Noticias - Página 481 de 540 - El Corso | Revista Cultural Online

Noticias

Estreno – ‘Yellow Sea’

portadilla yellow sea

Desde hace algunos años el cine asiático es mucho más que émulos del Señor Lee, inacabables novelones esteticistas chinos y el artificio de Hong-Kong. Es mucho más que un montón de imitadores de Kurosawa o Kitano, o John Woo. El país que mejor ha sabido explotar su libertad creativa, por ahora, es Corea del Sur, del que han salido algunas de las mejores películas de género negro de la última década y filmes de ciencia-ficción que avergüenzan, por buena factura y poco precio, a las megaproducciones californianas que son mucho ruido y pocas nueces. ‘The Yellow Sea’ rompe con todo eso. Se estrenó el pasado día 5 y es una recomendación.

La película revisa y reconstruye el thriller arrastradísimo de los años 70 para convertirlo en otra muesca más de Na Hong-jin, que ya firmó ‘The Chaser’ en años anteriores. El argumento arranca en la frontera entre las dos Coreas y Rusia, donde la mitad de la población vive de actividades ilegales. Con ese caldo de cultivo le ha salido una película que fue premiada en Sitges y que llena el vacío dejado por el cine occidental en cuanto a géneros, demasiado ensimismado en repetir mecanismos y poner poca originalidad. Michael Mann con los ojos rasgados, y sin racismos, ¿eh? Actores: Ha Jung-woo (Gu-nam), Kim Yun-seok (Myun), Cho Seong-ha (Kim), Lee Chul-min (Choi).

 

SINOPSIS: En la ciudad de Yanji, entre Corea del Norte, China y Rusia, la mitad de la población vive de actividades ilegales. Un taxista debe pagar la deuda que contrajo con la mafia y que permitió a su mujer viajar a Corea del Sur en busca de una vida mejor. Consciente de que deberá trabajar durante años para recuperar el dinero, su única solución pasa por aceptar el peligroso trato que le propone el jefe mafioso Myun: cruzar la frontera de Corea del Sur para asesinar a una persona. No obstante, lo que parecía un plan sencillo pronto se complicará hasta límites insospechados.

V Premio Internacional de Artes Plásticas

asdfasdfsdfdfd

La Fundación María José Jove convoca el V Premio Internacional de Artes Plásticas 2012, que tiene como objetivo favorecer la difusión del arte y promocionar a los jóvenes artistas. Se trata de un certamen bienal de ámbito nacional, dotado con 27.000 euros, que en sus anteriores ediciones destacó por la calidad de las obras presentadas. Además del premio en metálico, la obra ganadora pasará a formar parte de la Colección de Arte Manuel Jove y su autor será invitado a formar parte del jurado de la próxima edición.

El V Premio Internacional de Artes Plásticas está dirigido a artistas menores de 35 años. Como en la anterior edición, la Fundación María José Jove sigue apostando por extender el galardón al ámbito internacional con la intención de reconocer a jóvenes talentos de todo el mundo y se mantiene la dotación económica del premio en 27.000 euros, en el que se incluye un fondo adicional para la adquisición de otras obras.

Cada artista puede presentar un máximo de dos obras originales en las siguientes disciplinas: pintura, escultura, fotografía, grabado y nuevas disciplinas, y de temática libre. En esta edición el envío del material será primero vía mail y de entre estas obras se hará una preselección de las que ya se solicitará la recepción de los originales en la sede de la Fundación para escoger a la ganadora. El jurado realizará también una selección de quince obras que serán objeto de un catálogo y de una muestra en la Fundación María José Jove, cuya inauguración coincidirá con la fecha en la que se haga público el fallo del jurado: el 31 de mayo.

El jurado del V Premio Internacional de Artes Plásticas, presidido por Felipa Jove Santos, estará integrado por reconocidas personalidades del mundo de las artes, como Vicente Blanco, ganador de la edición anterior; Rafael Doctor Roncero, historiador y crítico de arte; Antón Lamazares, artista, e Iñaki Martínez Antelo, director del Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (MARCO). Se completará con Marta García-Fajardo, directora de la Colección de Arte Fundación María José Jove.

En las cuatro ediciones anteriores el premio recayó en el artista madrileño José María de la Rubia Tejeda, que presentó “Pili, Mili, memorias del siglo XX” (2006); el asturiano Fruela Alonso Blanco con la obra “Ciudad III. Pripiat” (2007); la colombiana Gloria Herazo, galardonada en la edición de 2008 con “De porcelana”, una técnica de acrílico sobre lienzo, y el gallego Vicente Blanco, en 2010, con su obra collage titulada “Contrato para paisaje”, hecha con tinta y papel recortado sobre cartón. 

