrían derivar en otro tipo de vehículos. La ESA tiene muy claro el futuro: si lo puede hacer una máquina y la Humanidad jugar a ser dioses distantes, entonces se apostará por ello. No sólo es más barato, sino que los costes humanos son 0.

El IXV en el centro de montaje (abajo un operario que permite apreciar el tamaño del vehículo) 

El lanzamiento debía haberse realizado el pasado otoño, concretamente en octubre, pero se pospuso todo el proceso para revisar todo el proyecto “por cuestiones de seguridad”, según explicó entonces la ESA. Según la agencia, todo está listo y las baterías de la nave están cargadas y ya en perfecto estado para el despegue de la misión, que rondará los 100 minutos. El IXV tiene el tamaño y el peso de un automóvil tipo SUV, dos toneladas. Tiene las dimensiones perfectas para poder viajar dentro del cohete Vega, que alberga una sección de transporte mecanizado en el que irá el IXV, y que será liberado en el momento justo, a 320 km de altura. Luego la nave “volará” en solitario por la inercia de la subida hasta una altura más grande (unos 420 km) y a continuación hará la reentrada al dejarse caer alcanzado una velocidad de 7,5 km por segundo cuando esté a algo más de 100 km de altura. Todo está calculado para que llega a un punto concreto del Pacífico, cerca de Panamá, donde esperará el buque de recuperación Aries.

Según la ESA se trata de un ensayo de reentrada, ya que en realidad la nave no saldrá realmente al espacio, sino que simulará ese proceso. El IXV transporta acoplados sensores que registrarán cada detalle para elaborar los informes que permitan saber si el proyecto ha funcionado o no. Hará ese simulacro alcanzando velocidades hipersónicas que podrían ser utilizadas en el futuro como parámetros para los aviones suborbitales planeados por las grandes compañías como Boeing o Airbus, que ya piensan en vuelos todavía más cortos. El proceso es sencillo: a más altura menor tiempo de vuelo, y mucho más si salen de la atmósfera, orbitan y caen en el momento justo. Se ahorraría combustible, tiempo y el pasaje podría decir que realmente ha estado fuera. Pero eso es el futuro. De momento la ESA quiere testar a fondo el IXV después de mucho dinero, tiempo y esfuerzo invertidos.

Simulación del IXV fuera de la atmósfera

Buque de recuperación Aries