Han pasado ya dos años largos desde que en el verano de 2016 la sonda Juno alcanzara su objetivo en el gigante multicolor, tan desconocido como temible, el primer planeta cronológico y por tamaño del Sistema Solar. Sus avances nos han dibujado un mundo rocambolesco del que apenas hemos rasgado la superficie. Una proeza tecnológica para la pieza esencial del baile planetario que nos beneficia.