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Reportaje – Beevor, el bardo de la guerra

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El ensayista Antony Beevor se convierte en la voz de la nueva crónica del ensayo del fin del mundo con su extensa carrera de ensayos que abordan, sobre todo, la Segunda Guerra Mundial. Un maestro, un divulgador y un faro para cualquiera que intente comprender mejor qué ocurrió entre 1939 y 1945 en el mundo.

Por Luis Cadenas Borges

Se llama Antony Beevor, sin h in­tercalada en el nombre de pila, una rareza en un país como Reino Unido, donde las formas lo son todo. Por algo fue oficial de la Royal Army durante años y uno de esos productos de la Academia de Sandhurst, la particular Esparta inglesa y por donde el ejército británi­co pasa de horda a legión dis­ciplinada. Nacido en 1946, en su haber figura ser el nue­vo cronista de moda de la Se­gunda Guerra Mundial, pero también de muchos otros conflictos; su temprano con­tacto con la historiografía mi­litar le favoreció a la hora de entender todo lo relacionado con los conflictos.

El escritorio de Beevor

En España desembarcó hace unos meses con ‘El Día-D’, un fresco de la Batalla de Normandía desde el desembarco en las playas (Gold, Juno, Sword, Utah, Omaha) hasta la liberación de París. No importa que tan­ta cerca de 500 páginas o más, se lee como se bebe una cer­veza, a sorbos pero con fuerza, con algún que otro regusto amargo pero con placer a fin de cuentas. Y no es la primera vez que Beevor convierte la historia de nuestro particu­lar Apocalipsis en una piedra de toque. Beevor se benefició de su condición de oficial, y nada menos que del 11º Re­gimiento de Húsares del Ejér­cito británico, para entrar como un alud en los archivos rusos del Ejército Rojo, me­ticuloso en todos los detalles y que le han servido para di­seccionar el terrible Frente Oriental y hacerlo ameno, pero sin renunciar a contar todas las miserias, venganzas y pecados de rusos y alema­nes, tan inmensos como la propia guerra. De este modo ha renovado en profundidad la Historia militar y política de la Segunda Guerra Mundial, y sobre todo pensando en el lector medio, no en otros oficiales e historiadores, de tal forma que su conoci­miento queda tamizado por la necesidad de comunicar.

Su narración, detallista y me­ticulosa, llena de referencias cruzadas y de vidas paralelas de soldados, civiles y genera­les, se trufa de citas y anécdo­tas que cargan de humanidad cinco años de horror. Su total compromiso con la denuncia de los crímenes de guerra le ha granjeado muchos enemi­gos en Rusia, donde siempre se tapó con ahínco los fusi­lamientos de prisioneros, las marchas de 400 km hasta los gulag, las violaciones colecti­vas de civiles alemanas, pola­cas, húngaras o rumanas, así como el saqueo mercantil in­discriminado y de tecnología llevada a cabo bajo órdenes de Stalin. Pero también ha recibido bofetadas en EEUU y Reino Unido, donde no fueron bien digeridas las crí­ticas de ‘El Día-D’, donde da con detalles pruebas y testi­monios del salvajismo de los paracaidistas y divisiones de infantería angloamericanas contra los alemanes.

Beevor ha sido, por desgracia para él y por fortuna para los demás, el primero que ha hablado sin tapujos de las vendettas de los Aliados contra los grupos de prisioneros alemanes, mu­chas veces tiroteados cuando ya se habían rendido, cuando no colgados en pleno bosque. Y por supuesto los bombar­deos indiscriminados sobre el continente, el caballo de batalla de una cierta reinter­pretación, ya menos ideoló­gica, del devenir de la guerra. Estilo, detallismo, historia y divulgación se dan la mano en él, críticas o no sobre su subjetividad, pero también el talento de un gran comunica­dor imprescindible hoy para entender la guerra que pare­cía el Fin del Mundo.

Bibliografía básica. En su haber cuenta, en español, con ‘La Batalla de Creta’ (2006), ‘Berlín, la caída’ (2006), ‘Creta: la batalla y la resistencia’ (2006), ‘Un escritor en guerra: Vassily Grossman’ (2006), ‘La Guerra Civil Española’ (2005), ‘París después de la liberación’ (2007), ‘Stalingrado’ (2004) y la mencionada sobre Normandía.

