La reciente distribución y publicación de una serie de carteles de la NASA reclamando todo tipo de futuros colonos de Marte es un guiño de diseño de la agencia para llamar la atención sobre el que será, sin duda, su gran objetivo este siglo. Y el de todos.
Alguien en la NASA tuvo una idea: ¿por qué no hacemos unos carteles de diseño entre pulp y sesentero, que recuerde a la antigua ciencia-ficción de los años 50 y 60 que acunaron a Spielberg y George Lucas, entre otros, para apuntalar nuestra obsesión marciana? Dicho y hecho, hace poco la agencia distribuyó por sus cuentas de Facebook y Twitter los carteles hechos para, jugando con las viejas formas de propaganda de posguerra, “llamar a filas” a mineros, granjeros, aventureros, maestros y cualquier tipo de profesional con ganas de aventura. La pretensión, con humor y guiños cinéfilos y del cómic, es ganar visibilidad frente al que será el desafío más grande humano en exploración espacial: poner los pies en Marte.
Así nació la serie ‘Mars Explorers Wanted’ basados en los viejos carteles de reclutamiento militar del Ejército de EEUU y de la Royal Army, y en los que se buscan astronautas, soldadores, técnicos, granjeros y mineros, entre otros, basándose en las profesiones que probablemente tendrían más sentido y utilidad en las colonias marcianas. Y lo más gracioso es que la idea original no es de este año, sino de 2009, cuando la broma fue crear unos posters parecidos para el Kennedy Space Center como ayuda y reclamo para los visitantes. Fueron elaborados para poder ser descargados en tamaño gigante, para poder imprimirlos y ocupar paredes enteras, o anuncios. Y ahora están a disposición del público.
En este post insertamos algunos más, pero todos pueden conseguirse en alta resolución en la web oficial de la NASA en Marte (http://mars.nasa.gov). También pueden descargarse en esta web en español (Xataka). El llamamiento a candidatos no es algo nuevo: a finales del año pasado la agencia lanzó una alerta oficial, a EEUU y todo el mundo, para buscar ciudadanos interesados en un viaje previsto para después de 2030, y que muy probablemente no tendría retorno. La idea de la agencia es enviar a colonos permanentes que preparen el terreno en misiones pioneras para colonias estables. Un tema muy serio y verídico, que al ser tratado con humor y un auténtico “llamamiento a filas” para valientes de cualquier género o condición, gana calado mediático en la sociedad.
Primero las máquinas, luego nosotros
Lo cierto es que vivimos obsesionados (unos más que otros) con el planeta rojo. Es el gran horizonte a corto, medio y largo plazo de cualquier proyecto relacionado con la exploración espacial. No importa que sea poner una sonda en un cometa, velas solares para impulsarse sin gastar combustible, la Estación Espacial Internacional, las sondas de las agencias india o china, los módulos reutilizables de la ESA europea o las nuevas naves automatizadas de la NASA y SpaceX, al final todo termina relacionándose con Marte. La robótica aplicada al espacio no iba a ser diferente. Mientras en paralelo crece la ola por los 30 humanos seleccionados para viajar a Marte de manera privada y fundar una primera colonia, que es tanto como decir que están muertos sin saberlo (hay tecnología para llegar, pero no para volver, y no se sabe en qué condiciones llegarían). Sin duda alguna la NASA es la que más ha apostado por el planeta rojo: las sondas robóticas Curiosity y Opportunity siguen activas rodando por la superficie, y varias sondas más orbitan y escanean sin cesar el planeta, preparando la información y el terreno para futuras misiones humanas. Sin embargo, primero irán las máquina.
El gran plan, y el gran problema, son los humanos. Marte no tiene las condiciones para la vida biológica. Crece con fuerza una idea ya tradicional: la vida fuera de la Tierra es muy complicada, incluso cuando se simula en espacios cerrados. Hasta que no se desarrollen sistemas de gravedad inducida (como en la querida ciencia-ficción) ni siquiera sabremos si las colonias artificiales son viables o no. Hay dos problemas más para la presencia humana en Marte: la radiación cósmica y solar que recibirían los astronautas durante el viaje y una vez en el planeta rojo, ya que éste no tiene un campo magnético fuerte ni una atmósfera que permita repeler esta radiación; el otro son las durísimas condiciones ambientales de nuestro vecino, con temperaturas máximas de 20 grados durante apenas unas horas y una media térmica de unos 40 bajo cero, cuando no por debajo de los 100 bajo cero. Eso sin contar los vientos huracanados, las tormentas de polvo capaces de cubrir gran parte del planeta durante días.