Los interesados pueden consultar las bases del premio en la página web www.fundacionmariajosejove.org

 

Kindle, dentellada con cifras (ahora sí)

kindle_fire 2

La Navidad en EEUU ha servido para empezar a medir la profundidad de los colmillos de Kindle Fire. Si hay una sociedad consumista (aparte de España), desde luego es la americana, y mucho más en la época dorada de los centros comerciales. Hace un suspiro hablábamos de las posibilidades reales: pues ya hay cifras: 4 millones de unidades vendidas. 

Amazon vendió en diciembre más de cuatro millones de sus diferentes modelos del Kindle, entre los que se encuentra su nueva tableta Kindle Fire, con lo que ha registrado las mayores ventas navideñas de su historia. La tienda ‘online’ destacó que las ventas de libros electrónicos para sus dispositivos Kindle aumentaron el 175% entre el Viernes Negro -el día después de Acción de Gracias y cuando arranca la época de compras navideñas en Estados Unidos- y Navidad, en relación con el mismo periodo de 2010.

La compañía añadió que su nueva tableta electrónica, que lanzó para competir con el dominante iPad de Apple, fue el producto más vendido en su página web desde que salió al mercado en noviembre a un precio de 199 dólares (153,7 euros), pese a estar solo disponible en Estados Unidos. Ese coste es inferior al de sus principales competidores, como el Nook de la cadena de librerías Barnes & Noble (249 dólares/192,4 euros), o el iPad, que cuesta al menos 499 dólares (385,5 euros).

Entrevista a Carlos Salem

carlossalem_entrevista

Carlos Salem nació en Buenos Aires en 1959 y reside en España desde 1988.

Número 24 de El Corso

portadaene2011

Para el primer mes de 2012 tenemos novedades: una nueva disposición de las secciones, con un gran reportaje estrella por mes, más amplio, y que este enero recae sobre algunos estrenos interesantes del cine para este año. La segunda es el diseño de maquetación, que evoluciona para no quedarse anquilosado. Más claro, más liviano. Esperemos que os guste. En cuanto a los temas, en Letras nos fijamos en la carrera del novelista John Le Carré, un modelo para los guiones de cine y TV; en Cómic, en las múltiples adaptaciones que se han hecho de la obra de Kafka y que este año despuntan; en Arte, contamos de nuevo con Darío Tobes para la relación entre educación infantil y arte contemporáneo.

En Música, la atención recae en una de las promesas de la música clásica, el Heath Quartet, que ya estuvo en Salamanca en 2011. En Ciencia y Tecnología, los prometidos nuevos viajes a la Luna, el nuevo romance de la ciencia actual, y el regreso de la saga Diablo de Blizzard al mundo de los videojuegos. Que os guste.

[issuu width=420 height=297 backgroundColor=%23222222 documentId=120204124003-e06e36e2a7354920a56882b9cd06ae3c name=el_corso_24_ene_2012 username=elcorso tag=arte unit=px]

Estreno de ‘Sensormen’ de Yllana

Sensormen_dossier_prensa_julio2011

Generalmente los espectáculos que mezclan expresión escénica y elementos percutivos son u horteras o perroflautas. ‘Sensormen’, ni uno ni lo otro, no lo es en parte porque detrás está la Compañía Yllana, una especie de núcleo escénico centrado en la comedia gestual y física que creó escuela con Tricicle. Será el 11 de enero en el Teatro Alfil.

Sarcasmo políticamente incorrecto e irónico (e icónico, a la vez) de Monty Python unas señas de identidad que, adaptándolas a un territorio escénico moderno, se convierten en una auténtica colisión creativa. ‘Sensormen’, espectáculo coproducido por Yllana y Bulbul (prácticamente todos los instrumentos son ideados por él, en un afán de luthierismo moderno) que han estado mostrando a mediados de año en los Teatros del Canal, se traslada a principios de 2012 al Teatro Alfil, uno de los escenarios minoritarios con mayor éxito e influencia en el teatro madrileño.

Porque es una obra diferente. Como mearse en Mayumaná pero son sorna y transformando el propio cuerpo de cada uno de los performers-músicos-actores en un instrumento musical de circulación sanguínea.