 

RIP Tomás Segovia

tomás segovia

El escritor, poeta y ensayista hispano mexicano Tomás Segovia falleció ayer en la capital de México a los 84 años, debido a diversas complicaciones por cáncer. Este valenciano exiliado de la Guerra Civil fue uno de los puntales de la cultura española en México, una de las caras de esa inteligencia enviada al extranjero por el odio y la rabia del conflicto y la represión franquista posterior. En su carrera quedan el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo y el Juan Rulfo de Literatura. También fue galardonado con el Premio de Extremadura a la Creación y el Internacional de Poesía Federico García Lorca.

Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y desarrolló una extensa obra literaria. En 1950 obtuvo la beca Guggenheim y participó en la fundación de la Revista Mexicana de Literatura en colaboración con Juan García Ponce.

Entre sus principales obras se encuentran ‘La luz provisional’ (1950), ‘El sol y su eco’ (1960), ‘Anagnórisis’ (1967), ‘Figura y secuencias’ (1979), ‘Cantata a solas’ (1985), ‘Casa del nómada’ (1994), ‘Fiel imagen’ (1997) y ‘Sonetos votivos’ (2005 y 2008). Entre los ensayos destacan ‘Contracorrientes’ (1973), ‘Poética y profética’ (1986) y ‘Alegatorio’ (1997). En teatro dejó una obra, ‘Zamora bajo los astros‘ (1959), así como diversas obras de poemas y narrativa.

 

Martín Caparrós, premio Herralde de Novela 2011

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El escritor argentino Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) es el nuevo ganador de uno de los galardones literarios más prestigiosos de España, el Herralde de Novela, que en su edición número 24 ha premiado la novela ‘Los Living’. El premio, creado por la editorial Anagrama, está dotado con 18.000 euros (poco dinero comparado con otros, pero con mucho más prestigio). ‘Los Living’aborda la relación de los hombres con la muerte, esa particular obsesión, a través de un personaje cuya infancia queda marcada a fuego por la muerte de su padre y su abuelo.

Caparrós ha publicado más de veinte libros, entre los que cabe destacan la novela ‘A quien corresponda’ y el compendio de crónicas ‘Una luna’. El jurado del Premio Herralde ha estado compuesto por Salvador Clotas, Paloma Díaz-Mas, Marcos Giralt Torrente, Vicente Molina Foix y el editor Jorge Herralde.

Terror para enanos

Libro historias de terror

Terror para niños. Uno de esos libros que sirven para desmarcarse de la ñoñería habitual en muchas obras de la literatura infantil y juvenil, y que Edebé ha mezclado con las ilustraciones de Medusa Dollmaker, con un estilo muy particular. ‘Las historias de terror del libro rojo de David’, escrita por José María Plaza, puede ser un buen añadido a la estantería de un niño, para que empiece a familiarizarse con algo más que lo normal, especialmente en las figuras del inmortal Edgar Allan Poe, su clon español (más o menos, queremos decir) Bécquer, y el más desconocido M.R. James. En total son 19 historias acompañadas de esas imágenes, imitando las tapas a un viejo libro victoriano, y que va desde un tatuaje que cambia de lugar a gatos vengativos o un MP3 asesino.

El origen está en un personaje de una serie anterior del propio Plaza, ‘Los Sin Miedo’, David, que encuentra en el desván de casa de su abuelo un libro llamado ‘Historias de terror’, que va contando de vez en cuando a sus amigos. Y ahora, ese ejemplar antiguo ha tomado cuerpo real. A partir de ahí, un buen libro de cuentos de género que puede enganchar a muchos lectores. Precisamente por ser diferente. Según Edebé, a partir de 10 años, 360 páginas (15,90 euros).

Reportaje – McSweeney’s, el ariete de la literatura

portada mcsweeney

Las letras dan el salto directo hacia internet, donde proliferan portales modélicos como McSweeney’s en California, creado por Dave Eggers. La web es el espejo en el que deben mirar medios y escritores, el ariete de las letras en la red: es, además, la plataforma de la revista del mismo nombre que es la referencia literaria de Estados Unidos.

