El pasado sábado empezó el largo camino de la Misión InSight, pensada para hacerle a Marte lo que los geólogos llevan décadas haciéndole a la Tierra: una “vivisección” planetaria para saber cómo es en el interior.

Esta misión, diseñada para explorar el subsuelo de Marte, tuvo un problema serio con uno de los sismógrafos vitales para ser operativa, por lo que fue aplazada varias veces. Este sismógrafo, llamado SEIS por sus siglas en inglés (Seismic Experiment for Interior Structure), sufrió una fuga de vacío que lo inutilizaba, y es el principal instrumento de la nave. Ahora, la NASA ya ha podido lanzarla para que InSight llegue al planeta rojo en torno a noviembre. La agencia considera esta misión vital de cara a una futura misión tripulada, ya que podrá obtener datos precisos de la superficie marciana, su composición y su formación. El proyecto se hizo con la colaboración de la agencia europea ESA, que participó con 150 millones de dólares y parte del instrumental que portará el módulo que se posará en la superficie de Marte en una zona que recibe gran cantidad de luz solar para alimentar los paneles del aparato.

SEIS es un instrumento de precisión y la gran apuesta geológica de la agencia: es capaz de medir movimientos minúsculos, como la mitad del radio de un átomo de hidrógeno, pero para que funcione debe estar completamente sellado respecto al exterior. Hermético y al vacío para evitar fricciones e interferencias externas que alterarían su precisión y que contaminarían todas las mediciones. Y en un planeta con tormentas de viento, polvo y arena con velocidades por encima de los 100 km/h es lógico que deba estar perfectamente sellada. Para completar la reparación la NASA encargó el trabajo al JPL (el legendario Laboratorio de Propulsión a Chorro) de Pasadena (California), pero con colaboraciones de Francia y Alemania.

El gran objetivo es comprender mejor por qué Marte, literalmente, se frenó en seco. No frenado en el sentido de que no gire o no tenga actividad interna, sino que le ocurrió lo que no le pasó a la Tierra: en nuestro planeta el núcleo no es realmente sólido, está activo y genera una dinamo de calor y magnetismo que permite la vida. En Marte no, se enfrió y se ralentizó tanto que desencadenó un efecto dominó que barrió cualquier posibilidad. Es un desierto helado, muerto y sometido a la intensa radiación solar y cósmico porque su atmósfera es débil y no tiene el campo magnético que sí protege a la Tierra. Antes de que eso sucediera el hoy planeta rojo estuvo cubierto de océanos, tuvo un potente campo magnético, una densa atmósfera y grandes erupciones volcánicas provocadas por el mismo proceso interno que tiene nuestra bola azul. Pero hace 3.500 millones de años el núcleo se frenó. Y con él, toda opción de vida.