Es la primera vez que lo hacemos, pero puede ser el principio de una gran amistad. El Teatro Alfil y la Compañía Yllana y Bulbul junto con nosotros, Notodo, vamos a organizar nuestro primer preestreno conjunto. Será para el día miércoles 11 de enero, fecha en la que aterriza Sensormen en el Teatro Alfil y se quedará, a buen seguro, un buen número de semanas (o meses).

Reportaje – Seti pregunta quién anda ahí

portapilla

El Programa SETI, afectado por los recortes de dinero público, tira de donaciones de millonarios para poder continuar con su búsqueda de señales de vida inteligente en el espacio.

“¡Es la economía, estúpido!”, le gritaba Clinton al Partido Republicano en los años 90 para ganar las elecciones. “¡Son los economistas, idiota!”, gritan ahora en las calles para demostrar quiénes son los que no supieron ver llegar la crisis. El dinero, siempre el maldito dinero: por su culpa uno de los proyectos más grandes, ambiciosos y quiméricos hechos nunca por el ser humano está en el filo de la navaja. El capitalismo tiene estos efectos colaterales: pagan los que menos lo merecen, un principio de injusticia que solivianta a la clase media hasta ponerla al borde de la barricada improvisada pero que en la comunidad científica es todavía más brutal.

El Programa SETI es la contracción de “Search for Extraterrestrial Intelligence”, o dicho de otra forma, el proyecto que revisa cada señal del espacio exterior o cuadrante del universo en busca de una respuesta inteligente, es decir, de vida extraterrestre evolucionada. Que es, poco menos, que buscar aquello que cambiará para siempre la existencia de la Humanidad, uno de esos sucesos clave, como el descubrimiento y manipulación del fuego, que derrumbará un mundo y levantará otro. Y resulta que la crisis ha hecho que se le corten los fondos públicos.

Otras preocupaciones menos altas han dejado apartado este proyecto, casi en forma de residual acumulación de ordenadores en línea en todo el mundo y con varios radiotelescopios y estaciones de radio mirando al infinito. Pero será salvada por las donaciones de millonarios americanos, que están dispuestos a pagar por continuar con la misión a tiempo perdido de rastrear cada pequeño trocito del cielo buscando a alguien. Lo más peculiar de todo esto es que el centro de SETI, en Mountain View (California) es privado, pero durante décadas ha formado parte de los proyectos paralelos de la NASA.

El Allen Telescope Array (ATA), un telescopio con 42 grandes antenas receptoras de ondas de radio cuyo objetivo es captar posibles mensajes extraterrestres funcionó hasta finales de abril, cuando el recorte de dinero público le dejó sin misión. Las donaciones privadas cayeron como una cascada para un proyecto con mucho tirón mediático y lograron acumular más de 150.000 euros para poder reengancharse a la misión. Uno de los famosos y afortunados en poner dinero es Jodie Foster, famosa en el mundo de la ciencia por la película ‘Contact’, un fracaso de público y taquilla pero filme de culto entre los admiradores del programa SETI. También hay astronautas como Bill Anders, que aportó dinero para que no se pare. No es una novedad: en 2004, Paul Allen, compañero de fatigas de Bill Gates en Microsoft, donó 24 millones de dólares para construir el telescopio ATA y que el SETI no se rindiera. Sin embargo no es suficiente: con el dinero conseguido no se pueden cubrir todo los gastos. El cálculo de los responsables de SETI es que harán falta unos 3,5 millones de euros para que funcione durante los próximos dos años.

En más de 30 años sólo ha existido un indicio de algo raro, la famosa Señal WOW de 1977, que en parte ha alimentado las mentes de muchos contribuyentes al programa SETI (ver despiece). Eso ha hecho que arrecien durante mucho tiempo las críticas al programa, no tanto en su existencia sino en su planteamiento. Los contrarios a SETI aducen que una forma de vida extraterrestre no tiene por qué comunicarse por ondas de radio. Eso para empezar, ya que podrían usar otros métodos más sencillos, como “presentarse”, enviar sondas o mensajes visuales. La segunda crítica es que el universo es tan inmenso y profundo que las probabilidades de captar desde la Tierra una señal concreta de las miles de millones de opciones y puntos de referencia es ínfima. Tanto como para que sea una pérdida de tiempo. Los promotores de SETI se agarran entonces a la esperanza, algo irracional, de dar en el clavo con paciencia y perseverancia. Además, ya que el sector público les abandona, el privado está ahí para, de momento, darles vida. Mientras tanto, mucha gente sigue colgada de la fe en que haya alguien ahí fuera y que, por raro que parezca, tenga un radio. Tal cual.

