Dos noticias apuntalan la idea de que en realidad hay agua por todos lados: la primera es que en los valles de Marte hay rastros minerales que apuntan a una erosión por agua evidente. La segunda, que han descubierto la primera nube de agua fuera del Sistema Solar, a 7,5 años luz concretamente.

Mawrth Vallis es unos de los mayores valles de Marte, posible lugar de aterrizaje de la ExoMars y la Mars 2020, una herida abierta de 600 km y con una profundidad que alcanza los 2.000 metros. Suficiente para que se creen las condiciones para que hubiera agua. Y en efecto, la hay. Esta zona de Marte tiene más de 4.000 millones de años y conecta una región alta (Arabia Terra) con una de las muchas planicies marcianas, Chryse Planitia, a menos altura que la primera zona. Cuando hubo que pensar dónde buscar restos de agua, ése era uno de los mejores sitios: si Marte tuvo mares es muy posible pensar que lloviera en las zonas altas y que el valle fuera creado (o ampliado) por una corriente de agua que culminaría en esa planicie.

Las imágenes tomadas por la sonda orbital Mars Observer de la Agencia Espacial Europea (ESA) en alta resolución muestran depósitos de diferentes tonalidades que evidencia composiciones diversas: por el espectro posible, los claros son minerales de arcilla, es decir, silicatos, que en varios tramos están cubiertos por terrenos más oscuros producidos por erupciones volcánicas antiguas u otros componentes. Estas imágenes, cruzadas por las de la sonda Mars Express han permitido deducir que esos minerales de arcilla pueden ser ricos en hierro y magnesio o aluminio, y eso implica que son resultado de una erosión estratificada, justo la que provoca un fluido como el agua. Estos depósitos representan una de las grandes evidencias de la presencia de agua en el pasado.

El cálculo es que hubo agua al menos durante unos 400 millones de años, hasta que hace unos 3.600 desapareció progresivamente. Esos depósitos además podrían haber sido parte de un hipotético ambiente natural que albergaría, quizás, formas de vida fosilizadas y a salvo de la fuerte radiación solar y cósmica que recibe hoy Marte continuamente, sin apenas magnetosfera y con una endeble atmósfera que no protegería ninguna forma de vida en la superficie. Quizás por eso todas las agencias con la vista puesta en Marte han pensado en esta zona para futuras misiones no tripuladas, o tripuladas. Una de las que llegará a Mawrth Vallis es la ExoMars, prevista para 2020, que dejará un rover europeo más potente que el Opportunity o el Curiosity, más una plataforma de investigación diseñada por la agencia rusa Roscosmos. Uno de los instrumentos de perforación que llevará el rover permitirá tomar muestra de rocas para analizar los depósitos.

Representación gráfica de cómo podría ser WISE 0855

Y de lo relativamente cercano (en dimensiones espaciales, porque Marte está a más de 100 millones de km) a lo mucho más lejano. Concretamente 7,6 millones de años luz. A esa distancia está la estrella enana marrón WISE 0855, descubierta en 2014 y que se hizo inmediatamente famosa por ser uno de los objetos más fríos nunca detectados fuera del Sistema Solar. La Universidad de California en Santa Cruz usó el telescopio Gemini Norte en Hawai para obtener un espectro de infrarrojos de la estrella, que ha permitido tener el primer espectro de composición de este objeto. Y sorpresa: podría tener a su alrededor nubes de agua o hielo de agua, las primeras nunca detectadas fuera del Sistema Solar en ese formato y composición.

Para que el agua esté presente en esa forma necesita estar ligada a un centro de frío, y esta enana marrón es perfecta. Este tipo de objetos siderales son estrellas fallidas: se ha formado igual, pero no ha gana suficiente masa crítica como para provocar la fusión nuclear en su interior que la “encienda”, por así decirlo. Una estrella es en realidad un punto gravitacional de gas y polvo tan comprimido y a tal presión que literalmente se produce la fusión de la materia para convertirse en otro elemento. De esta forma se genera una inmensa cantidad de energía que es liberada en todas direcciones en forma de luz y calor. WISE 0855 es grande, pero no tanto como para ser una estrella: cinco veces el tamaño de Júpiter. No tuvo suerte, no fue capaz de atrapar más material y ya nunca pudo ser lo que debió.

En realidad la enana marrón es un cuerpo frío de gran poder gravitatorio que se comporta más como lo haría Júpiter, un gigante gaseoso que también empezó como esa enana marrón. La diferencia es que WISE 0855 es mucho más frío que nuestro vecino: está a 250 grados Kelvin (unos -23 grados centígrados) frente a los 130 de Júpiter. Para poder estudiarlo hubo que utilizar otro tipo de método que no fuera el convencional, por lo que se logró un espectrógrafo de infrarrojo cercano que mostró que la no estrella era similar a un planeta gaseoso dominado por vapor de agua y nubes. Los modelos teóricos sobre su atmósfera, cada uno creado en función de supuestas condiciones, generó un escenario en el que era compatible la existencia de nubes de vapor de agua o hielo, que evidentemente casaría con el potencial característico de WISE 0855: si la composición es esa, es posible que las tengan.