No por sospechado algo es menos vibrante cuando se confirma. Había serias sospechas de que la luna saturnal llamada Encélado era uno de esos mundos prometedores para la vida, pero la sonda Cassini ha confirmado que alberga inmensos océanos de agua bajo su superficie helada.

En el año 2005 la misma sonda de la NASA (qué gran servicio ha prestado a la Humanidad, por cierto) que vigila Saturno y sus lunas para nosotros encontró vapor de agua en expulsión en el polo sur de Encélado, una bola helada muy pequeña con el tamaño del estado de Arizona que fue, desde el principio, uno de los mundos más interesantes del Sistema Solar. En astronomía suele decirse que 1 + 1 son dos o agua, y en este caso era mucho agua. Si expulsaba vapor de agua por grietas a gran velocidad era por dos razones: primero, tenía que haber agua, ya fuera en estado sólido o líquido; y segundo, debía existir algún tipo de actividad geológica o térmica que propulsara fuera ese vapor por presión. Hasta ahí bien. Pero es que, además, esas columnas de vapor contenían moléculas orgánicas y sales, según demostró la sonda Cassini en varios sobrevuelos alrededor de Encélado. Y entonces sonaron todas las campanas.

Pero no había confirmación real, aún, de que esos mares existieran. Podrían ser bolsas de agua atrapadas sólo en el polo sur. Una prueba de que la alegría podría terminar en decepción era el comportamiento gravitacional de Encélado: de estar relleno de líquido se habría comportado de una manera diferente a como lo hacía. Se impuso la idea de que en el polo sur había un mar de agua, pero que el resto no contenía líquidos. Supuestamente Saturno y su potente gravedad atraía en forma de marea una parte de la luna, con lo que generaba una descomunal presión por fricción que se liberaba evaporando parte de los líquidos almacenados en el interior. Literalmente Encélado se “doblaba” y estiraba como un balón presionado. En función de las órbitas de Encélado respecto a Saturno ese mar se creaba o desaparecía. De ser así no habría forma de que ese mar albergara vida.

Diagrama de cómo sería ese océano bajo la superficie de Encélado, y cómo se acumularía más en el polo sur

Entonces Cassini volvió a enviar información en forma de datos que confirman que sí, por pequeña que sea la luna Encélado tiene un océano líquido en su interior, estable y repartido por todo su diámetro. Para determinarlo usaron las imágenes acumuladas por siete años de trabajo y midieron la libración (el bamboleo planetario de la luna en su órbita saturnal), que determinó que no se trata de un cuerpo rocoso sólido. La clave está en ese bamboleo: si fuera un ente sólido no tendría ese movimiento tan acusado, pero lo cierto es que lo tiene, y eso sólo se explica por la presencia de líquido en su interior que separa corteza y núcleo. A partir de ahí midieron y calcularon: ese océano debería tener unos 30 km de profundidad (tres veces más que la sima más profunda de la Tierra), un caldo de cultivo de la vida perfecto si la presión derivada de la gravedad de Saturno sobre Encélado genera ese efecto marea con fricción. No obstante todavía no está confirmado que sea la influencia de Saturno la fuente del calor. Agua, calor y un ambiente encapsulado por la superficie helada que permitiría que la luna fuera un gigantesco invernadero líquido. Es condiciones parecidas se ha hallado vida en la Tierra. Así que recuerden, 1 + 1 …

Este mes de octubre Cassini volverá a sobrevolar Encélado, muy muy cerca (a unos 50 km de altura) y tiene la misión específica de escudriñar el polo sur. Será una de las últimas misiones de la sonda, que tiene fecha de caducidad y ritual de seppuku al mismo tiempo: se lanzará sobre Saturno para obtener más datos del planeta y morir enviando información. Mientras tanto, los datos sobre Encélado seguirán acumulándose, dibujando esta luna que es en realidad una hermana cuasi gemela de la otra gran oportunidad, Europa. Para empezar es más pequeña que el resto de mundo potenciales (Europa, Ío, Marte…), pero su temperatura no es tan fría y el 99% de su superficie está compuesta de hielo de agua. Posee carbono, hidrógeno, nitrógeno y… si tiene agua, también oxígeno. Su núcleo podría ser similar al de la Tierra: hierro fundido en movimiento. Lo tiene todo, salvo por algunos detalles.

Imágenes tomadas por Cassini de las columnas de vapor de agua que expele Encélado 

La NASA ha calculado que el océano está taponado por unos 40 km de grosor de la superficie. Ese mar subterráneo no recibiría luz, pero quizás sí actividad térmica del interior de la luna, que debido a presiones gravitacionales de Saturno podría tener actividad volcánica y provocar esos escapes de vapor de agua polares que captó la Cassini inicialmente. Las mediciones también han permitido efectuar los cálculos a los astrónomos de la NASA para saber profundidad y dimensiones posibles: todo son matemáticas, y éstas indican que bajo el hielo polar hay algo mucho más denso que el hielo. Y lo que es mucho más importante: las sales que albergaban las columnas de vapor son la prueba de que hay reacciones químicas en esa masa de agua desconocida. Una vez más se abren las puertas de un mundo lleno de vida que bien podría ser el destino de la acción humana.

La posibilidad de la vida fuera de la Tierra

La vida se define no sólo por una serie de componentes químicos básicos (carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, los cuatro naipes clave) que interaccionan con el medio, sino también por las condiciones de posición de un planeta. En el Sistema Solar existe la llamada “zona habitable”, una franja de espacio orbital respecto a la distancia con el Sol: la Tierra está en el punto exacto, ni muy lejos ni muy cerca. Mercurio y Venus están demasiado cerca, si bien Venus está justo en el borde de la zona, igual que Marte, que es demasiado frío pero que todavía orbita dentro de ese cinturón imaginario. La abundancia de agua en el Sistema Solar (es una molécula muy sencilla y se forma con naturalidad) es una realidad que se une a esa zona clave: pero salvo en la Tierra, en su mayor parte está helada y compactada por la presión gravitatoria o encerrada a decenas o cientos de km de profundidad en los cuerpos rocosos.

Pero que nadie espere hombrecillos verdes: quizás lo más grande que se pudiera encontrar el ser humano en los mares de hidrocarburos de Titán, en la superficie de Marte, en el subsuelo recalentado y rico en azufres de Ío, o en los océanos de agua subterránea de Europa y Encélado sea del tamaño de una sardina. O simples bacterias que están todavía en una fase parecida a la que estuvo la vida en la Tierra durante miles de años. En muchos de ellos se dan los cuatro elementos básicos que los biólogos consideran fundamentales para la vida: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, que son el 96% de la biomasa de la Tierra. Pero sería suficiente, sería un salto delante de toda nuestra civilización.