La mayor agencia espacial del mundo ha puesto otra banderita más en el gran camino hacia el nuevo salto de la exploración marciana: afirma haber encontrado pruebas de que ha fluido agua sobre la superficie de Marte en los últimos años, no hace milenios, hace apenas una década. De confirmarse estaríamos ante el mayor avance en años sobre el planeta hermano de la Tierra.

La expectación generada ha sido tremenda porque durante el fin de semana ya se había avisado a los medios de que la NASA había hecho un gran descubrimiento sobre Marte. Que hubo agua es ya algo sabido: no sólo la orografía ha dejado huellas muy conocidas por los geólogos de la erosión que hace una corriente líquida como el agua, es que hay pruebas de que en el subsuelo marciano existen depósitos de agua congelada, y que en los polos también hay aunque probablemente bajo las capas de CO2 congelado o incluso mezclada con este material. Ahora han dado un paso más allá: la sonda Mars Global Surveyor (MGS) y la Mars Reconnaissance han mostrado imágenes reales que exhiben una erosión muy reciente (quizás de un lustro) en los cráteres Hale, Palikir y Horowitz. Y en cantidades suficientes como para llenar varias piscinas. El rastro es claro: zonas más oscuras que se ramifican como si fueran la huella de una corriente líquida. La información se ha distribuido a través de Nature Geoscience. Pero ojo, que nadie se imagine que llueve en Marte. Es más complicado que eso. En la foto de portada se pueden apreciar: son las huellas oscuras de la zona no montañosa en la parte superior derecha.

Por supuesto hay que poner en cuarentena este tipo de apreciaciones tan atrevidas, ya que las razones por las que una orografía concreta cambia así en poco tiempo puede tener más de una razón. De hecho Marte cuenta con una climatología bastante dura y activa, con gigantescas tormentas de polvo que duran semanas, torbellinos y vientos que bien podrían alterar la superficie. No es la primera vez que los barrancos marcianos dan más de una lectura, a veces incluso por juegos de óptica. Bien podría tratarse de avalanchas o incluso corrientes líquidas, sí, pero de dióxido de carbono, no de agua. La prueba de más peso a favor de las tesis de la NASA es que en esas laderas hay sales que sólo se forman cuando hay agua líquida presente. La Mars Reconnaissance usó su instrumental para detectar la firma química de esa zona. Es decir: si hay esos compuestos es que hubo o hay agua recientemente. Lo más sorprendente es que estos rastros son cíclicos: aparecen en el verano marciano. La tesis potencial de los investigadores del Instituto Tecnológico de Georgia que ha colaborado con la agencia en el estudio es que el agua emerge desde el subsuelo cuando se descongela.

Una de las claves que apuntalan este teoría es que el rover Curiosity encontró rastros inequívocos de agua líquida en el cráter Gale hace unos meses. La búsqueda incansable de agua es una de las obsesiones esclarecedoras de las agencias espaciales que investigan Marte. De confirmarse su presencia en el planeta se explicarían varias cosas de un plumazo: si hay vida, si hubo vida, si existen depósitos de agua que pudieran usarse en una futura colonización marciana e incluso, a muy largo plazo (mucho), si hay opciones de una terraformación de Marte. Así que cuando el Curiosity halló las huellas a los investigadores les quedó muy claro que en Marte hay ciclos de hidratación residual en determinadas zonas. En estos cráteres mencionados han encontrado esas sales clave (clorato de magnesio, perclorato de socio). Una de las investigadoras, Lujendra Ojha, está convencida de que ese ciclo existe, porque cualquier otra explicación sería más compleja y peregrina que la más simple: agua. Ya saben, cuanto más verosímil es una explicación, y más sencilla, más fácil es que sea verdad. La coincidencia entre lo observado en el cráter Gale y los barrancos de esos otros puntos son una buena prueba.

Una de las particularidades de este ciclo hídrico es que no sería como en la Tierra: aquí el agua se congela por debajo de los 0 grados centígrados. En Marte haría falta que cayera otros 80 grados más para alcanzar ese nuevo estado. Eso implica que el agua marciana debería tener un comportamiento distinto que pudiera aguantar el arco de temperaturas de Marte, que es todo menos agradable: sólo supera los 0 grados durante unos cuantos días de verano y sólo en determinadas franjas del planeta. Los investigadores insisten una y otra vez: el agua tiene que venir de algún sitio, y salvo que haya fases de irrigación atmosférica que han pasado desapercibidas para el ejército de sondas y rovers que escanean Marte a diario, sólo puede haber esa razón: el subsuelo, bien en una rueda de congelación y descongelación o de un posible acuífero que impulsa agua hacia la superficie por alguna razón.

