El Sol cambia de polaridad con una precisión estimada de 11 años, coincidiendo con la cota más alta de actividad dentro de la estrella.
No hay que preocuparse: es normal, otra cosa son las consecuencias para nosotros. Según el panel de seguimiento solar de la NASA el hemisferio norte ya ha cambiado y se espera que el hemisferio sur lo haga en breve. Esta inversión de polaridad forma parte del complejo funcionamiento físico del Sol, que supone una reorganización completa cíclicamente. Pero las consecuencias de esa inversión se sienten en todo nuestro sistema: para empezar los campos magnéticos solares se debilitan durante el proceso para luego regresar con más fuerza una vez la nueva polaridad se ha asentado.
Con el cambio se inicio un nuevo ciclo solar que varía respecto a los anteriores: “Si el Sol se va rápidamente a un valor alto, entonces el próximo ciclo será alto”, ha explicado a Space.com el investigador de la NASA Dean Pesnell. El actual ciclo, el 24º desde que hay mediciones, ha sido “tranquilo” (lo que no deja de ser sobrecogedor si se piensa que ha habido en cinco años hasta seis oleadas de explosiones solares), por lo que están expectantes ante el nuevo campo magnético que se presupone será más fuerte. O no, porque el comportamiento del Sol todavía es una gran incógnita para los astrónomos.
Para la Humanidad el Sol es un referente fundamental, la energía que permite la vida. Pero también una espada de Damocles que, se presupone, dentro de cientos de millones de años (miles, si algunas teorías más conservadoras respecto al funcionamiento solar se demuestran) nos engullirá al convertirse en gigante rojo. Para entonces ya será irrelevante lo que ocurra para los que leen este post, pero lo cierto es que estos cambios forman parte del mecanismo casi perfecto de una estrella que emite energía a partir de simple hidrógeno.
El nuevo cambio de polaridad podría ser beneficioso para nosotros. Uno de los efectos es que durante la inversión el Ecuador de la estrella “se ondule” (los campos magnéticos del Sol giran e inducen corriente eléctrica), lo que para los astrónomos supone que habrá una mejor barrera contra los rayos cósmicos que podrían dañar el sistema de satélites terrestres y la Estación Espacial Internacional. Y de paso, una menor incidencia de este peligro del que nos protege la atmósfera podría tener incluso efectos en el clima. Sea como fuere, la NASA ya se dispone a analizar los datos de esta inversión de polaridad para poder predecir el comportamiento del Sol, lo más cercano a un Dios que tenemos a mano por sus efectos sobre la vida y nuestro planeta.