Bernardo Atxaga se despide del formato novelesco con ‘Casas y tumbas’, publicada en febrero, un libro de historias coaligadas que salta en el tiempo y mantiene el mismo estilo entre lo real y lo ficticio, lo onírico y lo histórico. Se termina una era literaria y se abre otra: Atxaga será libre para experimentar.

IMÁGENES: Alfaguara (portadas) / Wikimedia (Carlos Delgado)

Bernardo Atxaga, que ha sido y es todo en la literatura vasca en general y en euskera en particular, abandona la novela. Lo hace para “explorar nuevas vías de expresión” dentro de la literatura. Y el pasado 11 de febrero publicó ‘Casas y tumbas’ con Alfaguara, que bien podría ser su última novela, un formato contemporáneo donde todos los autores se han explayado y refugiado durante generaciones como el que más ofrece y que supuestamente mejor vehicula la lengua. Aunque eso está por ver (el siglo XX también asistió al auge del relato breve), Atxaga se despide con una historia de vidas entre piedras que las encierran: “Si se pudieran voltear los nombres impresos como las piedras de un huerto y ver la vida que esconden, comprobaríamos que no hay dos seres iguales”. Una novela vertebrada por el amor a la naturaleza, la rebelión, la muerte inminente y la amistad.

Atxaga, el escritor vasco más traducido, referente de esa nueva generación de autores en euskera que rompieron a escribir y enriquecer el idioma en los años 70, da un paso a un lado, no atrás. Quiere empezar otras vías de expresión cuando casi las ha tocado todas: teatro, poesía, ensayo, cuentos, novela, texto vanguardista… Apoyado por el escritor Gabriel Aresti mientras estudiaba en Bilbao, Atxaga empezó en revistas literarias y con piezas teatrales y relatos. Con cada obra engrandecía el euskera, el idioma principal de su vida y en el que escribe y construye sus particulares universos poéticos, mundos nuevos que te atrapan cuando lees sus obras. Si el mito del “creadores de mundos” que se refiere a los escritores es cierto, Atxaga ha forjado un particular universo propio, con “una narrativa impregnada de poesía” donde combina realidad y ficción, como reconoció el jurado del Premio Nacional de las Letras.

‘Casas y tumbas’ no es una excepción, con la particularidad de que el autor ha ficcionado parte de su propia vida, la de ese José Irazu Garmendia (nombre real del escritor) y que aprovecha para dar sentido a lo que el lector encontrará en los capítulos de esta novela final que parece cerrar un círculo. Una historia conformada por otras historias, un compendio de vidas que se entrecruzan desde la infancia cerca del bosque, del pueblo, de un campamento religioso que deja sin habla a un chico, de los animales y los cotos de caza de los amos del país, la violencia del ingeniero Antoine en un ambiente de los años de plomo de los 70 y 80 en los que ETA y la izquierda radical (que aparecen como una sombra del pasado) estaban presentes y también la reacción contraria. Lo real se mezcla con lo onírico en los libros de Atxaga, y éste no es una excepción. Como en el pasaje del personaje en coma que fantasea en un mundo propio de música y cine entrelazado que recrea en su mente dormida.

Algunas de las novelas clave de Bernardo Atxaga

La naturaleza cobra especial importancia en esos bosques antiguos, densos y tupidos de Euskadi, donde transcurre parte de la vida y la obra. Es un elemento literario de primera línea en Atxaga, una “cosa viva” particular que modifica incluso el tono al escribir; en sus textos reconstruye ese ambiente lírico, mortecino y enigmático en el que la vida discurre entre escenas aparentemente comunes. ‘Casas y tumbas’ transcurre en seis capítulos entre principios de los 70 y 2017, con un epílogo enhebrado como un alfabeto y donde la televisión cobra especial importancia, porque es la ganzúa de una modernidad universal que rompe las burbujas del pueblo y de las vidas de las personas vinculadas a esos mundos entre el bosque y la ciudad. Es un abanico que, como todas las vidas, se expande en múltiples escenarios lejos del Ugarte inicial y que acompaña muchas de las vivencias de Atxaga, que cierra una etapa creativa y abre otra que promete ser más experimental. Como él mismo ha indicado en los medios, esto empezó con la ya mítica ‘Obabakoak’ a finales de los 80 y termina con ‘Casas y tumbas’, principio y final.

Sobre Bernardo Atxaga

Bernardo Atxaga, cuyo nombre real es José Irazu Garmendia (Asteasu, Gipuzkoa, 1951), está considerado el máximo exponente de la narrativa vasca (sus libros se publican primero en euskera) y uno de los creadores de mayor hondura y originalidad en el panorama literario español. Su labor literaria se consagró con el libro ‘Obabakoak’ (1988), Premio Nacional de Narrativa en 1989 y llevado al cine por Montxo Armendáriz como ‘Obaba’ (2005). Fue galardonada también con el Premio de la Crítica, el Premio Euskadi, y el Premio Millepages de París, y quedó finalista en el European Literary Award.

A ‘Obabakoak’ le siguieron novelas como ‘El hombre solo’ (1994), Premio Nacional de la Crítica de narrativa en euskera, ‘Esos cielos’ (1996), ‘El hijo del acordeonista’ (2003), Premio de la Crítica 2003, premio Grinzane Cavour en 2008, y adaptada al teatro bajo la dirección de Fernando Bernués; ‘Siete casas en Francia’ (2009), finalista en el Independent Foreign Fiction Prize 2012, finalista en el Oxford Weidenfeld Translation Prize 2012; y ‘Días de Nevada’ (2014), Premio Euskadi 2014. En 2017 obtuvo el Premio Internacional LiberPress Literatura por el conjunto de toda su obra literaria. También es autor de libros de poesía y de literatura infantil (como su serie ‘Bambulo’). Su obra ha sido traducida a más de treinta idiomas (es el autor en euskera más traducido) y es miembro de la Academia Vasca.

Sinopsis de ‘Casas y tumbas

‘Casa y tumbas’ arranca en una panadería de Ugarte donde un niño, que un verano ha regresado sin habla de un internado en el sur de Francia, recupera las palabras gracias a su amistad con dos hermanos gemelos y a algo extraño que descubren los tres en las aguas del canal que baja de la montaña. La dictadura franquista está llegando a sus últimos días. Todo está cambiando en Ugarte y también en el cuartel de El Pardo donde, poco antes, Eliseo, Donato, Celso y Caloco intentan adiestrar una urraca y burlar el coto de caza reservado a los poderosos. La de ellos fue también una historia de amistad, con sus dosis justas de inconsciencia, rebeldía y tragedia.

Años más tarde, las huelgas alentadas por los sindicatos hacen temblar la industria minera de Ugarte. Son ya los turbulentos ochenta, y Eliseo y los gemelos se ven envueltos en una trama de venganza, urdida por el ingeniero Antoine, que parece propia del género negro. El tiempo pasa rápido y transforma todo lo de fuera: llega la música, la televisión con sus realities, el correo electrónico, aunque en el interior de los protagonistas de esta historia se mantienen intactos los silencios, los secretos, las amenazas… No es más que la vida, que discurre como hilos de agua entre las piedras. Pero avanza.