Hasta el 4 de junio la Sala de Braganza de la Fundación Mapfre se exhibe la obra del fotógrafo estadounidense Lewis Baltz. Esta es la primera exposición que se realiza en España de su obra, así como la primera retrospectiva internacional que se realiza tras su fallecimiento en 2014.

Baltz creó una nueva imagen fotográfica de los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX. Reveló no ya la impoluta naturaleza estadounidense, sino los suburbios que proliferan en las afueras de las ciudades y el paisaje como territorio ocupado. Lewis Baltz (Newport Beach, California, 1945- París, 2014) es uno de los fotógrafos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Su obra se ha relacionado tradicionalmente con la generación de fotógrafos agrupados en torno a la exposición ‘New Topographics’, que cuestionó la idea del paisaje como una imagen bella y existencial, casi sagrada, y lo mostró como un hecho real, como resultado de la casi siempre desafortunada acción del hombre.

Baltz concebía el paisaje como espacio urbanizado, estructurado y poblado, y mostró esas construcciones como una arquitectura muda y prácticamente sin rostro. Para él, el paisaje se convirtió en “paisaje-como-propiedad-inmobiliaria”, donde el campo y la ciudad valían exactamente lo mismo en términos monetarios, y, al igual que un topógrafo, lo midió paso a paso y lo registró en sus imágenes. La fotografía fue el instrumento que Baltz utilizó como medio de expresión, como herramienta de investigación y conocimiento, muy en la línea de la filosofía y el arte de los años sesenta y setenta. Por ello, formalmente, Baltz actuó como un fotógrafo profesional de la fotografía directa pero, en cuanto al contenido, fue un artista de pensamiento conceptual y su formación se forjó en el contexto artístico de la época.

A través de alrededor de 400 piezas, la exposición presenta y debate la obra de Lewis Baltz en su totalidad, desde sus primeras series fotográficas en blanco y negro realizadas en los años 60 y 70 como ‘The Prototypes Works’, ‘The Tract Houses’ o ‘The new Industrial Parks near Irvine, California’, hasta la obra en color y la exploración de nuevos lenguajes artísticos de los últimos años con obras como ‘Ronde de Nuit’, ‘The Deaths in Newport’ o ‘Venezia Marguera’. Baltz utilizó la fotografía como medio de expresión e instrumento principal para trasmitir sus ideas. Sus planteamientos e inquietudes, sin embargo, participan plenamente del arte y la filosofía de los años sesenta y setenta con especial relación con el minimalismo y el Land Art.

Las singulares imágenes de Baltz resultan sorprendentemente frías y carentes de emotividad, por lo que su apariencia es técnica, fina y casi inmaterial. La influencia del cine en su obra explica que la mayor parte de su obra se organice en series, aunque sin una estructura o composición necesariamente narrativa. Su punto clave fue en 1975, cuando participó en la celebrada exposición colectiva ‘New Topographics: Photographs of a Man-Altered Landscape’ en Nueva York, junto a Robert Adams, Bernd y Hilla Becher, Frank Gohlke, Nicholas Nixon o Stephen Shore. En esta cita colaboró en la construcción de una nueva visión, como parte de una generación de fotógrafos que por primera vez deja de mirar a la naturaleza intacta, a los parques nacionales, volviendo la mirada hacia las ciudades, al paisaje usado, gastado, transformado, capitalizado, a los suburbios que crecían con rapidez y proliferaban en las ciudades estadounidenses.