Puede no ser definitivo, sólo algo temporal, una itinerancia hasta que haya más fondos e interés, pero uno de los mayores atractivos culturales de Canarias (y de Tenerife sobre todo) se marcha a Noruega por falta de apoyos económicos privados, y muy probablemente del respaldo estatal, que no autonómico.
Es una historia enrevesada, pero el Festival Starmus de divulgación científica, creado por el astrofísico de origen armenio Garik Israelian, y que ha reunido en sus diversas ediciones a decenas de Premios Nobel, astronautas y divulgadores científicos de primer nivel, con Stephen Hawking como principal invitado en estos años se marchará a Noruega en la próxima edición. La futura nueva edición, la cuarta, dejará atrás Tenerife para viajar a Trondheim en junio del año que viene, una ciudad noruega donde puede que encuentre el apoyo financiero privado necesario para sostener una organización que hasta ahora había contado con el apoyo de las instituciones públicas de la isla y del gobierno autonómico, pero que no podía ser suficiente.
El Festival Starmus es un intento de reunir aspectos aparentemente tan distantes como la música y la astronomía, si bien han estado muy ligados en el pasado (Gustav Holst, por ejemplo, compuso su pieza ‘Los Planetas’ a partir de los datos matemáticos de sus órbitas y adjudicó a cada planeta una música concreta que ha sido utilizada en cine y televisión). Starmus Festival nació para acercar la ciencia más universal y el arte más accesible al gran público. Romper las barreras de la ignorancia y aportar un punto de apoyo, a partir de las grandes mentes y de ese incipiente grupo de investigadores que son conocidos por parte del público.
Su base ha sido en todas sus ediciones pasadas la isla de Tenerife, gracias a que algunas de las mayores instalaciones de astrofísica del mundo están en las cumbres de Canarias (Tenerife, La Palma, Gran Canaria) y la colaboración del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC) y del Cabildo de Tenerife han logrado apuntalar esta simbiosis perfecta entre astronomía, arte y música a nivel mundial que atrae, edición tras edición a la isla de Tenerife, a las mentes más brillantes de la historia de la humanidad. Y que además está abierto a cualquier persona que tenga pasión por la astronomía, la ciencia, las artes y la música, y con el deseo de saber más acerca de “dónde venimos” y “qué hay” en el Universo. Era una apuesta clave de una sociedad que depende excesivamente del turismo, que genera empleo de baja cualificación, y poder conectar el potencial científico de la isla (astronomía, física, vulcanología, oceanografía…) con una apuesta futura por la industria tecnológica derivada.
La organización de Starmus anunció que en junio enfilarán hacia el norte, una decisión que llegaba después de muchas dudas sobre el futuro por la debilidad del apoyo privado, que no público, que se cifra en torno al 50% del total de gastos si se atiende al comunicado de la organización, y más del 70% si se hace caso de las declaraciones de las instituciones públicas canarias. Entre el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias aportaban, según sus propias cuentas, más de 600.000 euros. Según las de Starmus eso no llegaba al 50% de la financiación requerida total. Sea como fuere, lo cierto es que España pierde una oportunidad de oro que sí había tenido un enorme apoyo mediático internacional, de la comunidad científica y de público, porque las entradas para las conferencias y debates simplemente “volaban”.
El festival había logrado además un enorme impacto mediático fuera de España, ya que lograba concentrar durante unos días a Stephen Hawking y decenas de Nobel de Física o Medicina, astrofísicos, astrónomos, astronautas y músicos para un buen ejemplo de la Tercera Cultura, el gran movimiento que fusiona ciencia, artes y divulgación. Por Tenerife pasaron, además de Hawking, el biólogo Richard Dawkins, el divulgador Neil deGrasse Tyson (sucesor de Carl Sagan), el economista Joseph Stiglitz y el músico y astrofísico Brian May, ex guitarrista de Queen, más decenas de astronautas y cosmonautas que protagonizaron la carrera espacial o bien misiones recientes. No hay que olvidar que en 2011 incluso lograron que Neil Armstrong visitara el festival en su última aparición pública antes de morir.
Una de las últimas fotos del, quizás, último Festival Starmus en Tenerife
Y lo peor es la mala imagen que acumula ya España, tipificada en el exterior como un país sin interés por la ciencia y la divulgación, ni la investigación: diga lo que diga el gobierno actual o el anterior, lo cierto es que el tópico ya es firme, tanto como para que deGrasse asegurara cuando ya se dudaba del futuro de festival por falta de apoyos corporativos, que “no les importa. Si el país no lo entiende, España siempre irá rezagada”. En una entrevista con Iñaki Gabilondo para Movistar, deGrasse apuntaba que estos eventos son de vital importancia para la comunidad científica, y como apuntaban también en el diario El País, soltó una frase demoledora: “Hace 400 años, España lideraba la exploración en el mundo. Y me pregunto cuánto queda de ese legado: creo que no mucho”. Y el remate llegó durante el último festival, y con Hawking: si un científico español quería triunfar le recomendaba emigrar a EEUU, “allí si valoran la ciencia”.
Ni una sola empresa del Ibex 35 aportó ni un euro, a pesar de que la inversión habría sido mínima, con presupuestos de medio millón de euros que serían fáciles de aportar por las empresas. No estaban obligadas, pero la falta de visión estratégica de las empresas que se supone lideran la economía española es para tenerlo en cuenta. El retorno económico para la isla fue siempre muy alta, cifrada por las autoridades locales en más de 160 millones de euros, a pesar de que la inversión no superaba el millón. Lo cual generó a su vez desconfianza entre la organización del festival y las autoridades canarias que son, de largo, las que más han aportado para mantener vivo el evento. El último, el festival-tributo a Stephen Hawking de julio de este año, fue más allá, superando el impacto económico anterior y con una cifra que rondaba los 400 millones de euros generales. Quizás en Noruega sí han tenido cierta visión estratégica.