Novedades para los amantes de los astronomía: el telescopio Fermi ha detectado la primera emisión cíclica de rayos gamma, la Universidad de Warwick hace el primer estudio meteorológico a distancia de un exoplaneta y el apogeo de la lluvia de las Leónidas para el 18 de noviembre.
El telescopio espacial Fermi de la NASA ha marcado otro hito en astronomía: ha detectado la primera emisión cíclica de rayos gamma de una galaxia, procedente de un agujero negro gigantesco en el corazón de PG1553+113, cerca de la constelación de la Serpiente y cuya luz tarda cinco millones de años en llegar a nosotros. El Fermi ha encontrado variaciones periódicas en el brillo de esta galaxia (definidas con el concepto “bamboleo” por sus alteraciones) con intervalos de dos años, provocadas probablemente por el agujero negro masivo que alberga en su centro, una de las teorías más fascinantes de cómo se comportan las galaxias. Según esta idea en el centro de cada galaxia habría un agujero negro supermasivo que en realidad es el motor del giro continuo de materia que dan a las galaxias su forma y estructura. Según el equipo del Fermi en EEUU e Italia, ya han detectado cuatro ciclos de brillo.
Un agujero supermasivo es una de las ideas más espeluznantes que pueda haber en el universo, entre otras cosas por lo desmedido de su poder de atracción. Cada uno de ellos podría tener millones de km de tamaño y pesar millones de veces lo que nuestro Sol, suficiente como para ser el motor activo de una galaxia. La teoría del corazón de agujero no es nueva pero ha ganado puntos en los últimos años. De ser cierta la mayoría de las galaxias del universo albergarían un monstruo en su centro, lo que explicaría que tal cantidad de material se aglutinara en zonas concretas del universo. Haría las veces de dinamo creadora y destructora a un tiempo. En el 1% de estas galaxias (llamadas activas o “blazars”) el agujero negro irradia energía equivalente a miles de millones de estrellas, y eso deja una huella en forma de rayos gamma que se miden por escalas de tiempo que pueden ir de minutos a años.
Representación artística de la galaxia con los chorros de energía, y el registro real de variaciones de rayos gamma que emite (Fuente: NASA-CI LAB)
El proceso de emisión es el resultado de su actividad: la materia cae hacia el agujero negro y al mismo tiempo las partículas subatómicas escapan casi a la velocidad de la luz en chorros que apuntan en direcciones opuestas al propio agujero. Cuando uno de los dos apunta a nosotros es cuando podemos detectar su existencia a través del enorme brillo que generan. Las oscilaciones de brillo permiten saber cómo se comporta el agujero negro y cuál puede ser su dimensión. Pero en esta galaxia habría una posibilidad más interesante: estiman que las variaciones (hablan literalmente de “bamboleo” del chorro) bien podrían producirlas un segundo agujero negro masivo que inclinaría el “disco de acreción” (el plano del propio agujero negro) donde el gas se acumula y calienta. En este escenario el agujero negro se comportaría casi como un “aspersor de riego” donde el chorro se curva y oscila periódicamente, justo lo que ha detectado el Fermi.
Por otro lado la astronomía no para de acumular trofeos en su búsqueda incesante de exoplanetas. Si hace poco encontraban un gemelo de la Tierra, rocoso y con atmósfera pero demasiado cerca de su estrella (tanto como para que la temperatura de superficie sea de más de 250º C), ahora la Universidad de Warwick ha logrado realizar el primer pronóstico meteorológico de uno de esos exoplanetas, el HD 189733b. El mecanismo fue el de tránsito (cuando el planeta pasa por delante de su estrella y puede ser estudiado indirectamente), y pudieron medir las velocidades de los bordes atmosféricos por ambos lados del planeta. Resultado: vientos a 8.690 km/h del lado diurno al nocturno que podrían destruir cualquier cosa, pulverizarla y hacerla desaparecer, desde rocas a cualquier tipo de construcción. Hablamos de fuerzas de más de 2 km por segundo. El mecanismo de medición fue por comparación: la atmósfera de ese planeta se mueve hacia la Tierra y en dirección contraria, como un efecto Doppler, por lo que puede medirse en función de las variaciones de longitud de onda.
Representación artística del HD 189733b y los vientos entre la fase diurna y nocturna (Imagen: Universidad de Warwick)
La Universidad de Warwich (Reino Unido) ha publicado en The Astronomical Journal Letters su descubrimiento para apuntarse el tanto de ser los primeros en hacer un parte meteorológico de un mundo imposible para cualquier tipo de vida. Para comprender el comportamiento de la atmósfera de este exoplaneta baste recordar que el viento más rápido registrado en la Tierra es 20 veces menor y siete veces la velocidad del sonido. A partir de ahí se puede trazar un modelo climático para este planeta y extrapolar estos métodos a otros y poder repetir el análisis para saber más de otros exoplanetas. El HD 189733b es un tipo de cuerpo conocido como “Júpiter caliente”, un gigante gaseoso que concentra mucha energía y acumula temperaturas de más de casi 2.000º C debido a lo cerca que está de su estrella. Esto provoca que sus alteraciones atmosféricas sean desmesuradamente grandes, dejando a nuestro Júpiter en un paraíso en comparación.
Finalmente algo más cercano: las Leónidas del próximo 18 de noviembre, que este año podría tener un escenario perfecto para la observación. Este año quizás haya menos cantidad, pero la coincidencia con la fase lunar permitirá mejor visibilidad. Será en la noche del 17 al 18 de noviembre próximo con una estimación de 30 meteoros por hora, bastante más baja de lo normal. Sin embargo se producirá un día antes de que la Luna entre en cuarto creciente, con lo que habrá menos interferencias en la observación. El pico se estima que será en torno a las 4.00 horas de la madrugada, ya en 18 de noviembre. La actividad de las Leónidas se desarrolla a lo largo del mes de noviembre, desde el 6 al 30, con un pico intermedio de frecuencia que es el momento perfecto para verlas.
En realidad se trata de la colisión de la estela de polvo del cometa 55P Tempel-Tuttle con la órbita de la Tierra. Este cometa tiene una trayectoria en el sistema solar interior de unos 33 años. El impacto contra nuestra atmósfera es muy rápido, casi 70 km por segundo, lo que provoca ese efecto lluvia brillante. La historia de las Leónidas es más que conocida: hay registros medievales desde el siglo X y ha tenido momentos históricos famosos, como la gran lluvia de 1833, cuando la población del este de Norteamérica pudo verla en directo sólo con levantar la vista por la noche. Tal fue el impacto que muchos creen que fue el detonante de la ola de fervor religioso de aquellos años en EEUU en contraposición con la sociedad algo más laica de décadas anteriores.
Lluvia de las Leónidas