Volvemos, como siempre, a las estrellas, al espacio profundo, al gran ciclo que nos rodea y del que formamos parte como una pequeñísima parte del todo. La Humanidad va cada vez más allá: desde los nuevos taxis espaciales para viajar alrededor del planeta al envío masivo de datos de Plutón pasando por galaxias tan lejanas que jamás podrán ser alcanzadas.
Boeing tiene una nueva idea: una nave espacial de transporte efectiva, comercial y capaz de llevar tripulaciones de ida y vuelta a la Estación Espacial Internacional (ISS). Vale, no es nueva, porque SpaceX ya las tiene y la NASA las usa. Pero que Boeing se una a la puja por convertir en habitual algo que no deja de ser complejo y desafiante (sacar de la atmósfera a seres humanos y traerlos de vuelta sanos y salvos) es una gran noticia por los beneficios que traerá para la exploración espacial. El Starliner (foto de portada) es un “taxi espacial”, por simplificar el concepto, diseñado con un nuevo enfoque, más cercano al de un avión que al de una cápsula o una nave espacial. Según Boeing su sencillez práctica y efectividad permitirá que sea usada para hacer vuelos privados en órbitas bajas.
En 2014 se abrió el melón de la exploración espacial para empresas cuando la NASA inició la concesión de contratos a SpaceX y Boeing para desarrollar transportes seguros, tripulados y no tripulados, para conectar la ISS con la Tierra de manera regular. Uno de los contratos ha dado como resultado el Starliner, que NASA y Boeing esperan esté activo desde 2017 después de que este mes de diciembre se haya ensamblado el primero y empiecen las pruebas de resistencia. El Starliner está a la altura del más famoso SpaceX Dragon, el transporte de la compañía rival cuyo cometido es servir de enlace con la ISS en vuelos regulares y sentar las bases de las futuras naves tripuladas para largas distancias. Traducción: Marte. Está previsto que el Starliner sea lanzado por primera vez desde Cabo Cañaveral en un cohete Altas V.
¿Recuerdan la nave New Horizons y su viaje a Plutón? Hemos informado varias veces de esta misión de la NASA y su sobrevuelo del planeta enano antes de zambullirse en la frontera del Sistema Solar, el cinturón de Kuiper. Han pasado ya siete semanas desde que la primera nave humana visitara el límite planetario, pero es ahora cuando la agencia ha empezado la descarga de las decenas de gigas de información acumulada sobre el planeta enano. Eso significa que en los próximos días la NASA presumirá de su trabajo y liberará más imágenes y datos sobre Plutón. Hasta ahora sólo había llegado una parte en forma de datos sobre la peculiar atmósfera plutoniana (muy grande, conformada sobre todo por nitrógeno y en pérdida continua por el impacto del viento solar), imágenes de la superficie y de sus lunas.
Lo que enviará New Horizons es el 95% del total acumulado, ya que hasta ahora (por mucho que sea) apenas hemos visto una parte de lo que envió la nave a la Tierra. El cálculo es que cada byte tardará casi cuatro horas en llegar hasta las antenas de la NASA debido a la inmensa distancia de miles de millones de km a los que está ya New Horizons. Cuando la nave fue diseñada se hizo para aprovechar al máximo cada instante. Por eso, en lugar de enviar en tiempo real (aunque tardara horas en llegar al destino) la información se optó por crear un sistema en el que New Horizons acumulaba todo lo que podía exprimiendo toda su energía para luego enviarlo todo sin problemas.
Pero hay que mirar mucho más allá, por eso el rastreo del espacio profundo sigue adelante. Un equipo de astrónomos del Caltech (Instituto Tecnológico de California) ha culminado años de trabajo en la detección de las galaxias más lejanas, el llamado “Deep Space” y que ha tenido como fruto una galaxia detectada a más de 13.000 años luz. Es decir, que para poder alcanzarla habría que viajar a la velocidad de la luz durante ese número de años. Eso la convierte en la galaxia más lejana nunca antes detectada. La han llamado EGS8p7 y es una de las primeras en formarse desde el Big Bang. Si la cronología del Universo es certera, y éste tiene 13.800 millones de años, la nueva galaxia tendría 13.200 millones de años. Y en medidas de espacio y tiempo cósmicas eso es muy poco.
Para poder localizarla han usado los telescopios espaciales Hubble y Spitzer, así como el observatorio de infrarrojos Keck en Hawai. La detectaron usando el espectrómetro MOSFIRE, que captura las firmas químicas de cualquier cuerpo estelar, incluyendo las estrellas de las galaxias más distantes en longitudes de onda del infrarrojo cercano (0.97-2.45 micras, o millonésimas de metro). La razón es que la emisión de energía (luz, para entendernos) es la mejor manera de localizarlas, pero es en realidad el desplazamiento hacia la luz roja la que se usa para dar con esas galaxias ya que el Universo primitivo no emitía luz todavía. Hubo que esperar varias cientos de miles de años para que el Universo se enfriara lo suficiente como para que electrones y protones se combinaran, se estabilizaran en forma de átomos de hidrógeno. De esta forma los fotones pudieron por fin expandirse y viajar por el espacio. Las primeras galaxias se hicieron visibles en la historia del cosmos gracias a ese enfriamiento inicial.