Por Luis Cadenas Borges

Quédense con este nombre: Dave Eggers, autor, entre otros libros, de Zeitoun, ‘Ahora sabréis lo que es correr’ y ‘Away we go’ (adaptada a la gran pantalla por Sam Mendes, director de ‘American Beauty’). Más que por ser una de las promesas cumplidas (con mucho trayecto por delante todavía) de la nueva literatura norteamericana, por estar detrás de uno de los mayores portales literarios del país, y por extensión, de la lengua inglesa, McSweeney’s, compendio de revista literaria, editorial (también en papel), fundación filantrópica y reclutadora y formadora de nuevos escritores. Es el resultado de muchos años de trabajo, de una idea solitaria reconvertida en un auténtica mina para los escritores; poco a poco, lentamente, con amigos, con tesón, con paciencia, ha crecido hasta ser un trabajo autónomo. Sólo tiene un problema, para los de aquí: está en inglés. Así que con un buen diccionario y unas cuantas clases también se puede disfrutar. Una razón más para sumergirse en los vapores shakespearianos.

Dave Eggers 

Aparte de sus listas de libros más buscados, leídos o de mayor calidad, McSweeney’s alberga cuatro publicaciones regulares: Timothy McSweeney’s Quarterly Concern, que es un diario literario quincenal; el McSweeney’s Internet Tendency, sobre novedades del mundo de las letras con mucho humor e influenciado también por otras artes; el magazine mensual ‘The Believer’, que es todo un experimento que entronca la literatura con casi todo, y finalmente ‘Wholphin’, una especie de revista-DVD. Además existe otra nueva, ‘The Lucky Peach’ (el melocotón afortunado), que está especializada en letras y gastronomía. Igualmente, McSweeney’s es también editorial tradicional con Believer Books.

El germen fue ‘Might’, una revista de los años 90 en la que, como él mismo ha dicho en varias entrevistas en EEUU, lo que quería era “escribir con muchos garabatos; tener muchas faltas de ortografía; pero principalmente, la tercera regla y la que nos metía en más problemas, nunca publicar nada que no nos importara. Por lo mismo, siempre terminábamos escribiendo artículos sobre famosos, drogas, electrodomésticos, videojuegos, ropa, y especialmente cerveza”.
Tuvo el éxito suficiente como para que la revista referencia de aquellos primeros años del mundo de la red y la explosión total de la tecnología, ‘Wired’, anduviera detrás de ella para darle una dimensión de calidad y juventud. El último número fue en 1997, y poco después nacería McSweeney’s, con modestia pero sin parar de escalar puestos, creando nuevos productos como el ‘Panorama’ de San Francisco, que fusiona muchas publicaciones en una con el sello de McSweeney’s, que da el salto al papel por alguna razón desconocida, ya que siempre será más caro y costoso. Son tiempos de contar cada dólar, cada euro, y cada idea.

 

Lo que hay alrededor de McSweeney’s es uno de los grandes bastiones de la cultura del libro (digital y físico): innovador, selectivo y con una capacidad de reconvertir el noble arte de escribir en una fuente de saber y placer para millones de lectores en EEUU y el resto del planeta. La gran ventaja de McSweeney’s es que es un cruce de líneas, tangenciales, pero que crean un todo que por estos lares no hay ni buscándolo con sabuesos: cómic, letras, dibujo… todo unido. Es un artefacto virtual muy novedoso por esa virtud: vivimos tiempos en los que la literatura debe abordar otros caminos, mezclarse, unir géneros e incluso artes, amenazada por el auge de la novela gráfica, quizás la única amenaza seria para el arte de las letras una vez que queda claro que el cine ya no sabe que hacer con eso llamado “guionista” (muchas veces les estorba en los despachos, domesticados por el star-system) y la televisión empieza a sufrir los achaques de la falta de fondos, vitales para su brillantez estos últimos años.

 

Escritores y mascotas: ‘Perros, gatos y lémures’

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La editorial Errata Naturae ha abordado el tema de las mascotas desde un punto de vista totalmente diferente: ‘Perros, gatos y lémures’ es una antología en la que aparecen relatos de los escritores aragoneses Soeldad Puértolas, Antón Castro, Ignacio Martínez de Pisón y del recientemente malogrado Félix Romeo, a cuya memoria los editores dedican el libro. Aparecen también relatos de Andrés Trapiello, José Carlos Llop, Andrés Ibáñez, Marta Sanz, Berta Marsé, Pilar Adón y Carlos Pardo.