¿Qué es el realmente el Programa SETI?

Básicamente, SETI rastrea las ondas de radio del cosmos en búsqueda de señales creadas artificialmente. Es un inmenso programa que mezcla la búsqueda con radiotelescopios con el posterior tratamiento de todos los datos acumulados, para lo que valen tanto ordenadores potentes del proyecto como los pequeños PC de la gente común, muchos de los cuales han puesto sus terminales en líneas y poder procesar todas las señales recibidas. También se envían señales al espacio exterior con la esperanza de captar alguna respuesta. Los primeros proyectos SETI surgieron bajo el patrocinio de la NASA en los 70, cuando estaba en plena vigencia el Programa Apolo. El más famoso de todos es el SETI@Home, apoyado por millones de personas de todo el mundo mediante el uso de sus computadoras personales, que procesan la información capturada por el gigantesco radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico), la gran puerta hacia el espacio exterior.


Las dentelladas Kindle

kindle_fire

Más que morder la manzana se ha puesto de moda darle zarpazos y dentelladas al más puro estilo Tiranosaurio. Cuando una compañía vende una tableta que casi parece un calco barato y algo más simplón que el modelo más sofisticado a sólo 199 dólares (153 euros) realmente quiere hacer la guerra. Y no por otros medios, sino al viejo estilo medieval: a grito pelado y con todo el poder violento que ha encontrado Kindle Fire para aguarle el legado a Jobs.

Todavía no hay cifras concretas del impacto en el mercado, pero cuando las iPad bajan de 16 a 13 millones de unidades anuales vendidas en todo el mundo es para pensárselo. Esos tres millones de menos quizás sean también menos por la crisis económica que por otras razones más poderosas: la pasta en el bolsillo. La tableta de Amazon es una devoradora de mercado por precio y manejabilidad.

Pero es la teoría de siempre: si pudiera, ¿se compraría un Mercedes Clase C o un Renault Laguna? Pues más de uno se sorprendería de la respuesta del público. La duda se mantiene: el iPad 2 tiene 9,7 pulgadas de pantalla y todo el poder tecnológico de un MacBook Air superconcentrado en una sola mano. Kindle Fire tiene peor software, es más pequeña y sólo tiene un poder: 153 euros frente a 479 euros. ¿Cómo lo ven ustedes?

 

Reportaje – El Prado en 5.000 pasos

portadilla prado

Los viajes no tienen por qué ser a cientos de kilómetros, en otro lugar. Basta caminar, mirar y soñar un poco. Especialmente en los museos, que necesitan algo más que pasos perdidos y una guía en la mano.

Por Luis Cadenas Borges

Ha pasado mucho tiempo desde que la rama española de los Habsburgo empezara a coleccionar cuadros. Quizás habría que otorgarles el mérito de la opulencia: fuera su aburrimiento o su gusto por la ostentación, el simple acto de encargar un cuadro y atesorarlo se convirtió en el principio de una historia entre Madrid y la pintura que ha desembocado en un negocio cultural, un símbolo universal que como un agujero negro artístico atrapa todo (presupuestos, críticas, elogios, turistas, reportajes como este…). Es un auténtico viaje en sí mismo, pero en el que se unen los pasos perdidos entres las salas con el viaje interior del paseante. Este es, pues, un viaje muy diferente.

Hace algunos años, un periodista holandés calculó cuántos pasos había que dar para poder decir que se había visto El Prado, el mismo museo que se había pateado durante años: 5.000. Es más que probable que se quedara corto. El Prado lo es todo desde que los Austrias empezaran a gastar en pintura, permitiendo que el retrato y el costumbrismo alcanzaran consideración de genialidad en los pinceles de Diego Velázquez con el primer “cuadro moderno” de la historia, Las Meninas, que a diferencia de muchos otros ha conservado su ubicación habitual en el Museo del Prado. Probablemente es una de las dos grandes pinacotecas de Europa, y el cuarto pilar en todo el mundo junto con el Hermitage de San Petersburgo y el MOMA de Nueva York.

