El Guggenheim de Bilbao expondrá en febrero la serie de obras ‘Shadows’ de Andy Warhol, creada a finales de los 70 cuando ya era una artista maduro, ayudado de toda la Factory creada por él mismo. Más de 100 piezas que son una de las cumbres artísticas del artista-icono por excelencia.

IMÁGENES: Wikipedia Commons / Dia Art Foundation / Museo Guggenheim Bilbao

En realidad es una exposición más pequeña de lo que podemos imaginar. A fin de cuentas es una serie de 102 lienzos serigrafiados que conformaban una obra conjunta única en la que Warhol experimentó con la abstracción después de toda una vida orbitando el arte pop. Fue una producción peculiar, producto de mucho estudio previo, maduración y finalmente creación de artista único, un giro en su carrera, ya por entonces (hablamos de 1977-1978) consagrado como el primer gran artista-objeto. Lo que el visitante verá en Bilbao es la serie completa que conformaba, colectivamente, una sola obra nueva más allá de su individualidad. Warhol lo hizo de una manera acumulativa, casi como en una producción fabril: dependiendo de la sala en la que fuera expuesta tendría más o menos piezas-lienzo, de tal manera que cada exhibición era totalmente diferente de la anterior o la posterior a pesar de la uniformidad aparente. En Bilbao entre el 26 de febrero y el 2 de octubre se podrán ver todos, los 102, para tener una visión completa. Será la segunda vez que se pueda ver en Europa, la primera ha sido en París en estos días. La primera vez que sale de EEUU.

Warhol tiró de su propia tribu artística, la Factory, para la creación y desarrollo de la monumental obra, que reúne el tono colorido y extremo característico más algunos trucos, como pintar el fondo con esponja, lo que deja surcos y rastros que hacen que cada lienzo tenga su propia individualidad. A diferencia de otras obras éstas se hicieron manualmente, con lo que no hay una que sea idéntica a la anterior o la posterior. Las diferencias entre ellas son mínimas, pero existen, especialmente en las escalas de la zona en sombra y que fluctúan si se utiliza la técnica del tiovivo: empiezas por un extremo y al avanzar en la visión seriada se aprecia esa fluctuación, como el agua de un río. Cada una de las sombras es en realidad un cuadro único y distinto, meticuloso en la ejecución de dónde está la sombra, su influencia y los puntos de luz que tiene, que no se repiten nunca. Utiliza un viejo juego de los escultores: los vacíos y sombras, de tal forma que lo que Warhol pretendía era que el espectador dirigiera su mirada hacia la zona donde no está la sombra. El color, siempre el color y la luz. Quería que fueran como chispazos de luz que sobrecogiera el cerebro del que mira más allá de la serie.

Imagen de la instalación de la serie en Nueva York

‘Sombras’ es un punto y aparte en la vida de Warhol. O quizás una simple experimentación en la que creó algo diferente a lo que el público estaba habituado. Famoso por la reproducción en serie de imágenes y collages, por la alteración fotográfica, aquí intentó algo distinto. En 1978 Warhol llevaba muchos años acumulando pruebas de que el arte pop era en realidad una cuestión de series, imitaciones, iconografía y alteraciones sobre bases ya hechas. Evidentemente es mucho más, pero si se le pregunta a cualquiera con algo de formación qué recuerda de la obra de Andy Warhol dirá casi siempre lo mismo: las latas de sopa, la serie sobre Marilyn Monroe y Jackie Kennedy, las fotos alteradas de Mao… y quizás unos cuantos ejemplos más de las manipulaciones a posteriori de todo icono artístico. Se limitaba a ser testigo de su tiempo, nada más: el del consumo de masas, la producción en masa y la serialización de todo lo que había entre el Sol y la Tierra. Y de repente abraza la abstracción.

Lo cierto es que no hay demasiados museos que puedan albergar la serie completa, que se coloca en una zona curva (para crear más efecto) si es posible, casi tocándose entre sí para reforzar la sensación de serie completa. Cada uno de ellos mide 1,8 por 1,2 metros, con lo que a pesar de un tamaño relativamente manejable se convierte en un problema cuando son 102 que tengan que ponerse en línea. En total son 137 metros, más largo que un campo de fútbol. Eso da idea de la meticulosidad y sobre todo la ambición artística de Warhol, que usó diecisiete colores diferente en la concepción de los lienzos, con un marrón pagado en los fondos de los lienzos. Luego, sobre ellos, serigrafiaba las sombras de tal forma que creaba un patrón aparentemente repetitivo al ser expuestos todos los lienzos en línea. Un mosaico moderno, si se permite el salto. Pero si el espectador se acerca se da cuenta de que, en su colectividad, cada uno es diferente. Como toda la concepción de ‘Sombras’.

 

Artista, icono, emprendedor, Warhol

Nacido en Pittsburgh en 1928 y fallecido en Nueva York en 1987 por complicaciones con una operación de vesícula. Entre medias un ilustrador, diseñador, pintor, escultor, videocreador, director de cine y un icono en sí mismo, suma de todas las corrientes de cambio cultural en EEUU durante los años 60 y 70, su época más prolífica. Devoto religioso del cristianismo eslovaco (llegó incluso a pagarle la carrera de teología a uno de sus sobrinos y su funeral en Pittsburgh fue por el estricto rito católico bizantino). Fue un niño enfermizo que le encerró en su propio mundo, convirtiéndole en un hipocondríaco tímido y pasivo que canalizó toda su fuerza a través del arte y sus negocios alrededor del propio arte. La etiqueta de “artista plástico” se le queda corta. Antes de artista fue dibujante e ilustrador de publicidad en los años 50 en revistas como Vogue, New Yorker y Harper’s Bazaar; en paralelo empezó a experimentar con los collage, la pintura y las alteraciones de fotografías o dibujos para crear un nuevo tipo de expresión artística que ya se había inventado en las Vanguardias de la primera mitad del siglo XX pero que él elevó a otro nivel.

Su ancla fueron las galerías neoyorquinas, que durante toda su vida fueron un pilar fundamental para la salida al mercado de sus creaciones, progresivamente más seriadas, reproducibles y casi industriales. En paralelo creó The Factory, una gran asociación de artistas multidisciplinares y extremos en muchos aspectos que orbitaba a su alrededor, que tuvo tres sedes diferentes y que fue el particular “banco de pruebas” de su vida. El mundo de posguerra era su alimento, la cultura de masas, la repetición para las masas, el consumo de masas, los medios y la publicidad. El colmo fueron las serigrafías: repetía fotografías alteradas en diversos formatos, con personajes como Marilyn Monroe, Elvis Presley, Liz Taylor o el mismísimo Mao Tse-Tung. Aprovechaba cualquier obra anterior, ya fuera antigua clásica o moderna. Su característica estilística fueron los colores vivos y brillantes, de acuerdo con las tesis del pop art que él consiguió fundamentar a su manera. Fue publicista y supo usar las técnicas del marketing en su beneficio, incluso creando un mundo de superficialidad, marginalidad y hedonismo del que él apenas participaba: era famoso por sentarse en una esquina, en silencio, y rodar, fotografiar y observar a los demás divertirse como parte del material que usaría luego.

Tres de las célebres obras de Warhol (arriba) y una de las fotos icónicas del artista (debajo)