Sobre todo han escrito con libertad y pensando muy seriamente, o con comicidad, y recordando la íntima relación entre muchos escritores y sus animales domésticos, o sobre sus propias vidas. Y han cogido prestados temas de otros: Julio Cortázar y su gato Teodoro W. Adorno, Truman Capote y su perro Charlie, Cyril Connolly y sus lémures, Virginia Woolf, sus perros y su tití, un minúsculo mono del Amazonas… O los loros, gatos, patos, armadillos y coatíes de Jane y Paul Bowles.

 

‘Combate moral’ – Michael Burleigh

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Otro ensayo más sobre la inacabable, determinante y homérica Segunda Guerra Mundial. Esta vez firmada por Michael Burleigh, ‘Combate moral’ (Editorial Taurus), y que aborda el conflicto militar, político e ideológico desde el punto de vista del comportamiento de las normas éticas, de la moralidad vigente en la toma de decisiones, muchas de ellas tomadas en tiempo real, sin reflexión y que en su mayor parte eran a vida o muerte. Recomendación expresa de El Corso para amantes de la historia del siglo XX.

Mientras que anteriores estudios han tendido a centrarse en las grandes estrategias y las principales batallas, así como en las consecuencias humanas de la guerra, Burleigh consigue adentrarse en los universos morales de sociedades enteras y de sus líderes para descubrir cómo estos se vieron modificados bajo el impacto de la guerra total. Y eso incluye la inhumana moralidad de los déspotas como Hitler, Stalin, Mussolini o Hirohito, así como la de los líderes aliados como Churchill.

Burleigh, uno de los más destacados historiadores contemporáneos, se niega a extraer lecciones del pasado, centrándose firmemente en los dilemas éticos de personas reales que tuvieron que actuar bajo circunstancias difíciles de imaginar en un conflicto que definió el siglo XX y cuyas consecuencias nos acompañan hasta hoy.

Historia de la ciencia ficción

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De Han Solo a la tribu de los Naa’vi; del detective Redard a los X-Men; del Superman de Richard Lester a la familia Swinton de ‘Inteligencia artificial’: toda la historia reciente de la ciencia-ficción en el cine a través del novelista e historiador Javier Memba. Su nuevo libro, ‘La nueva era del cine de la ciencia-ficción (1971-2011); de La guerra de las galaxias a los superhéroes’ (T&B Editores), incluye un diccionario de películas y personalidades. Divulgación e historia de un género fascinante.

“En los años 70, hay un gran acontecimiento, la aparición de la saga de ‘La guerra de las galaxias’, que, sobre todo, significa la recuperación de la épica. En los 70, desde ‘Novecento’ hasta Woody Allen, el protagonista del cine es el antihéroe. El héroe valiente y apuesto tenía fama de fascistoide. Y ‘La guerra de las galaxias’ recuperó esa figura”. Una recomendación perfecta.

Reportaje – Sorokin, escritor total

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‘Hielo’ es la última novela que ha visto España de Vladimir Sorokin, un autor al que el adjetivo posmoderno se queda corto y demuestra el talento de un “clásico vivo”. Tiene mucho mérito ser también la pesadilla de la Rusia oficialista, la de Putin, que le tiene en su lista negra.

Por Luis Cadenas Borges

No es un ancia­no venerado, más bien un adulto que so­brepasa la cin­cuentena con el aspecto de un autor nórdi­co de novelas de serie negra. Vive en las afueras de Moscú, en un pueblo (Vnukovo), pero sus obras se publican antes en Francia, Alemania o España que en su país, la patria de los escritores emotivamente ra­dicales. Frases cortas, afiladas, certeras, como bofetadas, argumentos surrealistas, pura posmodernidad encabro­nada y enrabietada contra una sociedad como la rusa, decadente e inmoral, y que él cree condenada a volver al os­curantismo medieval. Básica­mente, Sorokin es un “grano en el culo” de la Rusia de Putin, capaz de impulsar a la organización juvenil títere del Estado, Nashi (todavía más siniestra que las juventudes republicanas de lo más pro­fundo de Texas), contra sus obras. Decían los bohemios franceses que cualquier autor al que le queman un libro es necesariamente bueno: a él le hicieron algo mejor, crearon un retrete gigante en el centro de Moscú y tiraron en él sus novelas. Eso es tener estilo por muy fascista que se sea.

