Parece un gran queso lleno de moho y agujeros, pero en realidad es una ventana abierta al pasado de la Tierra, un ejemplo de cómo era nuestro planeta. 

Revista Nature: un grupo de científicos publica un nuevo estudio en el que postulan a Io, una de las lunas de Júpiter, como el mejor ejemplo de formación de lo que sería un planeta terrestre como la Tierra. De hecho, consideran que la pintoresca y virulenta luna es una ventana abierta cómo era nuestra bola azul hace 4.000 millones de años.

Io es el cuerpo terrestre con mayor actividad volcánica de todo el Sistema Solar, muy por delante de la Tierra, un remanso de paz en comparación. Su comportamiento geológico determina su aspecto y formación: encierra en su interior tal cantidad de calor que fuerza a la corteza a ser un filtro volcánico que supone cubrir toda su superficie con un 1 cm de lava anual, un crecimiento planetario desproporcionado en comparación con cualquier otro fenómeno geológico. Según el estudio de William Moore y su equipo, “la Tierra habría pasado por una fase similar en su juventud, antes de que el se enfriara lo suficiente para que la tectónica de placas se pusiera en marcha”.

Distintas imágenes de la superficie de Io

Nuestro planeta, al igual que otros de tipo rocoso, fue el resultado de la fusión lenta de muchos cuerpos de partículas que por efecto de la gravedad y la órbita alrededor del Sol se acumularon en torno a un único punto, compactándose alrededor de un gran núcleo de hierro muy pesado que ejercía de atracción. Eso fue hace 4.500 millones de años. Eso supone que cada poco, y más a medida que se formaba el planeta, caían miles de trozos más en su campo gravitatorio. Meteoritos, impactos, fricción. Todo eso aumentó la temperatura del cuerpo final de nuestro planeta, generando un desmedido vulcanismo. Una fase similar a la que sufre Io ahora mismo.

Los autores de este trabajo creen que la Tierra primitiva pudo haber funcionado como Io, donde el calor fluye a la superficie a través de largas tuberías volcánicas que enhebraban el planeta. La tradicional tectónica de placas sólo fue posible más adelante, cuando la Tierra se enfrió y permitió la formación de una corteza sólida que, literalmente, flota sobre el magma interno. Hace 3.500 millones de años, según el estudio, había un altísimo grado de vulcanismo en nuestro planeta, siempre en base a los datos que dan las piedras de esa época encontradas.

El estudio comparado Io-Tierra permite adivinar y mejorar las teorías sobre la geología terrestre: no había tectónica de placas desde un principio, sino un intenso calor que refrigeraba el planeta expulsándolo por esas tuberías. Al enfriarse disminuyó la actividad volcánica, la roca se solidificó y formó las placas actuales.