La exposición ‘El pensador óptico. Rodchenko. Museum Series Portfolios’ es una oportunidad única para conocer la trayectoria y contemplar algunas de las fotografías más emblemáticas de este destacado miembro de la vanguardia rusa. Últimas semanas, abierta hasta el 31 de julio.

Imagen de portada: ‘Lily Brik’ (1924)

El periodo cronológico reunido en esta exposición abarca desde 1924, año en que comienza a tomar fotografías, hasta 1937, y son un reflejo de su evolución técnica y temática. De hecho, será en 1924 cuando realice los conocidos retratos de su madre, del poeta Mayakovsky y de muchos de los integrantes de LEF (Left Front of the Arts). Esta es la primera ocasión en que se exhiben estos dos porfolios, pertenecientes al Archivo Lafuente. La muestra se compone de casi la totalidad de fotografías (41 en total) de las dos carpetas que se editaron en 1994 y en 1997 (‘Portraits’ y ‘Classic Images’ respectivamente) bajo la supervisión de su hija Varvara Rodchenko, su nieto (y uno de los mayores especialistas en la obra del fotógrafo, Alexander Lavrentiev), y el galerista Howard Schickler. Las copias se positivaron en el laboratorio del Rodchenko a partir de los negativos originales.

Rodchenko fue uno de los grandes fotógrafos modernistas del siglo XX, uno de los más importantes renovadores de la imagen y responsable de que la fotografía contemporánea se considere una forma de arte. Entre sus grandes iconos está ‘Chica con Leica’ (1934), donde consiguió reunir las aspiraciones visuales y temáticas de sus compañeros de generación como Alfred Stieglitz, László Moholy-Nagy, Man Ray, Albert Renger-Patzsch o Edward Weston. Fue uno de los destacados miembros de la corriente vanguardista rusa en los primeros años del siglo XX, del constructivismo visual que buscaba dejar atrás la pintura y el arte mismo, ya que para él la creatividad artística era una pericia técnica, no una cuestión trascendental.

‘Driver’ (1929)

Al artista ruso de la imagen le interesaba sobre todo la abstracción, la pureza formal y la mecánica, que la fotografía fuera algo más que un acto estático, que se convirtiera en una forma de tratar la luz y la imagen desde otro punto de vista. De hecho una de sus frases más célebres hace referencia a lo que definió como “pensamiento óptico”, una forma de entender la realidad basada por completo en la necesidad de entender la realidad como un compendio de imágenes. Comprendió la fotografía como un arte: “La fotografía tiene todos los derechos, y todos los méritos necesarios para atraernos como el arte de nuestro tiempo”. Pero siempre con la vista puesta en la depuración del arte mismo. Fue tal su influencia en el juego de luz, sombra y geometría, que llegaría incluso a influir en directores de cine como Eisenstein.

En su forma de entender el trabajo con la imagen, el ego del artista, ese icono del genio avasallador que vive de su talento sobrenatural, no tenían sentido o cabida. Era un lastre. Rodchenko sabía bien de lo que hablaba porque había peregrinado a título personal por las diferentes vías del arte, desde la pintura y la escultura hasta llegar a la fotografía a partir del cartelismo y los fotomontajes. Esa evolución le empujaba hacia un nuevo modo de expresión que quería alejarse del pasado. Nuevo lenguaje, nueva forma de arte. Y las razones eran tanto intelectuales como funcionales: la URSS era un país que quería romper con el pasado a toda costa, quebrar el viejo mundo para tener el nuevo en su mano, y eso sobre una base de población mayoritariamente agraria y analfabeta, por lo que la imagen se convirtió en una herramienta definitiva. Eso llevó a Rodchenko a trabajar para el estado y desarrollar gran parte de su visión estética para la URSS.

‘Chica con Leica’ (1934)

Destacan sobre todo sus series de retratos, donde plasmó sus composiciones de luz y geometría, ya fuera con modelos anónimos como con otros artistas y fotógrafos. Usa la luz como un escultor utilizaría el martillo y el cincel. Se aprovechó de la revolución técnica fotográfica gracias a las primeras cámaras compactas y al cambio en las formas tecnológicas de éstas, como las Leica, que cayeron en sus manos en 1928, cuando ya estaba muy avanzado su trabajo anterior, que había realizado con métodos más tradicionales como las cámaras Lochim y placas de vidrio. Gracias a las Leica dio un salto más allá, terminó de romper con los convencionalismos: la posición del ojo fotográfico era tan importante como la luz, por lo que hacía todo tipo de escorzos, colocaba las cámaras muy cerca o en ángulos fuera de lo común.

Y como todos los artistas rusos que iban por libre o quisieron evolucionar, terminó siendo devorado por el monstruo estalinista. Expulsado de los grupos artísticos, criticado por detalles frívolos e insignificantes sólo justificables por una ideología llevada al extremo del absurdo (cuando él había servido al Partido sin fisuras), terminó en el ostracismo de hacer carteles propagandísticos. No obstante, no acabaría aplastado por completo debido a su utilidad como artista estético. Eso sí, tuvo que morir para que le hicieran una gran retrospectiva en su país, en 1957, cuando ya no representaba un problema para nadie.

Sala de exposiciones del CDIS 

Calle Magallanes, 30 – Santander

Horario: Martes a viernes, 11.00 – 14.00 horas / 18.00 – 21.00 horas; Sábado y domingo, 11.00 – 14.00 horas.

Entrada libre – +34 942 20 30 27

‘Fire escape’ (1925)

‘Gathering for a demostration’ (1928)