El Museo del Prado presentó en junio la primera gran exposición monográfica dedicada a los retratos de Lorenzo Lotto, uno de los pintores más destacados del Cinquecento italiano en el que el Renacimiento se sofisticó hasta el extremo y que dio al retrato una consideración psicológica pionera.

Imágenes: Wikimedia Commons / Imagen de portada: Micer Marsilio Cassotti y su esposa Faustina (Lotto)

Se considera que un buen retratista va más allá del encargo de pintar al cliente, sino que le analiza y refleja una carga psicológica profunda que, muchas veces, no intuye siquiera el que paga al pintor. Para resumir: artista genial es aquel que plasma la psique del otro en el lienzo. Ocurrió con Tiziano, con Velázquez y con Goya. Y tiempo atrás con Lorenzo Lotto (Venecia, 1480 – Loreto – 1557), célebre en su época pero luego olvidado, y a partir del siglo XIX, cuando la pintura rompió moldes y encontró en este veneciano uno de los precursores de la ruptura del lienzo desde lo más invisible, la psicología aplicada. Uno de los primeros en darse cuenta fue Bernard Berenson en 1895, cuando publicó su monografía sobre Lotto.

Eran tiempos en los que Freud estaba en auge y el psicoanálisis despertaba en nueva disciplina, el germen de la psiquiatría y la psicología. Una época en la que Berenson vio en aquella capacidad para traslucir el ánimo y la voluntad del retratado un atisbo pionero de la modernidad que sacudiría el siglo XX. No es casual que haya sido en la pasada centuria cuando Lotto ha encontrado su lugar preeminente, cuando en su tiempo fue grande pero en paralelo a otros que tuvieron más peso. Cada época tiene sus normas, su estética y sus cánones, y Lotto quizás, como Goya, se adelantó mucho más de lo que era asumible.

‘Triple retrato de platero’ (Lotto)

La exposición del Museo del Prado, abierta en junio y que cerrará sus puertas el 30 de septiembre, es también un intento pionero en España de reflejar esa modernidad. Además de profundizar en aspectos conocidos de las técnicas y formatos del retrato en el veneciano, como su variedad tipológica, su profundidad psicológica o su complejidad simbólica, ‘Lorenzo Lotto. Retratos’ explora los experimentos que hizo en su trabajo, que van desde el atrezzo de los cuadros, como reflejo indirecto de una época y una posición social, el juego de expresiones faciales o el arduo trabajo que requería cada obra. En la exposición se combinan cuadros con objetos reales de su tiempo, para que el visitante pueda entender los mensajes históricos y estéticos de Lotto.

También es visible en su obra retratista las tipologías que utilizó, como el simbolismo (directo o indirecto, oculto en ocasiones quizás por no mandar mensajes equivocados que el cliente pudiera rechazar), la ya mencionada psicología aplicada en rostros, posiciones y escenario mismo del retratado… enviaba mensajes muy concretos y que trató siempre de poner al modelo del retrato en un contexto determinado, porque nada mejor que el ambiente para explicar lo que era aquella persona, lo que quería y lo que significaba realmente en su tiempo y su territorio.

‘Retrato de mujer como Lucrecia’ (Lotto)

Lotto, retratista nómada y suma de influencias

Lorenzo Lotto (Venecia, 1480 – Loreto, 1556/57) fue uno de los grandes retratistas del Renacimiento tardío; conoció tanto el éxito como el fracaso, cayó prácticamente en el olvido tras su muerte. Fue sobre todo un artista nómada que viajó y vivió allí donde hubiera negocio y encargos: su Venecia natal, Treviso, Bérgamo, Roma, Las Marcas… y finalmente Loreto, centro monástico donde murió siendo hermano laico franciscano. Era la Italia de las ciudades-estado y los feudos oligárquicos que forjaron una época de riqueza, cambio y arte que supo aprovechar. Pintó temas religiosos y paganos, mundanos y oficiales, y su particular visión hizo de puente entre el clasicismo del primer Renacimiento hacia el siglo XVI que daba pasos hacia el manierismo y el posterior Barroco.

Lotto absorbió de maestros y coetáneos parte de su bagaje de artista, como Antonello da Messina, Alvise Viviarini, su maestro, y Giovanni Bellini, Durero (del que asumió algunas de las líneas y pautas estéticas del arte germánico influenciado por Italia), de Giorgione, Rafael, Leonardo da Vinci y, en la década de 1540, de Tiziano. Lotto reelaboró estos aportes para poder crear su propio estilo, el archiconocido mantra del “subirse a hombros de gigantes” que le permitiría recopilar un catálogo propio y ajeno que diera base a su arte. Todos ellos unidos para trascender la descripción física y el estatus de los retratados y revelar la dimensión emocional del retratado. Arte narrativo como no lo hubo hasta el siglo XIX y XX, pero con casi 400 años de antelación.

‘Retrato de gentilhombre’

‘Retrato de joven’