Después de casi una década de obras, de vallas metálicas y plásticos verdes, de una imagen amputada, mutilada y mil y una polémicas con arquitectos, partidos políticos y usuarios, El Prado volvió a ver la luz en 2009. Lo hizo con una considerable ampliación arquitectónica que abría la parte trasera y la conectaba con los Jerónimos y el famoso cubo de Moneo: cafetería, auditorio, cuatro plantas para exposiciones temporales, una tienda abierta, más luminosidad y una reordenación de los fondos visibles, porque los invisibles son casi tan grandes como lo que el mundo ha podido ver ya.

El Prado sólo le obligará a hacer cola por el aluvión de gente que se encontrará, pero los accesos abiertos son más que suficientes: puerta de Murillo (la que da al Jardín Botánico), puerta de Goya (la segunda más famosa, con el aragonés bien visible y esas escaleras dobles que recuerdan a un templo romano), la puerta de Velázquez (típica, tópica pero imán de fotógrafos y paseantes), y la nueva de los Jerónimos en esa parte posterior moderna que une el edificio religioso, el Cubo y el antiguo palacio convertido en la cueva del tesoro, el mismo por el que arriesgaron su vida restauradores, soldados y amantes del arte durante la Guerra Civil.

Seguro que alguno de los que leen estas líneas ahora recuerdan la película ‘La horade los valientes’, con un Gabino Diego que se juega todo por salvar el retrato de un Goya avejentado y superado por la infamia de la guerra, la locura y la edad. Ese mismo cuadro pequeño y que casi pasa desapercibido en las salas superiores del antiguo edificio y que con una luz cenital parece llamar sólo a los que sepan mirar más allá de los grandes cuadros que llenan paredes. Si entra por esos tornos modernos Encontrará un hall abierto, alto y amplio: a su izquierda, las nuevas instalaciones, con el auditorio, las salas bajas y las escaleras mecánicas para subir las tres plantas del cubo, para poder llegar hasta la reconstrucción del claustro de los Jerónimos y las estatuas de los grandes reyes hispánicos, con la dinastía de los Austrias a la cabeza. Por algo fueron ellos los que más empeño pusieron para hacer colección: la vista puesta en el arte y no en la política de un imperio que se derrumbaba por su ineptitud.

Al frente, la nueva tienda, el destino preferido de los que no quieren arte sino el souvenir de poder haber estado donde todo el mundo le ha dicho que debe ir, aunque no lo desee de verdad. El turismo barato tiene estas cosas. A la derecha se puede ver, a través de grandes ventanales, la trasera del palacio de Villanueva, y el acceso a la colección permanente. En esa misma planta está el grueso antiguo de los fondos: Van der Weyden, El Bosco, Patinar, Durero, Rafael, Tiziano, Tintoretto y la primera de las plantas de Goya, el otro gran invitado estelar de un edificio que todos recordamos por el sevillano Velázquez. En la segunda también está Goya, pero aquí junto a Reynolds, Gainsborough, Tiépolo, Mengs, Murillo, Ribera, Velázquez, Rubens, Caravaggio, Poussin, Tiziano y El Greco.

Las rodillas duelen, y los pies, hay que parar para poder asimilar antes de que el cerebro, que ya no puede distinguir estilos, épocas o influencias, ni siquiera el gusto puede ya ser un buen guía. Es un dicho común pensar que sólo podemos apreciar en un museo los primeros 20 cuadros. Después, todos son iguales. El periodista de los 5.000 pasos sostenía que eran incluso menos, porque la marabunta de gente aborrega el entendimiento. Es la hora de marchar.

Con un poco de suerte quizás algún día el edificio de los Jerónimos se llene de la parte invisible del Prado. Deberían ver la luz, esas salas vacías del cubo deberían llenarse. Más de 400 años de pintura unidos por miles de escalones desgastados, de ascensores que se han quedado algo pequeños, de rincones perdidos, de cuadros de un Tiziano a sueldo de Felipe II y Carlos V, de un Goya alucinado por la guerra, de los enanos inimitables de Veláquez, de los monjes de Zurbarán, de ese caballero español enjuto, grisáceo y místico con la mano en el pecho que es uno de los más copiados por los pintores amateurs que llegan al Prado, del sueño de Jacob que pintó Ribera, del retrato de Durero o de la pieza maestra que tantos y tantos simbolistas han observado hasta la náusea, ‘El triunfo de la Muerte’ de Brueghel el viejo, emparentado con ‘El jardín de las delicias’ del grandísimo Bosco, uno de los preferidos de Felipe II. Sea como sea de larga la zancada, probablemente el holandés se quedó corto.

