Empezamos nuestro Día de la Astronomía (elegido al azar, porque queremos y nos gusta) con algo que ya habíamos tocado en el pasado: el salto adelante de la India en la carrera espacial. 

Más que carrera lo que hay hoy en día es una competición entre agencias espaciales y empresas privadas para poder ir un poco más lejos todavía. Ya no se trata sólo de EEUU y Rusia, que se pelean por casi todo menos por la astronomía, donde son aliadas y socias comerciales (mucho más de lo que nos creemos), siempre con la Agencia Espacial Europea (ESA) haciendo de puente y aliada estratégica de todo el mundo. También echan pulsos las agencias de China, Japón y en menos medida Canadá. A todas ellas se unió la India, y otras menores como Brasil, que se quitan complejos e intentan demostrar que son países grandes. Pero una cosa es la voluntad y otra muy distinta la capacidad. Pero esto es importante: la primera sonda no occidental está a punto de llegar a Marte.

India ha demostrado que puede: su sonda espacial MOI (Mars Orbit Inserction) llegará el 24 de septiembre (este miércoles) a Marte. La también conocida como Mangalyaan, entrará en órbita estable alrededor del planeta rojo, la primera vez que lo hace un artefacto que no haya sido construido por occidentales. Mientras que China mira a la Luna, la India (a través de su agencia ISRO) ha preferido seguir la senda de los occidentales y echó un órdago: poner una máquina hindú alrededor de ese rojizo y oscuro objeto de deseo humano que es Marte. Antes de ella sólo EEUU, la extinta URSS y Europa lo habían hecho. Sin embargo las aportaciones astronómicas serán secundarias, porque en realidad de lo que se trata es de demostrarle al mundo que India ya ha alcanzado el nivel de desarrollo final para poder romper el restringido club espacial.

Día del lanzamiento de la sonda en el sur de la India

El objetivo principal de la misión MOI es doble: demostrar que sí se puede hacer (algo ya casi conseguido) y aportar más información a la comunidad científica (después de pasar el filtro de ISRO), especialmente en lo que se refiere a la superficie marciana y su complicada atmósfera, vital para poder plantearse las opciones de colonizar Marte a largo plazo. En total cinco instrumentos con un peso total de 15 kilogramos que explorarán las características de la superficie de Marte, conocer la morfología, la mineralogía y la atmósfera marciana. La sonda, construida en apenas 15 meses y a bajo coste, fue lanzada en noviembre de 2013 en un cohete PSLV C-25 y lleva abordo reproductores de imágenes en diferentes longitudes de onda y un rastreador de gas metano, vital para poder entender mejor el funcionamiento de los gases relacionados con la actividad orgánica.

Lo del bajo coste es vital en la nueva era de la carrera espacial, más cuando EEUU ya confía plenamente en proyectos privados con respaldo público para ahorrar costes: la MOI ha costado 73 millones de dólares, mucho menos que los presupuestos de muchas películas de ciencia-ficción actuales. La nave está preparada para sobrevivir y realizar maniobras ordenadas desde la Tierra durante 300 días. Ésa será su vida útil. Sin embargo es más grande: 1,3 toneladas en un viaje de 400 millones de km y 300 días.

Y un detalle: la sonda hindú llega casi al mismo tiempo que el orbitador marciano de la NASA, MAVEN, una coincidencia que no es casual. Ambas sondas trabajarán en paralelo para poder componer un mapa más exacto de la atmósfera marciana, otro paso ineludible para intentar, en el futuro, una gran misión que lleve a un ser humano hasta la superficie del planeta. En este sentido casi todas las grandes agencias espaciales han lanzado sondas o participado en proyectos comunes, y se han creado alianzas, desde EEUU a Canadá, Japón, Europa o Rusia. China, por su cuenta, ha preferido seguir la línea tradicional de llevar astronautas al espacio (taikonautas en la versión china). 

Montaje de la sonda MOI