Cryptococus neoformans, así se llama este hongo capaz de llevar al borde de la muerte a un millón de personas al año con enfermedades tan terribles como la meningitis y la neumonía. 

Finalmente la genética ha dado otro gran servicio a la Humanidad: un equipo de la Universidad de Duke (Carolina del Norte, EEUU), han logrado secuenciar el genoma de este hongo a través de una de sus cepas, la H99, con lo que la medicina ya tendrá el plan maestro de actuación y vida de este organismo que infecta de meningitis (mortal en un alto grado) y de neumonía (entre otras enfermedades) a cerca de un millón de personas al año. Gracias a estos nuevos conocimientos será más fácil elaborar medicamentos para luchar contra estas enfermedades tan graves.

La revista Plos Genetics (EEUU) ha publicado los resultados de este estudio y describen una serie de primeras medidas en laboratorio que permiten aletargar o “jibarizar” la capacidad y actividad de dicho hongo, desde evitar su reproducción a debilitarla para evitar que sea tan perjudicial al organismo humano. La secuencia completa del ADN de este criptococo permitirá tener “un manual para comprender cómo el patógeno causa la enfermedad y desarrollar métodos para evitar que evolucione hacia cepas incluso mortales”, tal y como se aventura en los medios de comunicación norteamericanos que han comentado la noticia. También ellos han recogido las declaraciones de uno de los autores, John Perfect, que aseguró que ahora “podemos investigar cómo éste y otros patógenos pueden cambiar y mutar y comenzar a entender por qué no mueren fácilmente con medicamentos antifúngicos”.

El Cryptococcus neoformans en el laboratorio

 

El Cryptococcus neoformans es un patógeno humano que se ceba sobre todo con personas cuyos sistemas inmunológicos están debilitados, y que suelen contagiarse incluso estando en hospitales y centros médicos. Sobre todo enfermos de Sida, pacientes en recuperación de enfermedades infecciosas o que acaban de ser sometidos a algún tipo de transplante. Durante muchos años los esfuerzos se centraron en la cepa más virulenta de todas, la H99, aislada originalmente en la Universidad de Duke y que es donde se ha luchado a brazo partido para poder descifrar la secuencia de ADN. Se encontró que el patógeno tenía una altísima capacidad de mutación tanto dentro como fuera del cuerpo que infecta, hasta el punto de que mutaba más deprisa todavía en un laboratorio.

Dada su capacidad para cambiar se optó por entender mejor su ADN y así poder saber cuál es el mapa de comportamiento biológico de esta forma de vida. En total han sido diez años de trabajo que culminan con una victoria y una cascada de descubrimientos: para empezar este criptococo tiene todo un abanico de trucos y atajos genéticos que le permiten mutar a gran velocidad y así adaptarse a cualquier tipo de ambiente, lo que le hace mucho más peligroso que si fuera más potente pero más estable.

Al poder contar con la estructura interna del patógeno, a hora llega otra fase del estudio: investigar cada gen por separado para saber cuáles son los que desencadenan el estado patógeno que infecta a los seres humanos, es decir, conocer qué partes de ese ADN son los que convierten este hongo en algo tan peligroso para nuestra vida. De lo que se sepa de la H99 dependerá también qué puede saberse del resto de cepas posibles de este organismo. Ahora sólo es cuestión de tiempo.