Entra en la fase final esta exposición de fotografía más que recomendable sobre uno de los mayores fotógrafos que dio el siglo XX en EEUU; una retrospectiva que abarca los 60 años de su carrera, desde principios de siglo a los años 60. En la Sala Bárbarba de Braganza de la Fundación Mapfre en Madrid.

La retrospectiva (hasta el 23 de agosto) realiza un recorrido cronológico por las seis décadas que abarcó su carrera (1910s-1960s) narrando desde los esfuerzos iniciales del artista por establecer la fotografía como forma clave de expresión artística independiente, hasta la madurez de sus distintivos retratos de personas y lugares que, a menudo, adquirieron la forma de libros impresos. La exposición se divide en tres secciones clave: ‘Del pictorialismo a la modernidad’, ‘Del círculo de Stieglitz al retrato de la comunidad’, y ‘Semblanzas de la Historia y la modernidad’.

La muestra arranca con las primeras obras de Strand, realizadas en la década de 1910, y en las que se aprecia su rápido dominio del imperante estilo pictorialista. En 1915, sintetizando sus experiencias, se alejó de los contenidos y las composiciones de este movimiento para hacer fotografías que capturaran la energía y el movimiento de la ciudad. Fascinado por el arte de vanguardia se dedicó durante esta época a la representación de la abstracción por medio de objetos cotidianos, tomadas en su mayor parte en la zona rural de Connecticut. Se había propuesto comprobar cuál era el efecto de un objeto diferenciable representado sólo a través de sus líneas y curvas, tratando éstas como un elemento individual. La obra de Strand de este periodo también incluye retratos a pie de calle igual de innovadores que sus experimentos con la abstracción.

En torno a los años veinte, y está dedicada a un periodo en el que Strand quedó cautivado por la capacidad de la cámara de gran formato, donde el aumento de la claridad y los detalles hicieron que cambiase su concepciónn de ccómo capturar las imágenes. Strand, gracias a la ayuda de su tío y de su mujer, por aquel entonces, Rebecca Salsbury, se hizo con una cámara de cine, una Akeley. Esta cámara, diseñada por Carl Akeley para capturar los movimientos de los animales en libertad. Strand decidió retratarla, y lo hizo con la misma delicadeza y atención con la que retrató a Rebecca.

En colaboración con el pintor y fotógrafo Charles Sheeler, realizarían la primera película considerada vanguardista, ‘Manhatta’ (1921), acompañada de versos de poemas de Walt Whitman. Este breve “documental escénico” intentaba explorar la relación entre la fotografía y el cine. Cada uno de los fotogramas está tratado como si fuera una fotografía en sí misma. Durante el verano de 1927 y 1928, los Strand viajaron al litoral de Maine donde el artista empleó su cámara de 8 x 10 pulgadas para hacer estudios de primeros planos de la naturaleza, influenciado principalmente por la obra de John Marin.

Durante las décadas siguientes Strand viajó incesantemente motivado por su interés por ampliar el papel de la fotografía. Rebecca y Strand viajaron a la península canadiense de la Gaspesia y pasaron los veranos de 1930 a 1932 en Taos, Nuevo México, tras haber visitado juntos el suroeste americano en 1926. Allí Strand continuó investigando sobre le paisaje, pero también se interesó por los edificios antiguos. Permaneció dos años en México, momento en el que terminó su relación con Rebecca y dirigió su atención al cine. Conocido más por su relación con el cine, realizó su primer largometraje encargado por el gobierno mexicano y estrenado en 1936, ‘Redes’ (en México), en el que cuenta la historia de unos pescadores de Veracruz que se declaran en huelga para exigir una mejora salarial.

A partir de la década de 1940 el formato de los libros se convertirían en la forma preferida de Strand de mostrar su obra, ya que le permitían aunar la capacidad expresiva de la fotografía y la narrativa del cine. En cada uno de ellos colaboraba con un escritor que redactaba o editaba textos que concordaran con sus fotografías, y el resultado se publicaba en pequeñas ediciones a un coste muy alto. Las fotografías incluidas en ‘Time in New England’ (1950), creado en colaboración con Nancy Newhall, llevan textos escritos sobre la historia de la región. Fue un tipo de libro fotográfico que nunca se había hecho antes en América, y lo consideró ideal para hacer progresar sus investigaciones fotográficas. Esta experiencia supuso un importante punto de inflexión en su carrera: refleja ante todo su gran compromiso político con el esfuerzo difícil, digno y, en su opinión, continuo, de Nueva Inglaterra por hacer realidad una sociedad democrática.

En 1950 Strand y la que pronto sería su tercera esposa, Hazel Kingsbury, y con la que compartiría su vida hasta el final, se mudan a Francia. Así nació en 1952 su libro, ‘La France de profil’, en colaboración con el poeta Claude Roy. Arranca en las páginas iniciales con la imagen de la piedra megalítica, y continúa con escenarios del paisaje francés, mostrando al escenario donde se desarrolla la vida humana en un país. Lo más importante para Strand fue comprobar que los franceses decían encontrar en su libro la realidad de su nación tal y como ellos mismos la conocían.

En 1955, los Strand habían comprado una casa en el pueblo de Orgeval, al noroeste de París. Permanecerán allí hasta la muerte del artista en 1976, después de haber repetido el mismo proceso de libros fotográficos que había hecho con Francia en otros países como Italia, Rumanía, Ghana, Marruecos y Egipto. Sorprendentemente, es en Orgeval donde el fotógrafo tuvo el primer cuarto oscuro de su propiedad. Hazel creó un extenso jardín, que se convertiría en un tema principal para su cámara al final de sus días.