De ser así se abriría otra puerta hacia la potencial actividad geológica del planeta (no hay tectónica de placas pero sí que el interior del planeta podría estar activo). Como bien sabe cualquier biólogo la actividad geológica modifica todo un planeta y las condiciones físicas y químicas. Pero tiene más opciones de ser viable bajo tierra, ya que la alta radiación ultravioleta que recibe la atmósfera y la superficie marcianas destruiría cualquier vida. Bastarían apenas unos centímetros de cobertura de roca para poder crear las condiciones mínimas. Así que…

Los mares de Marte

No es la primera vez que la NASA apunta a que Marte albergó mares. El 6 de marzo de este mismo año publicábamos uno de los estudios de la agencia y sus centros asociados que resumía años, décadas, de trabajo de observación de sondas, telescopios y robots en la superficie de Marte. Finalmente se confirma que el hemisferio norte del planeta rojo albergó un gigantesco océano de agua líquida. La prueba irrefutable son las “firmas de agua”, señales geológicas que sólo se explican por la existencia de un mar y que erosionan de forma muy particular la superficie. Es la primera vez que la agencia se atreve incluso a dar cifras y proporciones gracias al uso del telescopio VLT del Observatorio Europeo del Sur (Chile) y el Telescopio de Infrarrojos de Hawai: 20 millones de metros cúbicos de agua y con una superficie superior a la del Atlántico. Es decir, que Marte tuvo una “Edad Húmeda” pretérita antes de que esa agua se vaporizara al espacio (80%) o se congelara.

Hace 4.300 millones de año Marte tenía un océano capaz incluso de cubrir, de haberse extendido, toda la superficie del planeta. Esta masa de tenía una media de 137 metros de profundidad (con cotas máximas de 1.600 metros en algunas simas) y ocupaba el hemisferio septentrional del planeta. Las “firmas” químicas dejadas por esta masa de agua, más el estudio de un meteorito marciano que albergaba agua congelada, han permitido calcular cronología, volumen y formato. El estudio implicaba las señales dejadas tanto por el agua común (H2O) como por el deuterio (variación de la molécula que la hace más pesada); al combinarse con el meteorito se pudo determinar la edad de esa agua, 4.500 millones de años. La investigación supuso crear patrones de conducta química durante seis años (el equivalente a tres años marcianos) para calcular cuánta agua escapó al espacio en el proceso de desecación marciano y cómo era el clima de Marte en aquel tiempo. Todo junto permite crear un “mapa virtual” del clima del planeta y así poder determinar el comportamiento del agua.

El resultado de años de trabajo y observación que culmina en una aseveración científica contundente. El mapa temporal resultante es muy interesante porque se puede aplicar a otros planetas. Hace 3.700 millones de años terminó la denominada Edad Húmeda en Marte: de tener un océano gigante se pasó a un modelo de roca desértica bajo un intenso frío en el que el agua quedó bajo tierra (una parte se filtró durante la desecación y quedó congelada bajo la superficie), congelada en los polos (junto con grandes cantidades de otros compuestos que pasaron de estado gaseoso a líquido y luego sólido) o que escapó vaporizada al espacio (la mayoría, más de un 80%). La NASA ha calculado que Marte perdió seis veces la cantidad de agua que ahora conservan los polos marcianos. La suma final es de 20 millones de metros cúbicos.

Ahora bien, surge otra pregunta: ¿dónde estuvo tal cantidad de agua? Un vistazo a la geografía marciana permite detectar el lugar. El hemisferio sur marciano está mucho más elevado que el norte, alberga varios volcanes y gran cantidad de cráteres y cordilleras. En cambio, el hemisferio norte es mucho más llano, está por debajo de la superficie media de su hermano meridional y es más evidente que podría haber albergado una gran masa de agua. Esta zona también es donde se generan las grandes tormentas de polvo que pueden llegar a cubrir el planeta estacionalmente. De haber existido un mar, hubiera sido ahí. Con esa superficie y masa de agua quizás el 20% de Marte habría terminado bajo el agua: más grande que el Atlántico. Eso implica que hubo humedad suficiente (y lo que es más importante, durante el tiempo suficiente) como para generar vida biológica, aunque fuera microscópica.