La nave Juno de la NASA, de la misión homónima destinada a orbitar Júpiter, y que envía desde julio imágenes y datos desde principios del verano, ya ha dado la primera noticia seria: el polo norte del gigante gaseoso es totalmente diferente de lo que se había imaginado la comunidad científica.
Las imágenes demuestran que hay complejos sistemas tormentosos distintos a los previstos u observados en misiones anteriores. Son totalmente nuevos respecto al resto de fenómenos atmosféricos detectados en el resto del Sistema Solar. El pasado 27 de agosto la nave hizo el primero de los 36 vuelos orbitales previstos, a una distancia casi suicida de Júpiter su desmesurado campo gravitatorio, 4.200 km de distancia por encima del eje polar jupiteriano. Para que el lector se haga una idea de la complejidad de la misión, la nave acumuló seis megas de datos que tardó un día y medio en enviar a la Tierra. Tal es la distancia y la lentitud de todo, pero por poco que haya sido ha arrojado más información que nunca antes.
Lo que ha comunicado el equipo múltiple de la NASA es que las fotos muestran una zona polar de un fuerte tono azulado y plagado de tormentas en un ciclo especialmente violento, y que demuestra que es totalmente diferente al ciclo longitudinal de latitudes medias del planeta y que le dan el tradicional aspecto de planeta a franjas que tiene Júpiter. Y en las imágenes, más en detalle, se aprecia que esas nubes tormentosas proyectan sombras sobre el resto de sistemas atmosféricos, por lo que deben estar a mayor altura que el resto de sistemas.
Junto con JunoCam tomando fotografías durante el sobrevuelo, los ocho instrumentos científicos de Juno recogieron datos. El Jovian Infrared Auroral Mapper (JIRAM), fabricado por Italia, consiguió imágenes de los dos polos en longitud infrarroja. Y lo que encontró fue una aurora en el polo sur, brillante y estructurada, por lo que no es un fenómeno esporádico. Otro de los instrumentos de Juno, el WAVES, detectó la firma de emisión de las partículas energéticas jupiterianas, las más potentes de todo el Sistema Solar. Son además las que generan las mencionadas auroras, y “sólo” queda averiguar su origen concreto para conocer mejor el comportamiento del planeta.
Imagen del polo norte de Júpiter tomada por la nave Juno
Júpiter es un monstruo: tiene un diámetro que uso 143.000 km (frente a los 12.742 km de la Tierra), tiene un volumen 1.317 veces más grande que nuestro planeta pero es mucho menos denso, con una masa 318 veces mayor. Es el triple de grande que Saturno y casi triplica la masa de todos los demás planetas junto. Gigantesco. Pero muy opaco. Hasta ahora se consideraba que era un gigante gaseoso con un núcleo de alta presión y densidad que ejerce de eje de una fuerza gravitatoria que ha atrapado a decenas de lunas y mundos menores que sufren (y mucho) la insuperable presión gravitatoria capaz incluso de deformarlos y romperlos.
Existe una teoría muy peculiar, la del “planeta disfrazado”: supuestamente Júpiter sería el resultado de la evolución de una Super Tierra rocosa primigenia tan grande que acumuló a su alrededor inmensas cantidades de material de la gran nube inicial de la que se formó el Sistema Solar. Pero es una simple teoría que Juno tendrá que contrastar al analizar su campo gravitatorio con precisión y poder adivinar mejor cómo es su interior (cada fuerza gravitatoria implica una realidad física en el interior).
La misión Juno
Juno es la novena nave espacial humana que alcanza el mayor y más antiguo de todos los planetas del Sistema Solar. Entre todas suman una amplia de gama de conocimientos que, sin embargo, son insuficientes. Júpiter tiene cuatro grandes enigmas encerrados que Juno intentará desvelar. O por lo menos apuntar algo de luz. El primero de todos es si tiene núcleo rocoso o no (podría albergar incluso un planeta en su interior varias veces más grande que la Tierra recubierto de una atmósfera de miles de km de profundidad); el segundo, saber cómo se comporta y cómo es su poderosa magnetosfera; el tercero, saber si hay agua en su atmósfera además de otros compuestos acelerados con vientos de miles de km por segundo; y finalmente, el cuarto, quizás el más intrigante: ¿qué papel jugó en la formación del Sistema Solar?
Juno dedicará dos años a vigilar y estudiar Júpiter con niveles de radiación y gravedad tan altos que es imposible (virtualmente) ningún tipo de penetración que no termine en una destrucción asegurada. Cuando termine su vida útil se “suicidará” lanzándose sobre el planeta para enviar todos los datos posibles de su muerte ya dentro de la atmósfera. Juno (con tres paneles solares para alimentación y una longitud total de 20 metros) fue lanzada en agosto de 2011 y tiene el objetivo de acercarse todo lo posible para colocarse en orbita polar (primera vez que se consigue) y acumular información suficiente para saber cómo se formó el gigante, cómo lo hizo el Sistema Solar y qué influencia tuvo (y tiene) sobre la Tierra. Es tan poderosa su fuerza que gira cada diez horas sobre su eje y crea un campo magnético tan fuerte y cerrado que los electrones quedan atrapados y rebotan como metralla. La nave Juno tendrá que hacer frente a ese campo, entre otras amenazas.
Estudiará la atmósfera en profundidad para crear patrones de comportamiento de nubes, vientos y composiciones de todo el enorme movimiento atmosférico, donde los vientos dejan en auténtica brisa los huracanes terrestres. La razón es que en las capas intermedias de la atmósfera jupiteriana la presión es tan grande que da cabida a esa capa de hidrógeno líquido, pero que se comporta casi como un metal porque la presión lo fuerza a crear un campo magnético propio al planeta que se calcula es 20.000 veces más potentes que el de la Tierra. Dentro de ese campo la nave lo pasará muy mal: literalmente los electrones atrapados en ese campo, acelerados por la presión, se comportan como balas de francotirador, por lo que la vida de la nave correría peligro si no se hubiera diseñado una recubierta de titanio que ejerce de chaleco antibalas.
Juno también estudiará en profundidad ese campo magnético. Buscará, además de elementos sólidos, oxígeno en cantidades importantes. A fin de cuentas es uno de los tres elementos más abundantes en el universo y vital para la vida. Igualmente la nave buscará presencia de vapor de agua o agua en estado líquido, ya que podría ser posible que existiera en ambos estados en la atmósfera. Aparte de información planetaria más concreta que la que tenemos ahora, uno de los objetivos es averiguar si debajo de la espesa y tormentosa atmósfera hay algo sólido como en los planetas rocosos.
Imagen clásica de las zonas medias de Júpiter