 

 

Reportaje – Anges Obel

ertyret

La música de Obel suena como atravesar un camino en medio del otoño: puede parecer cursi, pero es como un lametón en los huesos. Con apenas un discos y varios singles ha conseguido abrir brecha de nuevo desde el norte de Europa

 

Por Luis Cadenas Borges

Este texto es una manía personal, tal cual, y por eso se enreda como una espiral alrededor de una columna. Porque cada uno tiene sus tics, manías, neurosis y gustos. Así que allá vamos. Todo empieza por una serie de palabras: Escandinavia, clasicismo, serenidad, misticismo. Puede que amor a la tierra. Son los elementos que dan vida a muchos de los productos empaquetados en forma de música que caen desde las alturas del Gran Norte europeo. Entre Dinamarca, Noruega, Suecia, Finlandia y ese rincón perdido llamado Islandia sólo desembarcan en el castigado continente canciones y libros de novela negra que se pasan tres pueblos en cuanto a virulencia y agonía psicológica. El señor Bergman y su existencialismo quedaron muy atrás en el tiempo y el espacio. Allí sólo existe algo llamado “tranquilidad argumental”, en las antípodas artísticas del fariseísmo mediterráneo que tanto caracteriza este lado del mundo.

Agnes Obel es, con apenas un disco, ‘Philarmonics’, publicado el año pasado por PIAS, un buen ejemplo. Además, ya es disco Doble Platino, por si sirve de algo. En el otoño pasado cruzó España para dos conciertos en Madrid y Barcelona para presentarse en sociedad, buscando quizás seguidores entre tanto oído destrozado de bares de pachangueo y el soberano desprecio a la música que impera en espacios públicos. Y todo eso con sólo un piano, un arma y un violonchelo. Simple y sólido.

Suele ser poco frecuente darse de bruces con un sonido que puede reflejar a la perfección una parte del espíritu de alguien. Cuando llega ese instante en el que cada canción es casi perfecta para unos oídos y para otros sólo es un ruido bien acompasado. Es el sonido de la quietud, que pictóricamente se parecería a dar un paseo vespertino por una campiña en pleno otoño, cuando el dorado, rojo y naranja hace el mundo algo sepia y taciturno, poético. Lo que está pensando es cierto: “cursi”. Es el primer reflejo del cerebro, echarse para atrás y pensar que esta nórdica de cabellera rubia oscura, ojos azules y ademanes sumamente tranquilos, inseparable del piano, es precisamente la quinta esencia de la cursilería.

Nada más lejos de la realidad: es un lametón, húmedo, suave, y que a los melómanos les pondrá la carne de gallina por lo mucho que se parece a los sonidos que han mamado desde pequeños. Al resto no les gustará, pero al encontrarnos con ella y su música, con su escueta carrera pero muy acertada, suena una campana. Todavía hay esperanza para una música elaborada, que se sale de lo normal, que besa más que golpear, que aunque pueda repetir estructura (corrige eso, Agnes, varía un poco más) es por lo menos diferente. A trozos recuerda a las españolas Boat Beam y su forma de usar instrumentos clásicos para crear atmósfera. Sin embargo, ella supera con esa voz profesional de referencias clásicas cualquier mohín indie imaginable, dejando atrás esa etiqueta que se le pone a cualquier cosa que se salga por la tangente de lo habitual. Tirar de clasicismo se convierte en una revolución. Así estamos de perdidos.

Igualmente, resuenan los ecos de algo más meridional como es Yann Tiersen. Entre las teclas del piano de Obel se cuela la larga sombra de ‘Amelie’. Sin embargo ‘Philarmonics’ también tiende otro puente hacia otro disco que pasó sin mucha pena ni gloria pero que es una joya tallada con mucho mimo, ‘Vexations’, de Get Well Soon, una maravillosa anormalidad berlinesa donde el recitativo poético se mezcla con el fondo orquestal y la música pop a partes iguales. Recuerda mucho ese aire de perdición septentrional que pone a todo el mundo a la altura de un suspirante Bécquer. A años luz de nada de lo que se hace, haya hecho o pueda hacerse en España. Y ahí es donde se coloca Agnes Obel: fusión entre la dimensión clásica formal, tanto en instrumentos como en organización vocal, pero son otro tono, tan cerca de veces de la poesía que no podemos dejar de pensar que es una caja de música antigua. Una delicia, para paladares selectos dispuestos a darle a la música una oportunidad y amarla, no tenerla de fondo como si fuera una compañía más contra el silencio.