Cuando la NASA y la ESA (Agencia Especial Europea) avanzaron datos sobre el sistema planetario Trappist-1, alrededor de la estrella del mismo nombre, empezaron a construir poco a poco un mapa real de cómo funciona, de su equilibrio orbital y también de sus posibilidades de albergar vida. Y para que ésta exista hace falta agua. Ahora puede que sea así.