La NASA ha puesto en circulación un vídeo compuesto por una larga cadena de fotografías tomadas por la sonda Dawn desde que llegó al planeta enano Ceres; al ponerlas de manera consecutiva se consigue la mejor imagen en movimiento que hay hasta ahora de un objeto planetario que se haya tenido hasta ahora desde los vídeos de la Luna del Programa Apollo. 

La sonda Dawn empezó a hacer órbitas cada vez más cercanas a Ceres para poder fotografiar a fondo su superficie. Ceres no es un cualquiera: es un planeta enano dentro del Cinturón de Asteroides, el subproducto de un planeta interior fallido que hubiera estado entre Marte y Júpiter y que no terminó de formarse. Se supone que Ceres es el pedazo más grande (y fallido) de esa formación planetaria. Orbita por su cuenta al Sol y sólo es considerado de categoría menor por su tamaño. La NASA envió la sonda Dawn con el fin de poder observarlo directamente para extraer conclusiones de la formación del Sistema Solar, encontrar quizás rastros de agua (persiste el enigma del suelo brillante en el fondo de uno de sus cráteres, no se sabe si es hielo, cristal o qué) y poder estudiar mejor esa zona de nuestro “vecindario”.

El vídeo es una reconstrucción en 3D a partir de 80 fotografías de altísima resolución tomadas por las cámaras de  Dawn entre 13.500 y 5.100 km de distancia respecto a Ceres. Se estima que con el tiempo se consigan mejores imágenes, ya que la sonda se acercará todavía más en las próximas semanas, hasta los 4.400 km. Una de las razones para acercarse tanto (sí, eso es acercarse en estas dimensiones) es conocer de una vez por todas qué son las manchas brillantes que hay en la zona de cráteres más grandes (y profundos) de Ceres. Se espera que la alta resolución de las cámaras de Dawn pueda dar mejores respuestas que una simple imagen con puntos brillantes y dispersos. De hecho en varias partes del vídeo se advierten esos puntos brillantes.

 

Hay que hacer un par de aclaraciones previas: la primera, que Ceres no orbita otro planeta, sino que se encuentra en la zona del Cinturón de Asteroides que separa los planetas interiores rocosos (Mercurio, Venus, Tierra, Marte) y los gigantes externos (Júpiter, Saturno, Neptuno, Urano y el defenestrado Plutón). En realidad es como otro planeta más, pero su tamaño y su órbita lo diferencian: se encuentra entre Marte y Júpiter y a su alrededor hay muchos más asteroides que orbitan en la misma zona al Sol. La segunda aclaración tiene que ver con sus características: es pequeño (no supera los 2,8 millones de km2, poco menos que el tamaño de Argentina), rocoso, complicado por su ubicación y tiene una de esas cosas que tanto apasionan al ser humano, agua.

Dawn tiene mucho trabajo por delante, y el equipo que la controla desde el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena (California) se va a centrar en varios asuntos, desde cuestiones geológicas y astronómicas a esas luces brillantes en un cráter concreto. Varios equipos que realizan labores parecidas, como el de la Misión Cassini en Saturno, han opinado abiertamente que ese fenómeno se parece mucho a lo que han visto en el satélite Phoebe. De confirmarse algo parecido supondría que Ceres tiene una dura capa de hielo alrededor del núcleo y bajo la superficie visible, que de vez en cuando genera salientes o zonas de exposición de ese hielo.

Otra opción, que no descartaría la presencia de hielo subterráneo, sería que Ceres tiene capas de escarcha en algunos puntos bajos (fondos de cráter principalmente). Es decir, que existiría agua en superficie en un estado intermedio que podría luego vaporizarse hacia el espacio. O permanecer en la superficie. Otra explicación sería que no fuera agua escarchada o hielo, sino concentraciones de sales minerales altamente reflectantes que permanecen en la superficie por impactos de asteroides que los han depositado allí. Es decir: están en el fondo de un cráter, por lo que podrían ser el resultado de un impacto de un meteorito que tuviera un núcleo de sales.

Ceres, potencial cuna de vida

Este planeta enano es una rara avis en el Sistema Solar, un “vecindario” particularmente dado a generar asteroides y lunas. No hay que olvidar que Júpiter y Saturno son monstruos con decenas de satélites a su alrededor, capaces de generar sistemas planetarios secundarios alrededor del Sol. La existencia de un planeta enano a medio camino entre Marte y Júpiter es un preciado tesoro: está lo suficientemente cerca de nosotros como para que sea factible pensar en misiones más ambiciosas. Sobre todo si, como se cree, puede ser otro candidato a albergar vida.

La vida (al menos tal y como la conocemos y es lógica) requiere tres condiciones previas fundamentales: agua líquida (o que pueda estarlo), una fuente de energía y componentes químicos básicos como carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, fósforo y azufre, entre otros muchos más. De momento todas las esperanzas se centran en Europa (Júpiter), Titán o Encelado (Saturno). Hay agua, nitratos, compuestos de base de carbono y condiciones para que pueda existir vida. Por eso la NASA tiene un ojo en Ceres. Se cree que podría haber agua por un detalle: tiene una baja densidad global de 2,09 gramos por cm cúbico, casi la mitad que la Tierra.

La teoría es que un corte transversal permitiría ver su núcleo rocoso y sólido, un manto de hielo de agua y una superficie rocosa mixta que contendría otros minerales donde hay rastros de agua. La apuesta más arriesgada apunta a casi un 40% de agua en Ceres. Eso se combinaría con la fuente de energía: el Sol, que está relativamente cerca (2,8 unidades astronómicas, la Tierra tiene 1). Ahora bien, aquí es donde cambia su comparación con Europa y Encelado: estas dos últimas lunas tienen fuerzas de marea por culpa de la gravedad de Júpiter, es decir, que se genera calor en su interior y eso provoca que haya océanos líquidos en su interior. En el caso de Ceres podría darse algo parecido, pero ni Júpiter ni Marte ejercen una fuerza suficiente, con lo que si se confirma la liberación de tanto vapor de agua como se cree (esos 6 kg/segundo mencionados al principio del texto) podría deberse a que hay algún tipo de actividad.