Sorokin tiene en su haber español dos libros úni­cos, ambos con Alfaguara, ‘El día del oprichnik’ y ‘Hielo’, la nueva, en la que mezcla géne­ro negro, simbolismo, ruptura de ataduras formales y mucha mala uva: una secta milena­rista que adora un meteorito y que usa martillos de hielo para arrancar los corazones de jóvenes rubios y hablar con ellos. Tal cual, no es broma. En el primer caso, haciendo referencia a esos oprichnik que eran los matones de Iván el Terrible, la novela denuncia los intentos de aislar a Rusia de Occidente tras el naciona­lismo y la moral costumbrista usando la riqueza petrolífera como herramienta. De ahí que él piense que Rusia va camino de volver a ese siglo XVI del zar Iván, un lugar medieval donde sólo haya autocracia y terror intelectual. Sorokin es sin duda uno de los pocos que levantan la voz, y por eso ha sufrido de todo, desde una denuncia de la Fiscalía estatal para meterle dos años en la cárcel hasta quemar sus libros o tacharle públicamente de pornógrafo. De ahí se deriva que Rusia no aprende: ayer fue Stalin, hoy es ese pequeño mediocre agente del KGB, Putin.

Sorokin es una pesadilla, un Pepito Grillo ultramoderno que bebe de las fuentes de la cultura de las anti-utopías por culpa de una realidad insana: frente a la sociedad rusa corrompida y obsesio­nada con lo material de hoy en día, los arreones de his­torias sin posibilidad alguna de resolución hacia el bien. Nada mejor que la agonía de la tristeza para darse cuenta de que la realidad es malsana. Es algo similar a lo que hiciera Orwell con ‘1984’, solo que aquí llevada hacia el extremo simbólico de martillos de hielo y sacrificios rituales. Por mucho que el propio Sorokin rechace cualquier tipo de rei­vindicación política, el Poder omnímodo reviste sus obras de otra significación ajena a la propia literatura, o no tanto. En los dos libros mencionados la crítica es constante, mu­chas veces metafórica, pero también directa.

Una vida de premios y sobresaltos

Vladimir Sorokin (Bykovo, 1955) es autor de doce novelas, diez obras teatrales y varios guiones cinematográficos. Artista de talento multifacético formado en el ambiente de la vanguardia moscovita de los años 80, fue pintor antes de dedicarse a la escritura. Su posmodernista, conceptual y avanzada narrativa no tenía cabida en el panorama literario oficial de la Rusia soviética y sus primeras publicaciones aparecieron en París. Tras la publicación de las novelas ‘Goluboye salo’ (‘Manteca de cerdo azul’) en 1999 y ‘El hielo’ en 2002, primera parte de su “trilogía helada”, fue tachado de pornógrafo y perseguido por el gobierno ruso. En 2001 fue reconocido con el Premio Andréi Bely por “sus excepcionales aportaciones a las letras rusas” y su novela ‘Serdtsá chetirioj’ (‘Corazones de los cuatro’) recibió el Premio Booker Popular. En 2005 fue galardonado por el Ministerio de Cultura alemán y recibió el Premio Liberty “por su contribución a las relaciones culturales entre Rusia y los Estados Unidos de América”. En 2007 su novela ‘El día del oprichnik’ (Alfaguara, 2008) quedó finalista del Bestseller Nacional ruso. ‘Sakharny Kreml’ (‘Kremlin de azúcar’) y ‘Metel’ (‘La ventisca’) forman también parte de su obra, traducida a veinticinco idiomas.

Reportaje – Novela 100% pata negra

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En la novela negra, no sólo bajo la eterna noche polar o en pueblecitos de nieves perpetuas se retuerce el mal. Ni es nece­saria una aurora boreal para que las manos de un hombre se manchen de sangre. No, el crimen también está a gusto en latitudes más cálidas, en un país ahora atenazado por la crisis y las consecuencias de la especulación inmobilia­ria y la corrupción política: el nuestro. Y no es un fenóme­no nuevo.